Por Antonio Díaz Oliva Febrero 6, 2010

Imaginemos que esto es una terapia. Acostado, en el diván, hay un hombre de 50 años. Frente a él, su psicoanalista lo escucha. Toma nota. El paciente, Rodrigo García, habla sobre In Treatment. La serie que lo tuvo ocupado los dos últimos años como productor, director y guionista. Esa que -capítulo tras capítulo- mostraba las historias que el Dr. Paul Weston (Gabriel Byrne) oye de sus pacientes. Que le valió excelentes críticas y una audiencia más que considerable, además de premios Emmy y Globos de Oro. Pero que, también, lo dejó agotado. Tanto que todavía no sabe cuán involucrado estará en la esperada tercera temporada de la serie.

Una eventual terapia con este director, por cierto, no se agota ahí. Hay otro tema a ser tratado. Uno que se repite en la vida de Rodrigo: el peso de ser el hijo de Gabriel García Márquez. Cada vez que lo entrevistan, por lo menos una pregunta está referida a su padre. Y pese a que Rodrigo lleva casi una década contestando, sigue sintiéndose incómodo. Cuando llega ese momento durante esta entrevista, por ejemplo, el diálogo se entrecortará. Rodrigo hará una pausa y frenará el entusiasmo con que venía hablando.

Un entusiasmo que mantuvo pese al evidente cansancio con que Rodrigo García, desde Los Ángeles, respondió a este llamado. Y un cansancio que, vale la pena aclarar, tiene su origen en los días en que cambió el sol californiano por el frío de Park City, Utah. Porque ahí, en el estado norteamericano donde se realiza el Festival de Sundance, presentó hace unos días Mother and Child, su última película, que le ha servido de terapia luego de In Treatment. Así, durante la semana que pasó en Utah cenó con productores, le pasaron guiones y estuvo en conferencias de prensa con Naomi Watts y Samuel L. Jackson, los dos rostros de su nuevo trabajo. Y, claro, le preguntaron (muchas veces) sobre su padre.

Pantalla chica

Rodrigo García

Rodrigo García en rodaje.

Dentro de ese micromundo habitado por los escritores para series de TV, hay varios nombres que han salido del anonimato de los créditos finales y se han posicionado como una firma respetada. Ahí están David Simon (The Wire), Alan Ball (True Blood) y Mathew Winner (Mad Men). Firmas que producen, escriben y dirigen historias que, semana tras semana, son seguidas por millones de espectadores. Algo de eso sabe Rodrigo García, quien lleva un tiempo vinculado a la cadena HBO. Primero dirigió un capítulo de Los Soprano -en el 2004- y luego tuvo a cargo varios de Six Feet Under. Asimismo estuvo tras Carnivale. Hasta que en el 2008 fue uno de los cerebros tras In Treatment. "Soy fanático de Dexter (la tercera temporada me encantó) y disfruté mucho Big love, que incluso tuve la suerte de dirigir el piloto. Y bueno, lo pasé bien cuando me invitaron a participar en Los Soprano y Six Feet Under. Y lo que pasó en In Treatment, aunque fue agotador, también fue una experiencia que agradezco."

-¿Qué fue lo que te cansó de In Treatment?

-De todas las series en que he trabajado o colaborado, ésta dependía en muchos aspectos de mí. Fui productor, guionista de varios capítulos y director. Y sentí en un momento que necesitaba trabajar con algo más intimista, con una película como Mother and Child, donde podía tocar temas personales sin tener tanta presión detrás.

"Los Soprano es una serie que le gustó mucho a mi padre (García Márquez) y que disfrutó bastante en su momento. También, por razones obvias, vio In Treatment. Y sí, le gustó. De hecho, me felicitó".

-Se habla mucho de la fórmula HBO. ¿Es difícil trabajar bajo esa mecánica?

-Lo que pasa es que en ningún momento se espera que uno llegue y reinvente una serie. Especialmente cuando uno es invitado. Hay mucho que está establecido. Cosas como el tono, el comportamiento de los personajes y los nudos dramáticos.

-¿Y qué te parece esta idea de que la mejor narrativa actualmente se está produciendo en la TV y no en la literatura?

-En parte, estoy de acuerdo. Pero no creo que la competencia sea con la literatura específicamente. Más bien, está enfocada hacia el cine, que hoy está demasiado comercializado. El mejor lugar para poder tener temáticas más adultas y que les lleguen a audiencias más grandes son las series.

-¿Por qué crees que pasa eso?

-Lo que sucede con el cine es que se ha enfocado tanto en el público de 16 ó 19 años, que todos los temas son de jóvenes. Superhéroes, cómics y muchas, demasiadas, aventuras, efectos especiales y explosiones. Entonces cuesta poner temáticas más adultas o reflexivas dentro de una producción grande. Por eso me muevo en un circuito no tan masivo. Y por eso In Treatment, Los Soprano y Six Feet Under son fenómenos que sólo se pueden dar en un formato como el de la TV, pero sin verse contaminados por el aspecto comercial del cine actual.

