Por Daniel Greve, crítico de gastronomía y vinos Octubre 23, 2014

La imagen del hombre cazador. En una cueva. En forma de pintura rupestre, como queriendo alimentar el ego del macho alfa. “No somos capaces de digerir carnes crudas. Tampoco de sobrevivir comiendo sólo carnes. Por el contrario, sí podemos comer sólo vegetales, cereales y legumbres, y muchos de ellos crudos”, dice Ignacia Uribe, directora de Vegetarianos Chile (www.vegetarianoschile.cl). “Y es que el ser humano sencillamente no está preparado para comer carne. Y el comer es un acto tan efímero, tan poco duradero, que conviene hacerse la pregunta si vale la pena terminar con una vida sólo por ese placer. Los animales, y está comprobado, tienen sentimientos y conciencia de sí mismos”. ¿Números? “La FAO dice que los animales confinados son responsables del 19% de los gases que genera el efecto invernadero. Que para producir un kilo de carne se necesitan 15 mil litros de agua y entre 15 y 20 kilos de cereales”. Simon Fairlie, ex vegetariano y autor del libro  Carne: una extravagancia benigna, pensaba como Uribe. Hasta ahora. “Nos hemos olvidado de que lo que realmente hacen los cerdos es convertir los residuos en carne. Y que algunos sistemas agrícolas tienen excedentes, restos que convendría mantener en el sistema, como alimento de ganado”, dice. Pero el énfasis lo pone en una dura lista: ¿Por qué comer carne? “Porque el vegetarianismo es insípido y aburrido; la dieta vegetariana noble, pero irreal; y los vegetarianos, carnívoros frustrados -huelen tocino y no pueden resistirse-” . Pero la lección de Fairlie es, quizás, la moderación: “Habrá equilibrio al comer la mitad de la carne, y mantener más o menos igual el consumo de lácteos”. Algo que apoya la cocinera Narda Lepes: “Come más de lo que implica menos esfuerzo, como una manzana; y menos de lo que implica más esfuerzo, como un salame. Una ecuación justa y saludable”.

Carnívoros vs. vegetarianos

El vino vs. los impuestos

En 140 caracteres, Vinos de Chile lanzó una campaña bajo el hashtag #NosGustaElVino. Los argumentos contra el alza del impuesto específico -el triple que el de otros países de la OCDE- son contundentes, y caben en el comprimido formato: “El vino es sano, genera empleo, es parte de la cultura nacional y permite el desarrollo regional”. Amén.

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