Por Alejandro Alaluf Agosto 27, 2015

En 1992, en la película Sneakers, Robert Redford era un hacker que utilizaba su voz como pasaporte de acceso. Pura biometría. Pero por algún extraño motivo, ésta aún no ha logrado despegar como tecnología masiva. Sabemos de su existencia, muchas veces la utilizamos sin darnos cuenta mayormente y también está presente en algunas plataformas y dispositivos móviles actuales, como el iPhone o los Galaxy, de Samsung. Microsoft también la va a implementar en su proyecto Windows Hello a través del reconocimiento facial, pero la biometría aún no tiene ese deseado carácter mainstream.

Al contrario, métodos de autenticación, como poner el dedo o el ojo en un scanner, para muchos aún siguen siendo algo que sólo funciona en las películas de ciencia ficción. Y pensar que a la larga es hoy la forma más segura para lograr un proceso de autenticación. La base biométrica más grande del mundo está en la India. Allí, más de 600 millones de habitantes ya tienen su identidad digital, y se espera que se cubra la población completa de ese país en sólo unos años más.

La duración de esa identidad es por toda la vida. No hay necesidad de renovaciones ni papeles. Todo puede ser comprobado desde cualquier parte, en tiempo real. Y es cosa de imaginar los beneficios si se aplicara ese modelo en cualquier contexto de control poblacional. Parte de lo que son las ciudades inteligentes. O sencillamente acceder a alguna cuenta. Recordar una contraseña nunca más sería necesario. 

Es cierto que la biometría en Chile se ve aplicada principalmente a trámites electrónicos como firmas o pagos de bonos de isapres. Pero las posibilidades son mucho más vastas. La empresa local TOC.cl justamente está trabajando con la PDI en tecnologías biométricas en donde se van a poder utilizar ondas cerebrales para profundizar el cruce de evidencias. Biometría y neurociencia. Esa será la verdadera conexión para acceder al mañana.

www.biometricsinstitute.org

 

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