Por Gonzalo Maier Septiembre 1, 2011

Sin duda el mejor modo de mirar a Romola Garai es con la boca abierta. Babeando. Fingiendo ser un quinceañero imberbe, lamiendo la pantalla como un perro. Lo mejor, para resumir, es mirarla con cara de tarado. Aunque pensándolo dos veces tal vez no basta con mirarla, también hay que dejar la tele en pause y enamorarse de ella, de su nombre exótico. Y a diferencia de otras mujeres imposibles, de ésas que aparecen en la tele como divas lejanas y plásticas, casi como si fueran robots de hormonas a control remoto, Romola ofrece la otra mejilla. Deja que la quieran. Romola está ahí, entregándose a través de los rayos catódicos, dejándose ver como la puta más puta en la serie inglesa The Crimson Petal and the White, y ahora como una efectiva periodista en The Hour, el nuevo caballo de batalla de la BBC. Vestida de los años 50, sacando adelante un noticiero, descubriendo un extraño crimen y volviendo loco a Dominic West (McNulty en The Wire), Romola intenta confirmar la tesis de que efectivamente hoy la tele puede ser la más alta de las bellas artes. Bueno, en una de ésas Romola también es una nueva rama de las bellas artes.

Relacionados