Por Eduardo Engel Agosto 1, 2013

"La sociedad colonial tuvo desarrollos muy distintos en el norte y en el sur de América, en parte debido a las distintas condiciones. Son diferencias que subsisten hasta hoy y que explican por qué Bill Gates y Carlos Slim hicieron su fortuna de una forma tan diferente"


"Creo que el dominio de los colegios de elite demuestra que existen instituciones informales, que podemos llamar redes sociales, que llevan a que las instituciones chilenas sean mucho menos inclusivas de lo que aparentan"


Su libro, escrito en autoría conjunta con Daron Acemoglu, se ha convertido en lectura obligatoria para políticos, economistas, empresarios, periodistas, expertos en desarrollo e investigadores de políticas públicas, entre muchos otros. Se llama Por qué fracasan los países (Why Nations Fail), y en él, el economista James A. Robinson y su coautor argumentan que un motor clave del crecimiento y desarrollo de los países es la “destrucción creativa”. Pero para que ésta exista, se necesitan sociedades e instituciones que incentiven y premien a los que desafían a los actores establecidos.

Robinson, quien también es profesor de gobierno en la Universidad de Harvard, visitará Chile el próximo lunes 5 de agosto, invitado por Espacio Público, una nueva fundación  de centroizquierda, para dictar una conferencia en el lanzamiento oficial del centro de estudios, que se realizará  en el Centro Cultural Gabriela Mistral. Durante su visita, Robinson también participará en la conferencia anual del Economic History and Cliometrics Lab, institución a la cual está afiliado. En esta entrevista, Robinson explica algunos de sus planteamientos y los aterriza en el contexto chileno.  

Por qué fracasan los países sostiene que, en esencia, existen dos tipos de países. El primer tipo tiene instituciones que suelen beneficiar al statu quo, por lo que son sociedades que inhiben la innovación y la destrucción creativa. Tienen instituciones que Robinson y Acemoglu llaman “extractivas”. El segundo tipo de países cuenta con instituciones que fomentan el surgimiento de nuevas empresas y de nuevos procesos productivos. Estos países tienen instituciones “inclusivas”. Las coyuntras críticas determinan la transición de un tipo de país  al otro.

-Entre los episodios históricos que menciona, ¿cuál es el que mejor ilustraría su teoría a los lectores chilenos?

-En el primer capítulo se encuentran ya los fundamentos de las principales ideas del libro,  y a los lectores chilenos les puede resultar interesante porque usamos la historia económica y política comparativa de las Américas. Ahí mostramos que los colonos españoles y británicos vinieron al nuevo continente con ideas muy similares sobre qué tipo de sociedad construir, pero la realidad resultó muy distinta debido a las diferencias en las condiciones iniciales, en especial factores como la densidad de la población indígena y la presencia de grandes depósitos de oro y plata.

-¿Mucho oro en lo que sería la América española y casi nada en la América inglesa?

-Así es. Además, en lugares como México, Guatemala, Perú o Bolivia, que tenían una alta población indígena, se desarrollaron sociedades jerárquicas basadas en instituciones económicas organizadas para “extraer” recursos a beneficio del poder colonial. Estas economías son un ejemplo perfecto de lo que denominamos “instituciones extractivas”, las que fueron diseñadas para transferir riqueza y poder desde América hacia España. Además, al tener instituciones extractivas, el Estado no se vio presionado a proveer bienes públicos básicos, como educación, por ejemplo.

-¿Y por qué las cosas resultaron de otro modo en las colonias inglesas?

-Curiosamente, los ingleses en Norteamérica tenían la misma idea. Pero el modelo que desarrollaron Hernán Cortés, Francisco Pizarro y otros conquistadores no era factible en lugares con una población indígena tan pequeña. Desde el comienzo se desarrollaron sociedades que se basaban en instituciones económicas muy distintas, las que fueron diseñadas para generar incentivos y oportunidades. Nosotros llamamos inclusivas a estas instituciones. Esto sucedió porque parecía ser la única manera de crear colonias que fueran económicamente viables. En el libro mostramos cómo la sociedad colonial tuvo desarrollos muy distintos en América del Norte y América del Sur, en parte debido a las distintas circunstancias y condiciones. Son diferencias que subsisten hasta hoy y que explican por qué Bill Gates y Carlos Slim hicieron su fortuna de una forma tan diferente. 

