Por Bernardita del Solar Vera Octubre 8, 2014

La aventura se inicia antes del amanecer. Hay que levantarse a las 5 a.m. para dirigirse al lugar del despegue. La primera impresión es que los globos son más grandes de lo que uno ha visto en películas o fotografías.

Todos mis amigos saben que me carga volar. Me subo a un avión sólo porque es la única manera de viajar a lugares lejanos, y ese placer  bien vale la pena el sacrificio.  Por eso, cuando les digo que volar en globo aerostático es una experiencia que repetiría mil veces, muchos se quedan sorprendidos. Y hacerlo en Capadocia, Turquía, es, por cierto, doblemente alucinante.

Para llegar hasta esta región de Anatolia Central, distante unos 700 kilómetros de Estambul, se puede viajar por tierra, pero muchos recomiendan el avión. Hay vuelos que valen casi lo mismo que hacerlo en bus, además los caminos no son buenos. El vuelo hasta la ciudad de Kayseri demora casi hora y media, y se encuentran pasajes por US$ 50. Desde allí son unos 60 kilómetros hasta Ürgüp, ciudad base del turismo en esta zona, donde es posible encontrar pequeños hoteles boutique, posadas excavadas en la roca, además de hoteles tradicionales.

La aventura aerostática se inicia antes del amanecer. Hay que levantarse a las 5 a.m. para dirigirse al lugar del despegue. A esas horas, es bien poco lo que se ve del camino, hasta que se llega al sitio, donde se ofrece un café y unas galletas, lo cual se agradece por el frío de la madrugada. Muy cerca se ve la explanada donde hay unos cuantos globos “preparando motores”. La empresa contratada se llama Sky Balloons y el vuelo regular vale cerca de 200 dólares. Hay cerca de 20 compañías que ofrecen la travesía, y algunas lo hacen por un precio menor. La mejor temporada para hacerla es de abril a octubre.

La primera impresión es que los globos son más grandes de lo que uno ha visto. Al menos en el que volé. El canasto estaba dividido en cuatro partes, y en cada una de ellas cabían  siete personas de pie: en total, éramos 28 navegantes.

Apenas el grupo está arriba, el piloto explica cómo es el proceso y asegura que volar de esta forma es muy seguro. Se enciende la llama y el gas de helio empieza a inflar el globo, el que comienza a elevarse lentamente. El principio físico es que estos aparatos funcionan gracias a la diferencia de densidad del aire dentro del globo, con respecto al aire exterior. Como el aire del globo está más caliente, éste se eleva hasta remontar a unos 3.500 pies… algo así como unos mil metros de altura. 

La luz del sol empieza a aparecer detrás de los cerros y el cielo comienza a cubrirse de más de 100 globos de todos los colores. El espectáculo es mágico. La sensación de volar también. Casi inefable. Pese a estar rodeada de gente, la sensación es de estar sola en el infinito. Se siente una paz y un silencio increíble. Es casi como uno pensaría que sería estar en el cielo… Y bueno, ahí estamos.

A lo lejos, se siente el ruido de la llama que sopla el viento. Estamos surcando los valles cercanos al Parque Nacional de Göreme, Patrimonio de la Humanidad desde 1984,  que es un complejo monástico en el que se destacan más de una decena de iglesias que fueron excavadas en la roca, entre los siglos X, XI y XII. Todas ellas están decoradas con frescos que narran historias de la Biblia y la vida de Jesús. Visitarlas es una obligación para cualquier turista.

Con suavidad, el piloto realiza sus maniobras, y el globo se mueve entre los valles, y se acerca a las increíbles formaciones rocosas producidas por miles de siglos de erosión, en un paisaje que parece sacado de una película de ciencia ficción. Desde arriba se ven algunas excavaciones en la roca que visitaremos más tarde. Están llenas de túneles y brindan la oportunidad de descubrir cómo vivían los pueblos que habitaban esta región de la Anatolia Central, desde los tiempos de los hititas, en el siglo II antes de Cristo. Derinkuyu  es la ciudad troglodita más profunda. Baja a 85 metros de profundidad y tiene más de 15 mil ductos de ventilación.  Pero hay 36 de esas ciudades en Capadocia.

En el sobrevuelo también aparecen las llamadas “chimeneas de las hadas”, que son extrañas formaciones rocosas que la erosión del agua y el viento han esculpido sobre las capas de material volcánico a través de los siglos. En ese sector, se pueden visitar las de Dervent o Pa?aba?? que asombran a los visitantes.

Tras casi una hora de navegación, el globo empieza a descender, para posarse con perfecta exactitud en el remolque que lo transportará de nuevo al lugar de la partida. Ahí, una copa de champaña para celebrar el vuelo y un diploma que acredita el viaje… Que yo recuerde, ningún pasajero se mareó, aunque el viaje no debe ser recomendable para alguien que sufra de vértigo.

Todo lo que conocí en Capadocia me encantó. Pero la experiencia de volar en globo definitivamente fue de otra dimensión. Estoy esperando la próxima oportunidad de subirme a uno, para volver a sentir esa increíble sensación de silencio y paz.

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