Por Rodrigo Fresán Diciembre 7, 2011

Poco y nada me interesa su música (aunque la respeto), dudo que alguna vez vaya a ser un gran actor (aunque hay que admitir que, por ahora, elige sus roles con astucia y buen gusto) y el morbo de su turbulento romance con Britney Spears hace tiempo que desapareció de la pantalla de mi radar. Pero, sí, soy un fan confeso de Justin Timberlake en Saturday Night Live. A este paso, Timberlake va camino de convertirse en un host del legendario comedy-show de la televisión norteamericana, a la altura de Steve Martin y Alec Baldwin. Y lo cierto es que el tipo, ya no tan chico pero eternamente juvenil, tiene una inesperada y descarada gracia en todo lo que hace. No sólo en sus sketches musicales junto al formidable Andy "The Lonely Island" Samberg, presentándose como una suerte de versión bizarra y degenerada de Hall & Oates en graciosísimos y pegadizos singles de R&B, como "Mothe Lover" (sobre la fantasía de acostarte con la madre hot de tu mejor amigo) sino también en la puesta en práctica de personajes que ya son suyos y sólo suyos: el tipo feliz y entusiasta metido en un disfraz absurdo (de botella de vino o de omelette) promocionando con gracia un producto y humillando a otro tipo o tipa metido en otro disfraz y avergonzados de tener que ganarse la vida de ese modo; sus apariciones en Weekend Update; su versión de Robin "Bee Gee" Gibb en el desopilante The Barry Gibb Talk Show; bailando junto a Beyoncé su "Single ladies"; poniéndose en la piel de un antepasado que predice su gloria en Immigrant Tale… A la espera de que regrese cualquier noche de sábado de éstas, buscar y encontrar todo lo anterior en YouTube.

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