Los autores exponen ese contraste en su libro: Gates fue innovador y generó valor para muchísimas personas, mientras que Slim se dedicó a proteger su monopolio en las telecomunicaciones, bloqueando así la generación de un mayor valor social. Sin embargo, en EE.UU. hace 100 años había muchos empresarios al estilo Slim, como Carnegie, Mellon, Rockefeller y Stanford. Pero el país hizo la transición desde una sociedad dominada por monopolios poderosos a una en que pueden emerger nuevos ganadores gracias al proceso de la destrucción creativa. ¿Qué llevó  al presidente Theodore Roosevelt a romper esos monopolios y por qué no ha sucedido nada parecido en América Latina?

“Ello forma parte de lo que llamanos el círculo virtuoso. Instituciones inclusivas generan un feedback positivo, lo que permite responder a los desafíos”, explica Robinson. “El desmontaje de los monopolios en Estados Unidos fue posible porque sus instituciones son mucho más inclusivas. El poder político estaba más esparcido, de forma tal que el interés particular de los monopolistas no podía dominar toda la política, aunque ciertamente lo intentaron. Y la presión popular obligó a Roosevelt a actuar. Además, el Estado era suficientemente poderoso para aplicar y poner en práctica la legislación antimonopolio”, agrega.

EL ELITISMO CHILENO

-¿Hasta qué punto se aplica a Chile ese patrón de la América española que dio origen a las instituciones extractivas? ¿Hay aspectos en los que sea una excepción? 

-El modelo explica por qué Chile ha tenido un mejor desempeño económico que la mayoría de América Latina, pero también por qué aún no se ha convertido en un país rico. En comparación con los países que eran el núcleo del sistema colonial español, Chile tenía un menor número de indígenas a los cuales explotar, de modo que se volvió una sociedad de colonos, un poco al estilo de Estados Unidos. Debido a la naturaleza de su sociedad indígena, resultaba difícil explotar a los mapuches, al igual como sucedió con los sioux y otros nativos americanos de las grandes planicies norteamericanas.

-Sin embargo, Chile es mucho más pobre que EE.UU.

-Es verdad. Y es que Chile seguía siendo parte de las redes de monopolios y restricciones al comercio y otras externalidades negativas del sistema colonial español.

-¿Por ejemplo?

-En Chile existían los cabildos abiertos, no así en Perú o Bolivia, por lo que hubo una mayor participación. Esto permitió una formación más temprana del Estado y significó que durante el siglo XIX sufriera menos problemas que Bolivia o Guatemala, por ejemplo. Sin embargo, seguía formando parte de un Estado colonial extractivo, por lo que tenía algunos de los mismos síndromes que sus vecinos. Por ejemplo, la expansión territorial altamente jerárquica de la segunda mitad del siglo XIX me parece bastante reveladora.

-¿Y todo ello se refleja en el siglo XX?

-En el siglo XX se ven los mismos patrones de lo que diferencia a Chile de la región y de lo que lo hace también tan similar. Se observan divisiones políticas que se parecen más a las de países europeos que a las de latinoamericanos. Incluso el populismo durante Allende es mucho menos clientelista que el populismo en Venezuela o Perú. Pero, por otro lado, existen las mismas presiones para hacer reformas agrarias, niveles de inequidad altísimos y una sociedad bastante clasista y elitista.

-La sociedad chilena es clasista en varias dimensiones. ¿Está pensando en alguna en particular?

-¿Sabías que la mitad de los presidentes de las 100 empresas más grandes de Chile fue a sólo cinco colegios privados en Santiago?

-A la luz de su teoría, eso es relevante sólo si estos grupos crearon instituciones políticas que no sólo los beneficiaron, sino que además lo hicieron a costa de la capacidad de crecimiento de toda la sociedad. Su tesis es que las instituciones extractivas llevan a un crecimiento mucho menor en el largo plazo...

-Así es, pero no se trata sólo de instituciones formales. También existen estas instituciones informales que controlan el acceso y el ejercicio del poder político. Hay muchas fuentes de poder en una sociedad, y creo que el dominio de los colegios de elite, que tiene raíces profundas, demuestra que existen instituciones informales, que podemos llamar redes sociales, que llevan a que las instituciones políticas chilenas sean mucho menos inclusivas de lo que aparentan ser en el papel.

