Por Antonio Díaz Oliva Enero 8, 2014

Mucho más interesante que su insoportable tía Julia, Emma Roberts (22) sabe que ser pariente de la mujer de nariz respingada, la de las bodas y librerías inglesas y eterna pareja de Hugh Grant, puede ser un peso difícil de sobrellevar. O no tanto. Porque también aquello -hacerse un espacio pese a la sombra familiar- puede ser una forma de diferenciar su entrada a Hollywood. En otras palabras: si a su tía aún se le recuerda por el papel de mujer-que-espera-al-hombre-de-su-vida, Emma sabe que su camino es otro: lo suyo no es la chica que espera hombres, ella los atrae y controla y desecha. Ahí está su inicio en todo esto: en Blow como la hija de George Jung, el dealer de nariz empolvada interpretado por Johnny Depp. O en Celeste and Jesse forever, donde parodia a Kesha y Miley Cyrus y todas esas estrellas pop insufribles y chillonas (y hasta le flirtea a Rashida Jones). O en la más reciente We’re the Millers, en la que, actuando de una ladrona de 21 años que ayuda a pasar droga desde México hasta Estados Unidos, opaca a una floja Jennifer Aniston. Aunque su peak, sin duda, está en It’s a Kind of a Funny Story, esa cinta indie sobre adolescentes encerrados en un centro psiquiátrico. Ahí -como la chica borderline Noelle- enamora al protagonista de la cinta, Craig, uno de esos jovencillos sensibles con poleras de The Smiths, el cual en un momento le pregunta: “¿Te gusta la música?”. Y el personaje de Roberts, con tono antipático y mirada severa y el sello que de seguro la seguirá llevando lejos, le responde: “¿Te gusta respirar?”.

 

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