Por Juan Andrés Quezada y Juan Pablo Sallaberry Mayo 4, 2011

"Reafirmemos la fe socialista que es deber sin descanso luchar contra el pulpo del  imperialismo que a los pueblos desea atrapar". Cantando la Marsellesa socialista y con el puño en alto, casi 500 delegados de todo el país clausurarán este domingo el XXIX Congreso del PS.

Será una catarsis . Es el primer cónclave nacional tras la derrota de la Concertación, la que golpeó especialmente a la colectividad, que bajó de 15 a 11 sus diputados y de 8 a 5 sus senadores, que ha debido enfrentar el éxodo de varias de sus figuras -Carlos Ominami, Jorge Arrate, Alejandro Navarro, Marco Enríquez-Ominami- y que cruza por dificultades económicas debido al revés electoral.

El diagnóstico autocrítico y las fórmulas para recuperar el respaldo perdido -con miras a las municipales del próximo año- marcarán el centro de la discusión que se desarrollará en la Universidad de Santiago.

"Muchos socialistas siguen pensando que todavía estamos en el gobierno, lo que es una confusión ideológica atroz. El PS tiene que mentalizarse que es un partido opositor y este congreso tiene que definir esa opción", resume Camilo Escalona, quien dando un poco de oxígeno al debate presentó el documento "Unidad para vencer", donde se abre a pactar con el PRO y el MAS.

Los 110 mil militantes del PS se están reinventando en su nuevo rol lejos del poder, muchos se han privatizado mientras han surgido nuevos rostros con nuevas banderas y se reordenan las fuerzas internas con la secreta esperanza de que Michelle Bachelet regrese a Chile el 2013 y vuelva a instalar al socialismo en el sillón presidencial.

Daniela Olave, 17 años

Tenía 12 años cuando Bachelet llegó a La Moneda. Durante la campaña en San Carlos ayudó repartiendo afiches, asistió a fiestas ciudadanas e incluso divisó a la candidata a lo lejos cuando visitó su ciudad. Entonces Daniela Olave decidió que lo suyo era la política. "La admiro. Cuando salió presidenta fue un gran impulso para las mujeres. Una mujer podía llegar a lo más alto. ¿Por qué yo no?".

Con 17 años, hoy es la única militante socialista de su generación en el Instituto Santa María. Un bicho raro entre sus compañeros, que miran con desconfianza y rechazo a los políticos, y sólo las juventudes UDI logran cierto arrastre entre los adolescentes de ese colegio. Aun así, Daniela logró ganarles la presidencia del centro de alumnos en una reñida contienda.

Aunque ninguno de sus familiares pertenece a partidos, ella fue reclutada por la comunal del PS mientras ayudaba en la campaña de Eduardo Frei y hoy es vicepresidenta de la Juventud Socialista de la VIII Región. "El partido representa a cabalidad mis ideales, es un partido con historia, que no hace discriminación alguna, trabaja por y con el pueblo, no por nada es el partido obrero".

Daniela, quien el próximo año quiere estudiar Tecnología Médica, declara su respeto a figuras como Escalona y Osvaldo Andrade y es implacable con quienes dejaron el partido, como Enríquez: "Por culpa de ellos se perdió la elección y muchos compañeros se fueron. También por culpa de la Concertación, que no supo defenderse".

"Ser socialista hoy no es andar con chalecos de lana y un morral, es una forma de ver la vida. Un socialista no puede ser indiferente a la violencia contra las mujeres, y al que le pega una patada a un perro en la calle. El socialista hoy escucha Inti-Illimani pero también a Don Omar", dice César Valenzuela.

César Valenzuela, 22 años

A los 17 años, con su peinado de príncipe valiente, lideró la revolución pingüina, que puso en jaque al gobierno de Bachelet. Hace unos días, escoltado por Andrade, Isabel Allende, Escalona y varias figuras del partido, César Valenzuela fue el único orador del aniversario del PS. "En La Moneda tiemblan cuando se habla de Bachelet", afirma con fuerza a los pies del monumento de Allende, el presidente de la Juventud Socialista.

"Fui al partido y me inscribí a los 14 años. De ahí convencí a mi papá. A mi mamá, que era más apolítica y en favor de la onda ecológica, cachái, me tocó explicarle que hoy estar en las causas verdes también es ser socialista".

- ¿Qué es para ti ser socialista hoy?