Un director en terapia

Pantalla grande

Al igual que en el Festival de Cine de Toronto (a fines del 2009), Mother and Child tuvo una calurosa recepción en Sundance. La película -que Rodrigo le mostró a su padre en una función privada y que recibió la aprobación instantánea del premio Nobel colombiano- cuenta la historia de tres mujeres estadounidenses. Elizabeth, una abogada influyente que cree tener todo bajo control y que no conoció a su madre; Karen, una enfermera camino a la vejez y que vive arrepentida de haber dado una hija en adopción cuando ella era una joven de 14 años; y Lucy, quien quiere, pero no puede ser madre, por lo que planea adoptar. El final -como un big bang fílmico- enlaza las tres historias.

En todo caso, el cansancio de Sundance fue parte de la terapia post In Treatment. Y el esfuerzo valió la pena. García consiguió que Sony Classics distribuya la cinta en Estados Unidos, donde se estrenará el 7 de mayo. Algo difícil, tomando en cuenta que no fue creada bajo ningún estudio grande, sino gracias al apoyo de Alejandro González Iñárritu (Amores perros), quien estuvo en la producción y puso parte del financiamiento. "Con Alejandro nos conocemos hace tiempo. En un principio su productora me iba a ayudar mucho más, pero no se pudo. De todas maneras, él fue clave en el hecho de que Naomi Watts estuviera en Mother and Child. Fue el responsable que Naomi leyera el guión y aceptara trabajar en el proyecto".

Acá, entonces, una pausa. Para cualquiera que haya visto alguno de los anteriores títulos de García hay dos cosas que se repiten. Primero: su afición por las cintas en que múltiples historias se cruzan, como ocurre en Con sólo mirarte o en la aplaudida Nine lives. Un tipo de cine emparentado con Magnolia y que ha sido etiquetado como hyperlink films. Lo segundo, claro, es que a García le encanta escribir y dirigir películas sobre mujeres. Para Mother and Child, todo se inició con una blonda actriz.

-¿Es cierto que cuando estabas escribiendo el guión se te apareció Naomi Watts en la cabeza y no paraste hasta tenerla asegurada en el elenco?

-Digamos que en los primeros cuatro años de gestación de la película, ya que me tomó diez años tenerla lista, nunca pensé en Naomi. Pero luego se fue moldeando el personaje y, sí, ahí se me apareció Naomi. Y me costó bastante desengancharme de la idea de tenerla a ella como Elizabeth.

-Y si te pidiera que te quedaras con una de las protagonistas, ¿cuál elegirías?

-Es imposible escoger a una. Pese a que cada historia tiene un valor por sí misma, este es el tipo de películas en que cuando los personajes se conectan, se arma un todo. Y para eso se necesita a Karen, Lucy y Elizabeth.

Viva la revolución

Mother and Child

Escena de Mother and Child.

Y una buena terapia, por supuesto, implica no quedarse de brazos cruzados. Por eso el próximo proyecto de García, Revolución, ya está listo y se estrenará en las próxima semanas en el Festival de Cine de Berlín. Cuando le ofrecieron participar en esta película, en que diez directores mexicanos reflexionan sobre la herencia de la revolución mexicana en la actualidad, no lo pensó mucho. Porque pese a que nació en Bogotá, creció en Ciudad de México. Por lo demás, también era una buena forma de salir del ruedo de In Treatment. "Cada uno filmó su parte y luego los montajistas y productores se encargaron de armar y darle un orden al todo. Así que ni yo ni el resto de los realizadores (Carlos Reygadas, Diego Luna, entre otros) hemos visto el final cut", comenta sobre esta cinta que produjo Gael García Bernal.

-¿Y tu corto de qué trata?

-Es una seguidilla de imágenes sobre los barrios latinos en Los Ángeles. Llevo viviendo acá desde principios de los 90, cuando me vine desde México. Y, ciertamente, es un tema que me atrae como director.

-¿Y qué significado tiene para ti la palabra revolución?

- No es algo que pueda responder así tan fácil, ya que eso fue lo que, justamente, me cuestioné cuando me ofrecieron estar en este proyecto. ¿Qué heredaron de la revolución las nuevas generaciones? Eso es algo que me he preguntado varias veces desde que estoy en Los Ángeles. Siempre me pregunto si tiene algo de vigencia o no la revolución entre esos inmigrantes. Entonces, eso es lo que estaba buscando responder cuando los filmé y los mezclé con escenas del día a día de la ciudad.

Digamos que este es el momento en que Rodrigo García, el paciente que lleva un buen rato tendido en el diván de esta entrevista, termina de contar sobre su vida en Los Ángeles. Hace una pausa. Y, como en toda terapia, se ve obligado a hablar sobre su padre. Sobre si a García Márquez les gusta su trabajo para HBO. O si mira con recelo este nuevo tipo de narrativa. Y, dentro de todas las preguntas en referencia al premio Nobel colombiano, será la única en que Rodrigo se explayará más allá de una escueta línea: "Bueno, Los Soprano es una serie que le gustó mucho a mi padre y que disfrutó bastante en su momento. También, por razones obvias, vio In Treatment. Y sí, le gustó. De hecho, me felicitó".

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