"Si usted me dice que ésta es la primera vez que el Presidente de la República o el ministro del Interior han emitido un juicio, yo habría dicho sí, tiene toda la razón. Pero no es la primera vez"
"Chile no puede caer en una justicia de clase. No estoy afirmando que exista, pero si no lo remediamos podemos llegar a generar una condición de vulnerabilidad en los derechos"
"Yo le pregunto a la gente ¿qué puede hacer un juez, que es de Temuco, de Angol o Talca, si las primeras autoridades del país lo descalifican?"
"Si hay una persona, cualquiera sea la edad, que es asaltada, violada o lo que sea, hay que atenderla y darle toda la ayuda profesional. Pero en Chile eso no ocurre"
Mientras fue juez del crimen y ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, donde investigó procesos emblemáticos, como el crimen de Tucapel Jiménez, el caso Spiniak y las cuentas bancarias de Pinochet en el banco Riggs, Sergio Muñoz se destacó no sólo por sus fallos, donde hacía una pormenorizada descripción de hechos que, muchas veces, incluían el contexto histórico del país. También lo hizo por su audacia al dictar varias resoluciones que tensionaron el ambiente político y las entonces delicadas relaciones cívico-militares de fines de los 90 y comienzos del 2000.
Más de una década después, esas mismas características las plasmó mientras integró, hasta el año pasado, la Tercera Sala de la Corte Suprema, donde dictó varios fallos que sacaron ronchas. En uno de ellos estimó que las isapres no podían elevar sus planes pues era una decisión arbitraria. En otro, que aún es materia tanto de estudio como de críticas, dictó una inédita resolución. Poco antes de que finalmente se rechazara la construcción de la Central Castilla, llamó a las partes a una conciliación, lo que dejó más que sorprendidos a los abogados: nunca antes un magistrado había asumido ese rol ni tomado una decisión así en un recurso de protección.
En los tribunales, Muñoz es reconocido -al igual que el ministro Carlos Cerda- por sus fallos, en los que se aleja de la figura tradicional de los antiguos jueces, que aplicaban la ley en forma literal. “Hoy estamos en un modelo crítico de interpretación de la legislación, racional, ponderado”, dice Muñoz. Y añade: “Interpretar el derecho es un arte, no una ciencia”.
Por todo eso, y por su carácter fuerte y su personalidad frontal, es que no llamó la atención la dura reacción que tuvo ante las críticas que hicieron el presidente Sebastián Piñera y su ministro del Interior, Andrés Chadwick, a los jueces de Temuco tanto por no aplicar la ley antiterrorista (como pedía el gobierno) como por considerar muy baja la pena de 18 años de cárcel a Celestino Córdova por el crimen del matrimonio Luchsinger Mackay. Muñoz no sólo dijo que “no está a la altura de una autoridad emitir pronunciamientos descalificatorios”. También añadió una frase que lo convirtió en el personaje de la semana: “Este espectáculo lo observamos en Chile y en algunos otros lugares que se califican de repúblicas bananeras y caribeñas, con todo respeto de estas repúblicas”.
Con ese estilo es con el que se estrenó el pasado 1 de marzo como presidente de la Corte Suprema al entregar la Cuenta Pública del Poder Judicial, donde tiene un gran ascendiente, independiente de su carácter directo y frontal para decir las cosas.
-Tras el fallo que condenó a Celestino Córdova por la muerte del matrimonio Luchsinger Mackay, el Ministerio del Interior criticó lo bajo de la pena…
-No me voy a referir a un caso concreto que está en tramitación en los tribunales porque, incluso, los dichos de este presidente de la Corte Suprema pueden estimarse como una intromisión. Y, en eso, tengo prohibición legal, y más que eso, moral, para orientar directa o indirectamente a los jueces o a instancias revisoras. Pero se pueden buscar las sentencias que yo he dictado y nunca he puesto penas bajas por delitos que en mi concepto tienen una gravedad importante.
