Por quepasa_admin Agosto 18, 2011

"Los que nacimos en 1971 compartimos un hecho político fundamental: no alcanzamos a votar por el No, la recesión la experimentamos cuando éramos chicos y no vivimos los traumas políticos ni económicos del pasado.

En lo político, somos la generación X. Un sueño frustrado es no haber tenido una gran épica por la que dar la vida, como sí la tuvo la generación anterior con la recuperación de la democracia. De eso nosotros alcanzamos sólo la cola: votamos por Aylwin, pero no en el plebiscito de 1988. Por eso los miramos con un poco de envidia. Pero también, eso mismo nos hizo más pragmáticos y, por tanto, más exitosos que la G-80 en muchos ámbitos.

Hoy veo que Chile cambió de folio, igual que yo. Y ahora sé que éste es un país normal, donde la democracia es de todos. Es entretenido, diverso, más crítico. Siento que fui parte de ese proceso, de pasar de la anormalidad absoluta de la dictadura, hasta la normalidad en la medida de lo posible de la transición, a la normalidad total de hoy.

En mi caso, mis 40 años coincidieron con el término de los gobiernos de la Concertación y también con mi participación en un gobierno. Hoy soy investigador de Cieplan, pero fui asesor de Michelle Bachelet, que es casi como mi segundo apellido.

Y más allá de que haya un gobierno de derecha, estamos en un momento en que el que presenta un buen candidato, gana las elecciones. Eso me encanta.

Hoy la política es mucho más competitiva en buenas ideas, propuestas, equipos, programas y marketing. Eso es lo que va a determinar el futuro de las elecciones, no las historias pasadas.

Pienso que mientras más competencia haya en la política, mejor. Porque la competencia desnuda a los malos políticos, y ya no puedes mentir todo el tiempo. Hoy con Twitter -que es una especie de focus group diario -, con televisión digital y con canales de noticias las 24 horas, el mal político queda al desnudo en un dos por tres".

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