Por Alejandro Alaluf Abril 9, 2015

Hace cuatro décadas, Bill Gates y Paul Allen, dos amigos de infancia que compartían un profundo interés por la computación, tuvieron una idea: poner en todas las casas de EE.UU. un computador personal. Un PC. Una máquina digital que ayudara en las tareas domésticas. Ya sabemos cómo les fue. Pero la compañía que por muchos años fue sinónimo de computación (y Windows, Office, Explorer, etc.) está muy lejos de gozar el dominio que alguna vez tuvo. Con Gates dedicado desde hace tiempo a la filantropía, la compañía la dirige hoy el  indio-americano Satya Nadella (47). Y, hasta ahora, mal no lo ha hecho: logró ordenar la casa que el ex CEO Steve Ballmer había dejado revuelta, y ahora lucha por hacer que Microsoft una vez más sea relevante.

Si bien espaldas tiene, la posición de Microsoft dista mucho de Google, Facebook o incluso su archirrival: Apple. Windows sigue siendo el best seller de la compañía y confía en que la próxima -Windows 10- logrará reencantar al público, aunque el escenario de los sistemas operativos cada vez esté más fragmentado. Pero existen otras líneas de negocios, desde la Xbox One a su división de dispositivos móviles (lo que quedó de Nokia), que pueden inyectarle nueva savia a sus venas. Por lo pronto, Gates les envió una carta a los trabajadores de Microsoft justamente enfatizando que, más allá de lo que han hecho, lo que más importa hoy es “qué vamos a hacer ahora”.

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