Por Enrique Mujica, Director Enero 9, 2010

Que vende, que no vende, que lo afecta, que no le hace daño. Después de casi cuatro años de especulaciones, al final Sebastián Piñera llegó al día de la elección con la propiedad de LAN y Chilevisión y al 44% de los ciudadanos eso le molestó poco o derechamente nada (hecho que debería impulsar más de un estudio, sobre todo para poner en discusión el cliché de que aquí la riqueza es mal vista y sancionada).

Aparejado, motivó un debate que en Chile se había mantenido soterrado o en segundo plano: el cruce entre negocios y política, incluso con nueva palabra adicionada al léxico: fideicomiso ciego. Pocas billeteras privadas han sido tan escrutadas y expuestas como la del actual candidato de la Coalición. Políticos con la fortuna del empresario ha habido pocos en la historia reciente de este país, por eso el encono para sostener, por un lado, que dicha riqueza no invalida o, por otro, que magnate y presidente son antónimos.

De ganar Piñera, todo será diferente a la hora de transparentar. Para él y para el resto de las autoridades. Transversalmente. El escrutinio será persistente.  Si es para uno, será para todos.

Por ello, interesa saber qué hará, si vence, con LAN. Ése es el reportaje de portada de nuestra edición. La prolijidad desde ahora es tema.

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