- Una dualidad. Por una parte, reivindicar la lucha histórica de la justicia social y, por otra, sentirse comprometido con el medio ambiente, los derechos de los homosexuales, de los animales. Ser socialista hoy no es andar con chalecos de lana y un morral, es una forma de ver la vida. Un socialista no puede ser indiferente a la violencia contra las mujeres, y al que le pega una patada a un perro en la calle. El socialista hoy escucha a Inti-Illimani pero también a Don Omar, porque entendemos que avanzó el proceso cultural.

Junto a su polola, Karina Delfino -también líder pingüina y socialista-, lideran a cinco mil inscritos en la JS. "Con los comunistas, somos lejos las más fuertes. Las encuestas nos dicen que hay un sector minoritario de jóvenes al que le interesa la política y nuestra apuesta es que ingresen a nuestras filas", dice muy apurado porque tiene examen de Derecho Civil en la U. Alberto Hurtado.

Paula Pacheco, 30 años

Es la militante del PS más mencionada en la tienda cuando se  pregunta quiénes serán los rostros de la generación de recambio. Aún falta. La socióloga de la UC se encuentra radicada en Nueva York, cursando un máster en Administración Pública en la Universidad de Columbia. "Tengo corazón socialista y he tratado de colaborar en las distintas etapas de mi vida, a la construcción de una sociedad más justa. Hoy día me encuentro estudiando políticas públicas, porque creo que ello me entregará mejores herramientas para aportar en esa dirección", señala sin desconocer su interés por integrarse a la orgánica del partido o postular a un cargo de elección popular en cuanto regrese a Chile.

Apellido tiene. Proviene de una familia reconocida en la política. Su abuelo es Máximo Pacheco Gómez, abogado DC, ex ministro y ex diplomático. Su padre, Máximo Pacheco Matte, presidente de International Paper para Europa, hoy radicado en Bruselas y de gran cercanía con Ricardo Lagos. "Estas cosas se heredan, en mi casa desde siempre se hablaba de política y eso nos ha marcado a todas", dice en referencia a sus tres hermanas, todas ex alumnas del Saint George. Catalina trabajó en el Minvu y Francisca ingresó la semana pasada a la Dipres. Ella, en tanto, se desempeñó como asesora de Claudia Serrano en la Subdere y en el Ministerio del Trabajo. También integró el think tank Expansiva. Acompañándola a EE.UU. viajó su esposo Jorge Pizarro, hijo del senador DC. Allí juega rugby y encontró trabajo en la compañía Puro Chile.

"Soy socialista porque valoro las libertades, pero ante todo apuesto por la igualdad. Soy pragmática, creo en el mercado y por lo mismo creo en un Estado que regule y establezca garantías ciudadanas", se define.

Ser socialistas hoy

Fulvio Rossi, 40 años

Ricardo Núñez y Jaime Gazmuri están fuera del Senado. José Miguel Insulza vive cómodo en Washington. Carlos Ominami mira desde otra vereda. Los antiguos barones del PS -que otrora manejaban los hilos de la tienda definiendo candidaturas y lineamientos políticos- ya están en retirada. Ahora el poder en el partido lo detentan otros. Detrás del timonel Osvaldo Andrade se encuentra el secretario general, Fulvio Rossi, quien ya es sindicado como el "nuevo barón" socialista.

Médico cirujano de 40 años, tras dos periodos como diputado, logró el 2010 (gracias al sistema binominal) un escaño en el Senado por la I Región. Desde allí se perfiló impulsando el debate valórico y presentando proyectos sobre matrimonio gay, eutanasia y aborto terapéutico. En una reñida campaña interna rompió con su aliado, Marcelo Díaz, y terminó pactando con Andrade -su principal rival- para lograr un lugar en la directiva.

Su voz se ha hecho oír. El documento "Una oportunidad para reconstruir nuestro relato", que lanzó previo al congreso, ha sido ampliamente divulgado entre los militantes. En él plantea que junto a los temas de la "igualdad", el socialismo debe tomar las banderas de las "libertades" y realiza una dura autocrítica sobre la derrota electoral de la Concertación: "Perdimos porque nos volvimos temerosos. ¿Alguien puede pasar por alto  que existieron vetos respecto de temas fundamentales? Nos dijeron es mejor no hablar de reforma tributaria, de aborto, de matrimonio igualitario, de desmunicipalización de la educación (...) Nos transformamos en una coalición que administraba el poder, casi no mostrábamos diferencia con la derecha".

