Por Nicolás Alonso Marzo 27, 2014

© Patricio Otniel

Lo que hacen es proveer a generadores de contenido audiovisual una plataforma veloz y de alta definición para transmitir eventos, conciertos o señales de televisión por internet. Mientras más exitosa sea una señal, y más gente congregue, más probabilidades hay de que falle.

Hoy los dardos de la empresa apuntan hacia EE.UU. La meta para 2016 es ganar US$ 12 millones anuales, y llevar la valoración de la compañía a US$ 100 millones.

El teléfono suena otra vez. La llamada entra desde el extranjero, y Luis Ahumada, de 34 años, de blue-jean y camisa, sale de su oficina, gritando:

-¿Pasa algo con Colombia?

Alguien responde que no. Vuelve a entrar, y contesta el teléfono. Es uno de los tics del dueño del emprendimiento que domina buena parte del mercado chileno de streaming -transmisión online de televisión y radio-: nunca contesta el teléfono sin antes verificar si la señal del cliente está caída o sigue en pie. Es parte de una rutina frenética. Luego de siete años funcionando, Mediastream transmite, además de centenares de eventos, conciertos y actos públicos, las señales en HD del Canal del Fútbol -Estadio CDF-, de su símil uruguayo Poipes y de TVN.

Este viernes es un día agitado. Ahumada atiende dos reuniones al mismo tiempo, y por una de ellas su teléfono suena cada cinco minutos. Acaban de lanzar la plataforma online de Win Sports, el canal dueño del fútbol colombiano -del cual los chilenos se llevarán cerca de un cuarto de los ingresos por suscripción-, y aunque ahora todo está bajo control, siempre está la posibilidad de que una avalancha de usuarios colapse el sistema. “Soy paranoico, cada vez que suena el teléfono pienso: hay un problema con la señal”, dice Ahumada, mirando su teléfono. “El streaming es mucho más complejo que transmitir televisión. En un canal de televisión mandas una señal al satélite, y luego baja. Si no se cae el satélite, funciona. En el streaming, no. Es una jungla, una red de equipos, de routers, de fibra óptica, agarrados por todo el mundo. Y no puede fallar”.

Lo que hacen en Mediastream es proveer a generadores de cualquier tipo de contenido audiovisual una plataforma veloz y de alta definición para transmitir eventos, conciertos o señales de televisión a través de internet. Parece sencillo, pero no lo es, básicamente porque mientras más exitosa sea una señal, y más gente congregue, más probabilidades hay de que falle. Pero la empresa chilena tiene experiencia en manejar ese estado de vulnerabilidad constante. Tras comenzar en 2007 con la transmisión web de Play FM, desde la propia casa de Ahumada y con ganancias de apenas $14 millones, con la masificación del consumo online han crecido entre 50 y 70% por año, cerrando 2013 con oficinas en Colombia y Brasil, y más de US$ 2 millones en utilidades.

El fuerte del negocio son los eventos: sólo con Icare, a quienes desarrollaron su plataforma Icare Channel, transmiten 50 conferencias al año. También graban y transmiten conciertos -como los festivales Las Voces de los 80 o El Abrazo, entre muchos otros- y coberturas especiales: este mes transmitieron los Odesur, y se están preparando para transmitir el Mundial de Fútbol con TVN.

En sus amplias oficinas en Providencia, que ocupan desde hace medio año, y donde aún hay más computadores que muebles, una veintena de jóvenes supervisa todo el día las señales de todos los servicios. Luego de inaugurar la señal de Win Sports, Ahumada pasa los días concentrado en un proyecto que considera fundacional para la industria del streaming chileno: el año pasado Mediastream ganó la licitación -en la que también participaron sus competidores Grupo Z y Digitalproserver- por un proyecto que llevaba años rondando en las oficinas de los canales nacionales: la creación de una plataforma de pago, inspirada en las estadounidenses Hulu y Netflix, para los contenidos premium y las señales online de CHV, Mega, Canal 13 y TVN.

“La televisión chilena no tiene bien organizado su contenido, no puedes ver, por ejemplo, Los 80 bien y ordenado. Se necesita una vitrina importante donde ponerlo y decir: éste es el contenido de calidad”, dice Luis Ahumada. “Los canales por sí solos son muy poco para hacer eso, necesitan juntarse en un lugar con una oferta unida. Esta es la primera oportunidades de construir una buena carretera de streaming, que nos permita a las empresas invertir”.

Si bien el proyecto ha levantado algunas sospechas -en enero la Fiscalía Nacional Económica abrió una investigación contra los cuatro canales para estudiar los “riesgos anticompetitivos” de la propuesta-, en Mediastream actualmente trabajan en la creación de la plataforma, todavía sin nombre, que incluirá contenido gratuito y de pago, y que estará lista para mediados de este año. La idea detrás del proyecto es subir a los canales al escenario creciente de consumo de contenidos por internet, e intentar hacer frente a la piratería en portales gratuitos, como YouTube.

Luis Ahumada habla de este tema, y se entusiasma. Dice que era lo que llevaba años esperando, y que más que dinero, que no será mucho en comparación son sus otros proyectos, es la plataforma que al fin podría dar a la industria del streaming chileno el salto tecnológico que durante años se le ha resistido, sobre todo por la poca confianza de los canales para invertir. Dice que como compañía están gastando en servidores para aumentar su ancho de banda de 80 gigas a 200, y que con eso la señal va a ser perfecta. Que podrán pasar tranquilos la barrera de los 80 mil usuarios, el máximo al que han llegado.

