Por Emilio Maldonado // Ilustración: Vicente Reinamontes Enero 28, 2015

© Vicente Reinamontes

“El mundo hoy es mucho más cuantitativo de lo que era hace 30 ó 40 años”, afirma el gerente general de CAP, el matemático argentino Fernando Reitich. “En ese contexto, las empresas necesitan ser más cuantitativas y no hay nadie que llene mejor ese perfil que los matemáticos”.

Cuando en 2010 Cédric Villani obtuvo la medalla Fields -conocida como el Premio Nobel de las matemáticas-, por su estudio sobre la teoría cinética, su vida cambió radicalmente. Se vio forzado a abandonar el campo de la investigación, al cual estaba acostumbrado en Francia, para dar paso a más de cien charlas por año.

Fue en ese periplo por casi todos los continentes, cuando comenzó a notar que las audiencias ya no estaban repletas de estudiantes de doctorados o periodistas. Con mayor frecuencia había gerentes generales de grandes corporaciones en las primeras filas, ansiosos de escuchar el razonamiento analítico de Villani. Luego, vinieron las reuniones privadas. Almuerzos en las mismas compañías ante los directorios de éstas. Todos querían saber una cosa: cómo las matemáticas podían mejorar la productividad de una empresa.

Él, como relata, siempre partía diciendo lo mismo. “La gente no sabe sobre lo que hacemos los matemáticos. Los periodistas suelen partir las entrevistas preguntando ‘¿Cuánto es 523 por 300?’. Otro, creen que nos sentamos todo el día frente a computadores. Pero lo que hacemos va mucho más allá que eso, y tiene relación con todo lo que hay en el mundo”, explica Villani al teléfono desde París. Agrega que las charlas ante los directorios siempre derivan en un mismo círculo de preguntas: ¿son los matemáticos los mejor preparados para dirigir compañías? Villani responde que sí, que las diferencias del pasado entre la matemática básica y la aplicada se han eliminado y que el desarrollo de supercomputadores y complejos instrumentos financieros abre la puerta de las gerencias generales a estos profesionales.

El diagnóstico del científico no es aislado. En Estados Unidos se vive una tendencia similar, y las grandes corporaciones ya han comenzado a reclutar a los doctores en Matemáticas no sólo para desarrollar productos o manejar los diversos instrumentos financieros. Los matemáticos ya llegaron al último piso.


LA TENDENCIA MATEMÁTICA

Steven Ballmer (Microsoft), Robert Benmosche (AIG), Jeff Immelt (General Electric), Nicolaas Kruger (MMI Holdings), Richard J. Schnieders (Sysco), Ivan Seidenberg (Verizon), David McClanahan (CenterPoint Energy) y Jim Simons (Renaissance Technologies) tienen en común el haber llegado a las presidencias ejecutivas de sus respectivas corporaciones. Además, todos son graduados en Matemáticas en prestigiosas universidades de Estados Unidos.

Y no son los únicos. Las mujeres que ostentan estos grados académicos también están llegando a la cima empresarial. Lynn Laverty Elsenhans (Sunoco), Dervla Tomlin (Irish Life Group), Kathy Hill (Cisco) y Linda Sanford (IBM) son ejemplos de esta tendencia.

Y así comienza a verse reflejado en los salarios. La última medición de la oficina del censo en Estados Unidos, que agrupó a más de 200 profesiones, arrojó que los mejores trabajos -en términos de remuneraciones- eran los relacionados con las matemáticas. De acuerdo con la estadística, el sueldo medio anual de un matemático alcanza los US$ 101.360. Unos $ 62 millones.

Villani subraya que nunca antes en la historia había existido tanta inteligencia artificial aplicada a todo tipo de negocios. Desde la predicción de patrones de consumo hasta el diseño de complejas maquinarias industriales.

Uno de esos casos es el sello que Jeff Immelt ha puesto en General Electric. Desde su llegada a la presidencia ejecutiva, la empresa se ha transformado en un enclave de matemáticos, que generan algoritmos para relacionar los equipos electrodomésticos del hogar con los centros de mantenimiento, para monitorear los usos y necesidades de reparación de los implementos como refrigeradores o lavadoras. Sólo en la mitad de 2014, esta unidad le reportó a GE ventas por US$ 170 mil millones en productos con patentes industriales ligadas a avances matemáticos.

