Por Danilo Díaz Diciembre 8, 2011

Real Madrid y Barcelona detendrán al mundo futbolístico este sábado, cuando se midan en el Santiago Bernabéu. Para el planeta será el choque entre José Mourinho y Josep Guardiola; el cruce de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi; la mejor versión de la escuadra del luso frente a un Barça que, como lo hiciera en su momento el inolvidable garrochista Sergéi Bubka, va subiendo la altura del listón cada vez que enfrenta mayores desafíos.

Un escenario maravilloso, en el que por obra y gracia de Alexis Sánchez los chilenos pretendemos entrar en la discusión, como sucedió en los 90 con Iván Zamorano. El tocopillano en silencio, con mayor efectividad que la esperada (lleva cuatro goles), a pesar de la lesión que lo marginó en la Liga desde el 6 de septiembre hasta el 6 de noviembre, va ganando su espacio en una oncena a la que cuesta entrar. Si no, que lo diga un goleador de la categoría del sueco Zlatan Ibrahimovic, quien no pudo hacer huesos viejos en Cataluña, al no entender que nada es más importante que el conjunto y la idea colectiva de juego. Por ahora David Villa, otro artillero de fuste, lucha y se adapta, pero no brilla como sucedía en el Valencia y la selección española. Son las normas de esta fuerza homogénea que edificó Guardiola, donde Sánchez parece haber entendido su papel.

¿Cuál es su rol? El de un gregario, cuyo talento y condiciones se ponen al servicio del grupo. Alexis entiende que debe sacrificarse, correr por toda la franja, acomodarse a la izquierda, como ha sucedido en los últimos encuentros ligueros, porque el solista de la orquesta tiene nombre y apellido: Lionel Messi. El zurdo, favorito para llevarse el Balón de Oro de France Football, dispone de mayor libertad porque Sánchez se suma a las tareas de recuperación con generosidad. José Sulantay, quien lo conoce de la selección Sub 20, no se cansa de afirmar que una de las principales características del puntero nacional es su capacidad para robar balones e incomodar la salida de los adversarios.

De esta manera, los volantes, que en el Barcelona presionan de manera frenética para después manejar la pelota entendiendo los tiempos del fútbol como pocas veces se vio en la historia de este deporte, disponen de un colaborador de lujo.

Aquí está la mayor fortaleza de Sánchez. Entendió pronto que debía adaptarse al esquema y no esperar a que el técnico reacomodara la estructura para sus atributos. Quizás por eso su nombre comenzó a aparecer entre los titulares blaugranas.

Vienen días decisivos para el Barcelona y Alexis. Primero está el derbi y luego el Mundial de Clubes. Veremos cómo sale parado el nortino.

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