-¿Le molestó que el gobierno opinara de la condena a Celestino Córdova o que lo hiciera porque el caso aún no está cerrado?
-Lo que la gente no entiende es si lo hace como Ministerio del Interior o como parte. Entonces, el hecho está en que si las autoridades opinan, tendrían que ejercer los recursos legales por medio de sus abogados. Pero resulta distorsionado que el Presidente de la República, la autoridad más importante del país, emita un juicio de valor respecto de una sentencia que ha dictado un tribunal de primera instancia en Temuco, Angol, Cañete, Santiago, Talca, Antofagasta o en todo Chile. La gente no sabe cuándo está actuando como parte. ¿Quién puede separar las instancias en el Presidente de la República? ¿O si yo criticara a un magistrado en un caso particular que me incumbe y lo hiciera públicamente? ¿Usted cree que alguien va a poder discernir si lo estoy haciendo en mi calidad de ciudadano común y corriente, como autoridad o en mi calidad de parte?
-El Ministerio del Interior es parte del caso Luchsinger Mackay.
-Claro. ¿Pero usted cree que alguien ha podido dimensionar que era parte? No. Queda como una opinión de una autoridad respecto de los tribunales. Además, si fuera sólo en un caso yo le puedo aceptar que manifieste su disconformidad, pero no es un caso. Hay más de 20 intervenciones o más de la autoridad por concesión de libertades, por medidas cautelares, por fallos provisionales de primera instancia que, posteriormente, han sido revertidos y después no se ha escuchado ninguna palabra. O por lo menos no han sido cubiertos por los medios de comunicación, para no aludir a toda la responsabilidad de la autoridad. Todo eso da un panorama que, a lo mejor, no es el más conveniente.
-Ha sido una seguidilla de críticas al Poder Judicial.
-El Poder Judicial siempre va a responder si es agredido verbalmente. Si usted me dice que ésta es la primera vez que el Presidente de la República o el ministro del Interior han emitido un juicio, yo habría dicho sí, tiene toda la razón. Pero esta no es la primera vez.
-¿Coincide con la presidenta de los jueces de La Araucanía que dijo que las leyes en Chile eran garantistas porque el Poder Legislativo las hizo así?
-No quiero refrendar lo que han dicho otras personas, me atiendo a lo que yo he expresado. Y yo creo que el mensaje que expresé fue recibido claramente por la ciudadanía. Pienso que no es sano para el país que se produzca esta disputa. Eso quiero remarcar. Y lo hice con vehemencia para que se entendiera que los jueces podemos también emplear un lenguaje vehemente, pero si todos usamos ese lenguaje, el espectáculo que damos es indecoroso.
-¿Eso sintió después de que dijo que las críticas del gobierno eran propias de “un país bananero”?
-No. Yo pedí disculpas, incluso, por la referencia inmediata. Esto fue una metáfora. No es en función a esos países, sino para que se entendiera el concepto, porque si no era muy largo de expresar todo lo que se quería decir. Era un dibujo.
-La cuenta pública fue su debut ¿sus dichos son un rayado de cancha de cómo será su estilo frente a las críticas a los jueces?
-No quiero anticiparme ni efectuar ningún juicio en el futuro. Lo que he dicho es que el Poder Judicial, por mi intermedio, no va a ser el primero que efectúe una polémica, pero yo tampoco me voy a quedar callado.
-¿Eso tiene que ver son su estilo y personalidad?
-Pero todos me conocen. No soy de las personas que andan buscando a los medios de comunicación.
