Por Alejandro Alaluf Julio 14, 2015

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“En mi tarjeta de presentación soy el presidente de Nintendo. En mi mente, soy un desarrollador de videojuegos. Pero en mi corazón soy un gamer”. Satoru Iwata era demasiado joven para irse. Tenía 55 años, y los últimos 13 los dedicó a dirigir una de las empresas de videojuegos más importantes e innovadoras de la historia. Al mando tuvo sus altos y bajos, pero principalmente su legado será el haber situado a Nintendo  como un innovador tecnológico que cautivó a varias generaciones  y, de paso, generó grandes ganancias. Por eso, su muerte –a causa de una complicación biliar–, el del 11de julio, fue llorada en toda la industria de videojuegos.  

Iwata siempre entendió que, antes que nada, los videojuegos debían ser una diversión. Y ese fue el sello que le imprimió a Nintendo. Carismático, fue el responsable de sacar la Wii al mercado, la consola más revolucionaria de los últimos años. Además, fue el principal impulsor de la portátil 3DS,  una verdadera máquina de dinero y hoy indiscutiblemente la consola móvil más exitosa de la última década.  Además,  Iwata –junto a Shigeru Miyamoto– fue también el rostro humano de Nintendo. Siempre dispuesto a entrevistas y presentaciones públicas, sus apariciones a menudo estuvieron sazonadas con algo de humor. 

Nacido el 6 de diciembre de 1959, Iwata se integró a la compañía luego de haberse graduado en Ciencias Computacionales en el Instituto de Tecnología de Tokio. A partir del 2002 asumió como CEO de Nintendo –sucediendo a Hiroshi Yamauchi, presidente de la compañía desde 1949–, donde debió enfrentar su primera crisis: el fracaso de la GameCube, sucesora de la popular Nintendo 64. Lo revirtió con una revolución, como se conoció a la Wii antes de su debut público.

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