Hay algo en la forma de hablar de Luis Ahumada, de mover sus manos, que hace que por momentos parezca, más que un empresario, un niño entusiasmado por un juguete. Después dirá que siempre fue igual. Que siempre sintió el mismo éxtasis por transmitir. Desde que se sentaba en el control de la radio Paulina de Iquique, con sólo siete años, y sentía que navegaba en una nave espacial.

UNA OBSESIÓN RADIAL

“Yo me rayé, me volví loco”, dice Luis Ahumada, sentado en su oficina. “Iba el fin de semana a la radio Concierto y les pedía que me dejaran poner una canción. Sólo una. Y me volvía loco. Para otros eran las drogas o las mujeres, para mí eso era lo máximo que podía pasarme”.

El Luis Ahumada de su relato tiene 18 años, se vino a Santiago desde su Iquique natal, y hace lo imposible por cumplir su mayor sueño: trabajar en la radio Concierto. Pero podría ser también el de los siete años, el que se obsesionó con la tornamesa de su hermano mayor y empezó a ir todos los días después de clases a la local radio Paulina a rogar que lo dejaran usar los controles. Entonces guardaba la colación que le daban para  tener con qué sobornar a los controles.

Aún hoy, al dueño de Mediastream le cuesta explicar cómo nació la adrenalina que empezó a sentir al transmitir una canción e imaginar que alguien lo estaba escuchando en algún lado. Pero fue más fuerte que todo. Hijo de un trabajador de una barraca maderera, que luego emprendería y fundaría una propia, el trastorno de Ahumada con las radios lo llevó a tener su primer contrato como control a los 11 años, en la local radio Sport. Pero el verdadero estudio era su habitación: allí tenía sus propios controles, se dormía escuchando grabaciones de locutores y empezaba a posproducir publicidades en su computador. Fue, dice él, la primera persona en toda la región en ocupar un computador para hacer radio.

La historia sigue así: Ahumada se viene a Santiago, se aloja en una casa con trabajadores de radio Concierto, estudia dos años Comunicación Audiovisual en la Uniacc, pero deja su carrera cuando al fin se le abre la puerta: ser control en la radio de sus sueños, que en esos días era comprada por IberoAmerican y pasaba a ser FM Hit. Pronto se desencantaría del ambiente. Menos romántico que el de su cabeza, no logró adaptarse al estilo de las radios santiaguinas, según él más enfocadas en el negocio, y empezó a explorar las radios digitales. Creó una con su hermano en Iquique, radio Gente FM, que todavía maneja, y comenzó a entusiasmarse con el streaming de audio. Al poco tiempo, estaba a cargo de las radios digitales del grupo. Entusiasmado de nuevo, en 2006 renunció, y decidió fundar desde su casa su propia empresa de streaming audiovisual.

Luis Ahumada dice que al principio no fue fácil. Que los canales no creían en la potencia del contenido online, y que tuvo que golpear muchas puertas tratando de convencerlos. Canal 13 fue el primero. Con ellos transmitió dos festivales de Viña y durante varios años se hizo cargo de su señal online. El gran golpe fue el Canal del Fútbol, que les permitió invertir y abrir sus oficinas en Colombia, que hoy les generan un 30% de sus ingresos, y de Brasil. Pero el momento de consolidación del equipo fue en marzo de 2011, cuando estaban transmitiendo para el gobierno chileno la visita de Barack Obama al país, y un inesperado mail de los encargados digitales de la Casa Blanca los dejó boquiabiertos. 20 minutos después, la señal de Mediastream salía a través del home de la página web del gobierno estadounidense.

Hoy todos los dardos de la empresa apuntan hacia EE.UU. Están en conversaciones con potenciales socios para instalar este año una nueva oficina en Miami, y luego quieren abrir otra en México. La meta para 2016 es ganar US$ 12 millones anuales, y llevar la valoración de la compañía a US$ 100 millones. Actualmente, luego de recibir una inversión de US$ 2.5 millones, fundamentalmente de parte de InverSur, la empresa está tasada en un décimo de esa cifra. Oliver Flögel, fundador de ese fondo de inversiones y ex gerente general de Telefónica, cree que Mediastream podría llegar a dominar el mercado sudamericano. “La forma en que consumen contenido las personas ha cambiado. Cada vez vemos menos televisión, y cada vez más lo que queremos, por streaming”, dice Flögel. “Mediastream  es líder en Chile, quiere expandirse a la región y tiene un montón de proyectos interesantes”.

El objetivo, repite Ahumada, es ése: ser los líderes de Sudamérica. Sabe que es una meta osada, pero cree que pueden conseguirla. Pero eso no es todo, dice. También quiere conservar algo de tiempo para poder hacer lo que más lo apasiona: transmitir los conciertos de los grupos que le gustan, sin cobrarles. Así lo ha hecho con Electrodomésticos y con Gepe, entre otros. En esas ocasiones se escapa de sus reuniones y asiste él mismo a grabar.

Esas cosas, dice, lo hacen sentir esa misma energía, como si otra vez estuviera llegando desde Iquique. “Es lo de siempre”, dice, otra vez con entusiasmo. “Es como jugar a la radio”.

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