-No. Pero tiene una personalidad frontal. Dice lo que piensa…
-Pero si soy agredido, respondo directamente. Nunca agredo inicialmente. Y si de alguna manera me agreden vehementemente, con descalificaciones, o lo hacen con las personas que están en la estructura que represento, tengo que salir. Yo le pregunto a la gente ¿qué puede hacer un juez, que es de Temuco, de Angol o Talca, si las primeras autoridades del país lo descalifican? Lo primero que le digo es que no va a tener ninguna cobertura si quisiera decir alguna palabra. Y, segundo, en respuesta a lo que diga van a salir no sé cuántas personas. Por último, como lo han hecho algunos voceros indirectos del gobierno, pondrán en duda la imparcialidad hasta de su dictamen. Entonces, está en una posición de desigualdad de armas. En definitiva, yo he salido a hacer lo que haría cualquier padre respecto de lo que puede ser la afectación que le hagan a su hijo, que no está en condiciones de defenderse por sí mismo.
-¿Cuándo un juez queda satisfecho con sus fallos?
-Queda muy satisfecho, primero, por tratar de establecer la forma en que ocurrieron los hechos. Segundo, si logra llegar a la calificación de los antecedentes de la forma más adecuada. Lo tercero es llegar a determinar la sanción, que es lo más que le cuesta a uno. Hay ciertos hechos que no pueden tener una sanción baja por la forma en que ocurrieron. Pero también se debe tener en cuenta la condición particular del imputado y la forma que determinan su participación. Hay muchas circunstancias, pero uno nunca saca cuentas de que le van a dar el beneficio de la mitad de la pena. Uno cree que la pena que le está imponiendo efectivamente la va a cumplir la persona. Cuando yo condeno a cinco años y un día o a diez o 20 años, yo creo que va a cumplir los 20 años. No hago una sentencia testimonial.
-¿Eso lo hacen todos los jueces?
-Yo creo que todos. Ningún juez dicta una sentencia pensando en que no va a ser cumplida.
-Hay muchos casos en que en la práctica no ocurre.
-Pero también se puede cumplir. Por lo mismo, uno tiene que ser muy responsable porque no puede llegar y decir: “mira, si éste ni siquiera va a cumplir la mitad”. ¿Y si después cumple la pena entera? Entonces uno, al imponer la sanción, se representa que va a cumplir toda la pena. Lo otro ya no depende del juez.
JUSTICIA DE CLASE
Uno de los planteamientos que llamó la atención del discurso de Muñoz fue su propuesta de crear una Defensoría Pública que no sólo cubra el área penal -como hoy- sino que amplíe su atención al área de familia, laboral y civil.
-En su discurso ocupó el concepto de “justicia de clases”, ¿cree que en Chile existe una justicia para pobres y otra para ricos?
-Existe gente que está en situación de vulnerabilidad mayor que otra. Hay personas que no pueden procurarse defensa jurídica y, simplemente, están marginadas del sistema judicial. En muchas causas, en nuestro sistema sólo pueden recurrir por medio de abogados habilitados, y si no tienen recursos para pagar a un abogado, tienen que recurrir a los consultorios gratuitos que da la Corporación de Asistencia Judicial.
-¿Piensa que la desigualdad en Chile también se refleja en la justicia?
-Hay personas que se pueden procurar un mayor estándar en la defensa de sus derechos y hay otras que no. Si la diferencia está dada por los ingresos económicos, eso no lo puede permitir el Estado. Porque el Estado tiene la obligación de procurar a unos y a otros que litiguen con una defensa de calidad. Hoy la Defensoría da calidad en el área penal. También la da la Defensoría Laboral, pero con todo respeto, para no ser hiriente o de alguna manera que se pueda entender que estoy haciendo un juicio crítico desmedido, creo que la Corporación de Asistencia Judicial debe superarse en el servicio que presta. Pero, además de todo eso, hay ciertas personas que quedan al margen de toda defensa.
-¿En qué casos?
