Por Enrique Mujica, Director Marzo 20, 2010

En los últimos 20 años se respetó el ritual del congelamiento: presidente que dejaba el cargo le entregaba la banda a su correligionario concertacionista y se sumergía en una hibernación sumisa.

Bueno, todo cambió: Bachelet es, después de dos décadas, el primer ex mandatario que pasa a militar en la oposición, no en el oficialismo.

Como la victoria de Piñera era una opción muy factible, desde mediados del año pasado que se especuló con el futuro de Bachelet. Que viajaría, replicando la vocación planetaria de Lagos; que pelearía el timón opositor con el entonces floreciente ME-O; que, siguiendo la tradición republicana, sería cauta con la luna de miel de Piñera. Que iría a Haití. Que fundaría un think tank.

Bueno, todo cambió: alguien que deja La Moneda con el 84% de apoyo debe reflexionar sobre congelarse o no, sobre todo cuando medio Chile está en el suelo.

A esta hora, hoy, existen sólo dos liderazgos olímpicos: Piñera y Bachelet.

Por ello, es vital vislumbrar los derroteros de la ex mandataria. De esa pregunta se puede desprender la supervivencia de la Concertación, la impronta de la oposición, el candidato presidencial del 2014 y quién será la contraparte del nuevo gobernante.

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