Por Fundación PROhumana Septiembre 8, 2011

© Nicolás Galdames

Si de tendencias se trata, la RSE se ha caracterizado por no evolucionar de forma lineal, pues es ágil, reactiva e innovadora frente a las demandas de las sociedades, empresas, trabajadores, ciudadanos y organizaciones globales. Por cierto, ha logrado generar acciones desde el mundo empresarial que hace veinte años parecían sueños de idealista o demandas de subversivo.

Sin embargo, si nos aventuramos a poner a la RSE en un contexto de largo plazo, es posible proyectar que ésta tendrá que desarrollarse dentro del siguiente marco: primero, se requiere de una empresa renovada en todo su modelo de rentabilidad y, por cierto, no es la única que tendrá que hacerlo. Hoy vivimos más que nunca un proceso evolutivo que convoca a todos: instituciones, personas y sociedad.

Gestión ética e inclusiva

Estos cambios tendrán que convivir con el nivel de información que existe hoy, con un ciudadano que se empodera cada día más a través de su rol de consumidor responsable. Entonces, se vuelve urgente que la empresa reconstruya su marco de valores, es decir, requerimos a nivel global de una ética empresarial que empieza por cada colaborador de la empresa y que se expresa en cada uno por su forma de gestionar el negocio. Esto es lo que le da valor social y económico a la empresa: una empresa que se piensa, que es consciente de su ser y que es ética en su hacer. No cabe duda que ésta será la empresa del siglo XXI,  ya que su gestión generará negocios sustentables y validados por la ciudadanía.

En consecuencia, se requiere de una empresa inclusiva, que cambie su relación de poder por relaciones de colaboración. En efecto, estudios neurológicos demuestran que la mayoría de los seres humanos funcionamos mejor en relaciones de reciprocidad que de competencia. Inclusiva también con respecto a la rentabilidad, es decir, en esta empresa renovada todo el encadenamiento productivo que se articula al negocio es rentable y generará desarrollo económico equitativo. En otras palabras, se busca romper con la tendencia global de concentración de recursos y poder. Modo de hacer negocios al que le queda poco tiempo, ya que si no ocurre este cambio, las crisis sociales que presenciaremos no nos permitirán generar negocios viables y todos habremos fracasado económica y socialmente.

No cabe duda que queda aún un largo camino, pero aquellas empresas que tengan la convicción y den este giro, moviéndose hacia empresas que se administren de manera consciente e integrada, equitativamente, serán las empresas responsables socialmente de las próximas décadas. La responsabilidad social puede ser un agente de cambio revolucionario e innovador. Sólo hay que atreverse a imaginar y crear el mundo al revés.

Claves de la empresa del siglo XXI

  • Debe convocar al sentido de Ser Empresa.
  • Generar empleabilidad con dignidad y desarrollo económico de cada persona, lo que resolverá en gran medida la inequidad.
  • Generar capital social entre todos sus públicos de interés.
  • Generar transparencia, confianza y lealtad entre las partes.
  • Ser una empresa auténtica y con convicción.
  • Ser un empresa consciente.
  • Ser una empresa ética.
  • Ser una empresa con visión y gestión multidimensional.
  • Generar una conciencia empresarial sustentable y más evolucionada.
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