Mario Marcel, 51 años

Es el economista del PS que más alto se ha encumbrado en los organismos internacionales. Durante tres años se desempeñó como gerente de Capacidad Institucional y Finanzas del BID en Washington, pero este año se trasladó a vivir a Francia, donde asumió como director de Desarrollo Territorial en la OCDE. Aun así no deja de mirar a Santiago y observar el devenir del PS, tienda en la que milita desde su época de estudiante en Ingeniería Comercial de la U. de Chile. Era el primer estudiante universitario de su familia y pronto se acercó a los sectores renovados del partido. "Soy socialista porque creo en la equidad como  valor social y político y porque me indignan las injusticias, los abusos y los prejuicios", señala.

Marcel, quien cursó un doctorado en Economía en la Universidad de Cambridge, en los 90 estableció amistad con Bachelet cuando ambos vivían en Estados Unidos, fue director de Presupuestos del gobierno de Lagos. Ideólogo de la regla del superávit estructural, era una de las principales cartas para asumir como ministro de Hacienda de la administración bacheletista, pero la ex mandataria optó por Andrés Velasco. Ha sido un cargo históricamente anhelado por el PS.

"Las personas que hoy tienen 35 años siempre vieron que el socialismo estaba en el gobierno y creían que siempre íbamos a tener puestos en ministerios, gobernaciones, intendencias, jefaturas de servicios. No, eso no era así. El socialismo no nació para estar siempre en el poder. Dos tercios de nuestra existencia hemos sido oposición", dice Escalona.

A juicio de Marcel, el desafío del partido es reencontrarse con la ciudadanía y "ser también capaz de incorporar  los temas del siglo XXI: el medio ambiente, la globalización, las migraciones, el conocimiento y la innovación".

Camilo Escalona, 55 años

Con su sueldo ($7.433.734 bruto), Escalona podría estar en cualquier isapre, pero muestra orgulloso su gastado carné de Fonasa. También podría vivir en el barrio alto, pero acaba de dejar su casa en San Miguel para instalarse en un sencillo departamento en el barrio Brasil. No anda en camioneta 4x4 ni paga chofer como el resto de sus pares, y más de una vez le han cuestionado sus trajes.

El ex presidente del PS acaricia su nuevo libro Archivo desconocido,que tenía previsto presentar este jueves. La novela es la vida de su madre, cajera de una fuente de soda y también asesora del hogar, casada con un panadero, que llegó del campo a Santiago a trabajar a la residencia de una actriz famosa en Las Condes. Sin embargo, Escalona deberá dejar la ficción. Por primera vez, una gran editorial multinacional se le acercó para ofrecerle publicar un libro con su historia socialista.

Después de 20 años en el poder, Escalona dice que se siente satisfecho. "Yo nunca me he sentido derrotado. Las personas que hoy tienen 35 años siempre vieron que el socialismo estaba en el gobierno y creían que siempre íbamos a tener puestos en los ministerios, gobernaciones, intendencias, jefaturas de servicios. No, eso no era así. El socialismo no nació para estar siempre en el poder. De hecho, dos tercios de nuestra existencia hemos sido fuerzas de oposición".

Dice que la principal tarea del socialismo hoy es luchar contra la desigualdad. "A las mujeres les siguen pagando menos que a los hombres, la desigualdad entre los sueldos de los futbolistas es atroz. Ésa debe ser nuestra lucha".

Óscar Guillermo Garretón, 68 años

El empresario dice que la gran mayoría de sus amigos son socialistas, pero no por una cuestión ideológica: "Es porque durante 40 años nos tocó vivir una vida turbulenta y eso crea lazos que van más allá de la política. Una cosa que aprendí en la clandestinidad es que cuando estás en peligro no importa que la persona de al lado piense igual que tú, sino que si tú das un paso al frente y mueves los codos sientes que hay otro codito al lado tuyo".

No obstante cuenta que, como ocurre en general con toda su generación, "ni a lazos" podría llevar hoy a sus tres hijas -María Virginia, María Valentina y Francisca- al PS. "Ahora, todas ellas tienen un pensamiento que situaría en esa cosa vaga que se llama progresismo", se consuela quien fue uno de los fundadores del MAPU y uno de los diez hombres más buscados por el gobierno de Pinochet.

Mantiene la portada del Fortín Mapocho de diciembre de 1989, cuando junto a Clodomiro Almeyda y Jorge Arrate suscribieron la unificación socialista. Desde ese día milita en el PS. "El PS tiene un rasgo único en la política chilena: es un partido genuinamente popular y que explica su capacidad enorme para adecuarse a la realidad. En los pueblos, al igual que en el PS, hay pobres, ricos, deportistas, guatones, putas piadosas, y en un mundo cada más diverso esa tolerancia a la diversidad popular es una virtud del PS, aunque a veces se transforme en un despelote".

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