Por Javier Rodríguez Marzo 28, 2016

Jack Andraka tiene 16 años. Nació en Crownsville, Maryland (E.E.U.U). Su serie favorita es Glee. Hasta aquí, un niño normal. Pero a finales de 2013 fue elegido por TIME como una de las 30 personas menores de 30 que están cambiando el mundo, por un invento que puede revolucionar la oncología: un dispositivo para identificar el cáncer de páncreas 168 veces más rápido, 26.000 veces más barato que el actual sistema, que tiene más de 60 años.

Tenía 13 años cuando un amigo de su familia muy cercano, murió de cáncer pancreático. “Me dio mucha rabia. Ni siquiera tenía claro qué era el páncreas y por qué se lo había llevado tan rápido”, dice. La pena que le dio, lo llevó a buscar respuestas en Internet, donde descubrió que el 85% de los que mueren debido a la enfermedad, es por un diagnóstico tardío.

Comenzó a investigar y, con la información que obtuvo estudió las ocho mil proteínas que se encuentran en la sangre, hasta descubrir que una de ellas, la mesotelina, se disparaba en las primeras etapas de este tipo de cáncer.

En una clase, mientras su profesor de biología explicaba el funcionamiento de los anticuerpos, él leía un artículo de la revista Science. Fue ahí donde se le prendió la ampolleta: “De repente, pensé: ¿Qué pasaría si combino los nanotubos con el anticuerpo del cáncer para detectarlo?”.

Tenía claro que necesitaba seguir investigando, por lo que envío su idea a 200 doctores de la Universidad John Hopkins y de los institutos nacionales de salud. Obtuvo 199 cartas de rechazo, y solo una positiva, del Dr. Maitra, profesor de Oncología e Ingeniería Química de la universidad antes mencionada, quien lo invitó a trabajar a su laboratorio.

A partir de ese momento, la vida de Jack dio un giro en 180°. Su madre, anestesista, lo llevaba todos los días después de clases al laboratorio, donde pasó incluso muchas veces de largo, dormitando a ratos entre los cientos de papers académicos que leía. “Cada vez que me desanimaba pensaba en las personas que mueren diariamente por la enfermedad, lo que me motivaba a seguir. Creía en mi proyecto, y quería trabajar para verlo hecho realidad”, cuenta.

Gracias a la ayuda de su mentor, logró desarrollar su método, el cual funciona de la siguiente manera: se bañan tiras de papel del tamaño de tiras de pruebas para diabéticos en una mezcla de nanotubos de carbono con el anticuerpo correspondiente a la mesotelina. Entonces, cuando al papel se le aplica sangre con esa proteína, ésta se une a su anticuerpo, creando una molécula grande que fuerza a los tubos de carbono a separarse, cambiando así las propiedades eléctricas de la tira, lo que se mide con un medidor eléctrico.

La comunidad cientifica, reticente en un principio, ha premiado el proyecto de Andraka. Mientras el año pasado recibió el primer lugar de la Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería de Intel (algo así como las Olimpiadas de la ciencia joven, donde se presentan más de 1.500 proyectos de 70 distintos países), el proyecto ya se encuentra publicado en la Society for Science and the public, y está patentado, a la espera de lograr acuerdo con alguna empresa internacional de biotecnología.

“Lo que hoy busco es asociarme a alguna compañía farmacéutica con los recursos para desarrollar mi sensor como un producto comercial, para que pueda llegar a toda la gente que lo necesita”, explica.

En su país han llegado incluso a compararlo con Justin Bieber. “Creo que puede ser porque ambos tenemos edades similares, y hemos seguido nuestros sueños. Eso sí, ¡no estoy ni cerca de la plata que ha ganado!”.

Andraka, que hoy divide su tiempo entre sus cursos preparatorios en la Universidad de Stanford y charlas alrededor del mundo, visitará Chile el 6 de mayo, en el marco de la conferencia Future Health Now de innovación en salud.

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