-Por ejemplo, personas que tienen conflictos vecinales, tomas de pequeñas cantidades de terreno, ocupaciones, que no pueden sacar a los arrendatarios u otros juicios de distinta naturaleza, no tienen los recursos como para contratar la asesoría profesional adecuada. Es gente de escasos recursos. Entonces, siempre vamos a encontrarnos con que los recursos económicos están directamente relacionados con la calidad de la defensa. Eso es lo que yo digo: Chile no puede caer en una justicia de clase. No estoy afirmando que exista, pero si no lo remediamos podemos llegar a generar una condición de vulnerabilidad en los derechos. Y esto tiene una segunda variante, también en relación a los recursos. Porque las personas que tienen mayores ingresos tampoco recurren a la justicia ordinaria, sino a la justicia arbitral.
-Como ocurre en los juicios económicos.
-En las causas de comercio importantes, esas personas se van a las cámaras de arbitraje y van a la justicia que pueden pagar. Ellas pueden pagar, incluso, a árbitros internacionales. Se pueden ir con sus conflictos a la Cámara de París, de Nueva York, de Alemania o de Inglaterra… Muchos chilenos lo hacen.
-En su cuenta pública también puso mucho énfasis en la protección de menores, no sólo en casos de abusos, sino también en desprotección social. ¿Qué ha constatado?
-Yo puse un énfasis en las víctimas. Porque no podemos cerrar los ojos y aceptar como una realidad la revictimización, sea de adultos o de menores. Si hay una persona, cualquiera sea la edad, que es asaltada, violada o lo que sea, hay que atenderla y darle toda la ayuda profesional. Pero en Chile eso no ocurre. Es decir, lo que más se hace con las víctimas, en general, es limarles las heridas y arreglárselas.
-Antes de llegar a la Corte Suprema, usted fue juez y ministro e investigó varios casos. ¿Constató eso en las víctimas en sus investigaciones?
-Lo que yo constaté es lo siguiente: la gente, si usted la acoge y la trata con humanidad, responde de una manera diferente a si la trata con distancia y no le interesa el caso más que para tramitarlo rápidamente. Eso la gente lo percibe. Eso es lo que hay que hacer con las víctimas: ponerles atención. Y eso tiene especial importancia en los menores. Porque puede ser un testigo que ha visto un hecho horroroso y es una víctima también. ¿Alguna vez alguien se ha preocupado del menor que iba al lado del papá cuando le pegaron o le robaron?
EL "ARTE" DEL DERECHO
-Libertad y Desarrollo ha criticado sus fallos, entre ellos el de Castilla. Plantean que la interpretación de las leyes significaría que se está en presencia del “gobierno de los jueces”. ¿Qué piensa del llamado activismo judicial?
-Hace mucho tiempo que la escuela de la exégesis, que es interpretar artículo por artículo, dejó de ver la luz. Hoy estamos en un modelo crítico de interpretación de la legislación, racional, ponderado. Y por lo mismo, es más amplio que interpretar una disposición específica, a lo cual se suma que uno utiliza todas las fuentes del derecho. No usa única y exclusivamente el texto absoluto de la ley, sino con sus principios, con su historia, con lo que han dicho la doctrina y la jurisprudencia. Son muchas cosas las que están en la aplicación de la ley.
-¿Incluidos los convenios internacionales?
-Todas las fuentes del derecho. Hoy el juez tiene mayores antecedentes para determinar cuál es el sentido y alcance de la norma. Y de esa manera, yo he jurado respetar la Constitución y la ley viva, no el texto escueto de sus disposiciones, sino lo que la inspiró. Sus garantías, sus principios, en todos los aspectos. Entonces, si hay algunas personas a las que no les parece, es lamentable.
-¿Cree que eso es parte de la evolución que tienen que tener los jueces?
-Es que esto es igual que la pintura. Antes era rupestre, luego en doble plano. Después se fue creando la perspectiva. Posteriormente nacieron otras formas, como el realismo, el cubismo. Después pasa que usted es la concepción de la figura y no necesariamente de una forma. Esto es igual. Es una interpretación. Porque interpretar el derecho es un arte, no es una ciencia.