Por Nono Ayuso Agosto 11, 2011

"Un día me dices bueno / al otro me dices no sé / un día me dices quiero / al otro me dices tal vez"… La sala Costello de Madrid está repleta. El público suda el verano español mientras corea "Los adolescentes", el hit de los chilenos  Dënver. En el escenario, Milton y Mariana interpretan sonrientes la canción que les ha dado popularidad y con la que se han ganado un lugar en la escena española. La gente se la sabe, la canta, la vive. Y ellos disfrutan ese momento de conexión. Es su primera escala en su segunda gira por España en menos de seis meses y parece que su regreso viene marcado por el éxito: siete conciertos, uno de ellos en el Festival Contempóranea, el evento más importante de la música independiente en castellano, y una escapada a Londres donde tocarán auspiciados por La Fonoteca, la enciclopedia musical de música alternativa en español que pronto tendrá su franquicia en Chile.

Pero ¿por qué triunfa, ahora, la música chilena en España? La respuesta la compartimos todos los que hemos vivido su evolución: su tono näive, casi infantil, mezclado con unas letras oníricas y sumado a la curiosidad que despierta el durante años ignorado país han hecho que esta "nueva ola", por la que circulan nombres como Javiera Mena, Perrosky, Gepe, Protistas o Fernando Milagros, sea considerada un must dentro de la modernidad hispana. Si una cosa atrae a los españoles de esta corriente es esa mezcla entre lo original y desconocido, todo en un territorio común: el mismo idioma.

Este idilio que se vive entre los aeropuertos de la música independiente chilena y la española es muy reciente. Si nos remontamos a hace cinco años el calado era ínfimo, casi inexistente. Es más, era impensable que una banda chilena acaparara tanta expectación entre el público español. Y de locos que tuviera dos giras en  seis meses. Punto y aparte. Porque aquí llega el factor clave: el año  2010,  el año en el que los amantes de la música pudieron señalar a Chile con firmeza en el mapa.

El boca a boca comenzó a funcionar, los blogs ardían con reseñas de bandas emergentes chilenas, los medios especializados comenzaron a hacerse eco con mayor profundidad y de repente en la escena independiente española todo el mundo hablaba de Santiago como el epicentro de un nuevo movimiento musical. Los clichés habían desaparecido. Ya no se hablaba del Chile musical asociado sólo al Chile de Víctor Jara y Violeta Parra. Se hablaba de gente joven que tenía cosas que decir.

Como si de una campaña publicitaria se tratara, en ciertos círculos no eras nadie si no los conocías: se desató la "chilemanía". Y esto ha dado sus frutos este año. El Primavera Sound programa a muchos de ellos, en los Premios de la Música Independiente se incluye una nominación al mejor artista chileno (lo gana Javiera Mena), conquistan las portadas de revistas y el mejor premio: abarrotan sus conciertos.

Ahora queda que esta "nueva ola" se mantenga y no se devore a sí misma por el efecto hype y que jamás se agote en el puente aéreo su particular estilo musical.

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