-Se podría argumentar entonces que hoy en Chile se agotaron las instituciones que impulsaron un crecimiento robusto... Pero nada asegura que las nuevas instituciones derriben las barreras a la destrucción creativa. Los líderes estudiantiles se enfocan en demandas redistributivas; no hay en sus propuestas cambios para un mayor crecimiento, porque muchos ven en ello una aceptación del “modelo neoliberal”.

-Eso sería poco afortunado. Los críticos al modelo neoliberal son una coalición curiosa entre la izquierda y los monopolios locales. En Colombia, uno de los países más desiguales de América Latina, la crítica al modelo proviene de la guerrilla de las FARC y también de algunas de las personas más ricas de ese país. ¡Imagínate! El énfasis que Chile pone en las reformas educacionales es un aspecto importante para crear una sociedad más inclusiva. Y Chile está mucho más cerca de ello que la mayoría de los países de la región. Pero romper el tipo de redes informales del poder que mencionaba antes es algo mucho más difícil que cambiar el sistema electoral.

-¿Que países en las últimas décadas lograron la transición de instituciones extractivas a inclusivas?

-Brasil ha recorrido un largo camino desde el fin del régimen militar en 1985. En el libro señalamos cómo a fines de los años 70 se formó una amplia coalición opositora a los militares. Eso llevó al presidente Fernando Henrique Cardoso, y después a los gobernantes del Partido de los Trabajadores, a poner en práctica un tipo de política muy distinto y a importantes transiciones institucionales. Se llevó a cabo una gran expansión de la educación, la pobreza e inequidad han bajado mucho, y Brasil tiene una industria competitiva a nivel mundial. Para mí las actuales manifestaciones son un efecto multiplicador saludable, muestran a la nueva clase media que ha emergido en los últimos 20 años y que está exigiendo un estado más eficiente. Y para ser un poco más polémico, diría que lo que se ha visto en Bolivia en la última década podría ser el comienzo de una transición hacia instituciones más inclusivas. El MAS es un movimiento social complejo, pero tiene fuertes y amplias redes en la sociedad civil. Además, la emancipación de los indígenas que está ocurriendo es un prerrequisito para una sociedad más inclusiva. Hoy se puede tener a una indígena en el gabinete de ministros. Antes hubiese sido impensable.

En su conferencia en Santiago,  Robinson se enfocará precisamente en nuestro país. En su libro, sin embargo, dedica pocas líneas al caso chileno. “Algo que no hicimos en la primera edición es hablar en mayor detalle sobre las diferencias que existen entre los países latinoamericanos”, concede Robinson. “Como dije antes, Chile es diferente y al mismo tiempo similar a sus vecinos en la región, y nuestra teoría provee un marco para entender ese fenómeno. Por ejemplo, ¿por qué Chile es más rico y menos violento que Colombia? Creo que en gran parte se debe a que tuvieron procesos de formación del Estado muy distintos. En Chile, el Estado puede proveer bienes básicos, tales como leyes y orden público, y  asignar las rentas de sus recursos naturales en una dirección socialmente deseable. El Estado colombiano, en cambio, ni siquiera es capaz de construir una buena carretera entre Bogotá y Medellín. Si uno va a la costa Caribe existen tierras increíblemente fértiles, pero son trabajadas por campesinos para su propia subsistencia. Esto porque nadie ha definido bien ni ha asegurado los derechos de propiedad”.

-El 2011 será recordado por protestas masivas en más de 20 países, como no se habían visto desde los años 60. ¿Cómo interpreta ese “año del descontento”?

-Mi impresión es que las protestas son las repercusiones de la “Gran Recesión”. Muchos interpretan que la causa principal que originó la recesión se puede ubicar en instituciones extractivas, incluso en EE.UU., donde hay una creciente preocupación por el aumento de la desigualdad. En países del sur de Europa, como Grecia y España, la gente protesta contra el recorte fiscal y las consecuencias económicas de la recesión. En nuestro libro estos países se consideran sociedades exitosas e inclusivas, pero incluso en este tipo de sociedades siguen subsistiendo elementos de instituciones extractivas. Así que el “año del descontento” fue definitivamente un año de protestas en contra de los elementos extractivos de la sociedad. Y me parece que eso es muy saludable.

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