Por Alejandro Alaluf Septiembre 11, 2014

Es una tradición: como todos los años, Apple generó tremenda expectación en las semanas previas a su evento anual de presentación de productos. Algo desproporcionado si consideramos que hace demasiado tiempo Apple no sorprende.

Este año no fue la excepción. Tras la rápida evolución de su competencia y habiéndose estancado en un modelo que poco ha variado, las expectativas para el iPhone 6 eran altas. Se rumoreaba que al fin Apple iba a quebrar el tamaño tradicional de sus aparatos, y así fue. Entendió lo que el mercado demandaba y creó un iPhone de 4.7”, además de una versión cuasi phablet de 5.5”. La novedad: Apple se está poniendo al día. Fuera de eso, mejoras menores y variaciones de diseño más bien cosméticas, junto con la presentación de Apple Pay, un sistema de pago electrónico restringido y sólo disponible en EE.UU., que no es otra cosa que transacciones vía NFC, función que los teléfonos con Android ofrecen hace años. Es decir, el iPhone 6 puede ser el lanzamiento más conservador de Apple. Pero no fue la vedette del día. Ese cetro se lo llevó algoque también se esperaba: un reloj inteligente, Apple Watch. Es la entrada oficial de Apple al hasta ahora poco convincente mercado de los wearables. El reloj se ve mucho más estilizado y superior en funcionalidad que sus contrincantes Android. Sin embargo, al igual que su competencia, sin un teléfono cerca son un mero accesorio. Apple no ha reinventado la rueda con los relojes inteligentes. Aparentemente, los mejoró un poco más, aunque habrá que esperar recién hasta ¡el próximo año! para saber la verdad.

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