Por Alejandro Alaluf Agosto 13, 2015

Hace algunos días, la revista Time tuvo su portada más comentada en el último tiempo. En ella, aparece el fundador de Oculus, Palmer Luckey, quien reiniciara la locura por la realidad virtual, saltando jubilosamente en una playa fotoshopeada. Desde que lograra financiar su compañía en Kickstarter y, luego, venderla a Facebook en dos mil millones de dólares, Luckey se ha transformado en una especie de mesías tecnológico, con la realidad virtual (y su contraparte, la realidad aumentada) como motor de la industria en el futuro. Estamos ad portas de una revolución tecnológica. No sólo lo digo por experiencia. Además, lo he visto en la gente a la que he mostrado un aparato de realidad virtual. Desde mis padres, analfabetos digitales, a amigos que nada tienen que ver con el mundo tecnológico. Todos quedan boquiabiertos, ya sea en una sala de cine virtual, recorriendo bosques en Canadá o en medio de una pelea junto a The Avengers. Hay varios líderes de la industria (Sony, Google, HTC, Razer, Zeiss, entre otros) que ya están produciendo sus propios aparatos, hasta ahora este es el único disponible: el Samsung Gear VR, cuya principal característica es que utiliza el Samsung Galaxy S6 como pantalla y motor del sistema. El resultado, literalmente, maravilla.

La gracia es que el smartphone se engancha en el aparato, que viene con audífonos y conector USB, se pone sobre la cabeza y listo: ya estamos en el ciberespacio. Existen diversas aplicaciones: viajes y turismo, exploración del sistema solar o de las profundidades del océano, chefs virtuales, salas de cine y, claro, videojuegos que pueden ser controlados con la vista o con un pequeño espacio táctil en el costado de los lentes. Se aprende rápido y todo es muy intuitivo. Pero lo verdaderamente impresionante es la experiencia de inmersión absoluta. El Gear VR ya está disponible en Chile y bien vale la pena probarlo. En serio. Su valor es de $199.990, sin contar el celular, aunque hay varios combos de precios para aprovechar la compra. Les aseguro: vale la pena.

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