Un reciente estudio de la consultora McKinsey indicó que las profesiones ligadas a las humanidades tienen mayores tasas de desempleo y menores niveles de satisfacción, en contraste con los matemáticos, quienes tienen tasas de desempleo en niveles cercanos a cero y con altos retornos mensuales.

Esa misma tendencia se ve en España. A pesar de la crisis, que tiene al 23% de su población cesante, los graduados en Matemáticas tienen un nivel de desempleo que bordea el 1%.

Para la fundadora de la agencia de marketing analítico Conento, Macarena Estévez, “absolutamente todo se puede llevar a las matemáticas. Son capaces de modelar la realidad, poniendo todo tipo de situaciones en un lenguaje cuantitativo, lo que posibilita medir las relaciones y poder simular cualquier escenario, por complejo que parezca”, dice la ejecutiva española, también de formación matemática.

De ahí que, como destaca Villani en sus charlas para los CEO, los matemáticos no sólo están ocupando altos puestos gerenciales en firmas intensivas en desarrollo industrial. También están llegando a los fondos de inversión, consultoras, farmacéuticas, fabricantes de automóviles, empresas de software, etc.

Lo mismo en Wall Street. Para el matemático francés, la demanda de estos profesionales se ha ido incrementando en los últimos años, debido al papel esencial que juegan en diversas áreas, como el desarrollo de sistemas de seguridad que usamos a diario, o la encriptación de los datos en una tarjeta de crédito. O en aplicaciones más avanzadas, como la elaboración de herramientas financieras, la creación de las “opciones financieras”, instrumentos derivados que establecen un contrato, en el cual se da a un comprador el derecho a adquirir una compañía a un precio predeterminado hasta una fecha concreta.

Esta aplicación, muy usada en las compras de participaciones accionarias o en fusiones, no existía hasta la década de los 70. Fue en 1973 que el matemático Myron S. Scholes, junto al economista Robert Merton publicaron el modelo de valoración llamado Black-Scholes-Merton. En 1997, ambos recibieron el Premio Nobel de Economía por esta creación.


El doctor en Matemáticas Fernando Reitich llegó a la gerencia general de CAP hace un año.

 

SUMATORIA LOCAL
Fernando Reitich (52) reflexiona sobre el porqué de la irrupción de los matemáticos en las empresas. Él es uno de esos casos. Más bien, de los pocos que en Chile son parte de esta tendencia. Desde la gerencia general de CAP, a la cual llegó hace un año, este licenciado en Matemáticas en la Universidad de Buenos Aires y doctorado en la Universidad de Minnesota explica que las matemáticas tuvieron un rol importante en la industria en la primera mitad del siglo XX.

Fue la llegada de esta ciencia a los procesos industriales lo que facilitó el desarrollo de medidas de automatización y, además, jugaron un rol preponderante en la Segunda Guerra Mundial. A partir de ese momento, afirma Reitich, la distancia entre la matemática aplicada y la pura se fue acentuando, hasta que la llegada de los computadores y la complejidad de los mercados financieros  hicieron que esa brecha tendiera a cero. “El mundo hoy es mucho más cuantitativo de lo que era hace 30 ó 40 años. En ese contexto, las empresas necesitan ser más cuantitativas y no hay nadie que llene mejor ese perfil que los matemáticos”, afirma el gerente general de CAP.

Además de una carrera en el mundo académico, con clases a los futuros doctores de las universidades Carnegie Mellon, Carolina del Norte y la propia Universidad de Minnesota, Reitich fue llamado a ocupar posiciones más administrativas, como la dirección del Centro de Matemática Industrial en la U. de Minnesota, donde tuvo relación con el desarrollo de productos y procesos para las principales compañías de Estados Unidos. También la Fuerza Aérea de ese país lo reclutó, para la Oficina de Investigación Científica, donde -como explica- desarrollaban materiales para la detección remota y, además, para eludir los radares en los aviones de la rama castrense.

Hoy, desde el último piso de la acerera nacional, el ejecutivo argentino reflexiona sobre el futuro de las matemáticas. Él no ve otro camino más que seguir sumando: más matemáticos a las empresas.

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