Por Antonio Díaz Oliva Mayo 2, 2013

Pasó de chica Bond, a chica sci-fi y ahora es la musa de Terrence Malick. Así ha sido el alza de Olga Kurylenko (33), actriz que aún tiene algo de secreto mejor guardado de Hollywood. Aunque no por mucho tiempo. Porque ahora la podemos ver en Oblivion (ah, Tom Cruise y sus papeles afines a la cienciología) o en To The Wonder, lo último del siempre indescifrable y luminoso Malick (La delgada línea roja, El árbol de la vida). A eso hay que sumarle que la conocimos/vimos por primera vez en Quantum of Solace, donde interpretaba a Camille Montes, una agente secreta boliviana que colabora con el señor Bond, James Bond. Así, Kurylenko -que nació en Ucrania y se fue a trabajar como modelo a Francia, desde donde mandaba dinero para mantener a su madre (su padre la abandonó a los tres años)- no tiene la típica estética de alguien proveniente de la ex Unión Soviética. Por eso llama la atención. Por ese tono oliváceo y esa leve fragilidad. Y de ahí que Malick la escogiera de nueva musa y, antes de filmar, la obligara a leer Los hermanos Karamazov, El Idiota y Anna Karenina. Y se nota. Kurylenko, de hecho, perfectamente podría interpretar ciertos roles literarios femeninos. Una posible candidata para heroínas de clásicos ingleses y, especialmente, rusos. Y con eso, de paso, desplazar de una vez por todas a Keira Knightley con su insoportable acento británico.

Relacionados