Por Paula Molina Agosto 29, 2013

“Las personas van a tender a buscar los medios que reflejen sus propias opiniones, incluso más que antes. La prensa tiene que hacer el esfuerzo de reportear honestamente la naturaleza de los argumentos de cada lado”.


Los diarios norteamericanos eran poderosos, y en alguna medida todavía lo son. Los grandes periódicos gozaban de una combinación de dinero y profesionalismo. El periodismo en Estados Unidos era un excelente negocio, que se autoimponía estándares de independencia, rigor y ética. Los avisadores financiaban el negocio porque no tenían otro lugar mejor donde ir. Los dueños de los medios tenían el poder y el prestigio. Jack Fuller estaba ahí y está seguro de que ese mundo se acabó. 

Fuller es un periodista de la vieja escuela. Nació en 1946. Fue director del Chicago Tribune -uno de los 10 periódicos más grandes de Estados Unidos-, ganaría un Pulitzer y en 2004, para su retiro, sería el presidente de la compañía que publica el Tribune y Los Angeles Times, entre otros. En el intertanto, se tituló de abogado en Yale en 1973, y partió a Vietnam como soldado y corresponsal. 

30 años más tarde, y un par de semanas después de que Jeff Bezos, el magnate fundador de Amazon.com, sorprendiera a la industria con la compra del Washington Post en 250 millones de dólares (y el New York Times vendió el Boston Globe por el 6% del valor que pagó por ese diario en 1993), Fuller está en el centro de Santiago. La Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales cumplió 25 años y Fuller dio una charla sobre la crisis de los medios impresos norteamericanos. “Pasé mi vida en un negocio que era distinto al de hoy”, dice. “Es interesante lo que pasa, los esfuerzos que están haciendo por encontrar un nuevo modelo de negocios”.

Fuller recuerda que desde fines de los 60,  la profesionalización del periodismo se tradujo en medios que estuvieron a la altura de los desafíos de la época. “Me siento afortunado de haber trabajado en esa época, aunque no hay que idealizar: también había presiones, no siempre se hacía lo correcto, pero al menos varios lo intentaban”.

Llegó a trabajar al Washington Post la misma mañana en que se comenzaron a publicar los artículos del caso Watergate, y dice que “había una sensación de orgullo” en la redacción. Dice, sin embargo, que una de las consecuencias del caso -y de la reacción del presidente Nixon- fue que “la prensa decidió convertirse en adversaria del gobierno. Y eso no es profesional, no somos adversarios de nadie, somos independientes”. 

-Era un periodismo profesional, pero no perfecto…

-No, se enfrentaban serias presiones y se cometieron errores. No eran perfectos, pero hacían un intento serio por tomar las decisiones apropiadas, mantener estándares éticos. Trataban de ser neutros, directos y honestos intelectualmente. Trataban de reflejar la realidad, de ser cuidadosos con los datos.

-Y luego vino internet.

-Y luego las cosas cambiaron. Vino internet y cuestionó los elementos principales de ese periodismo que se había construido desde principios de siglo. Así que estamos en un momento incómodo. No se trata sólo de los problemas financieros de los grandes periódicos, se trata de que la competencia en internet hace más difícil mantener los estándares profesionales, de que no hay tiempo para corroborar la información.

-Pero la prensa tradicional tenía menos diversidad que internet.

-Mirando hacia atrás se puede decir que las ideas de profesionalismo sólo eran posibles en una industria muy concentrada. Sólo ahí era posible vivir bajo esos estándares, porque todos los cumplían. Aun en Chicago, el tabloide con el que competíamos creía básicamente en lo mismo que nosotros: verificaba su información, tenían honestidad intelectual. Éramos dos medios distintos pero vivíamos bajo las mismas leyes. Pero en internet compites con personas que no conocen o no comparten esos estándares. Y lo que estamos haciendo es tratar de ver qué aspectos de una prensa ética y profesional todavía son válidos, a qué estándares nos tenemos que aferrar y cuáles tenemos que adaptar si queremos hacer el trabajo, captar la atención de las personas e informar en este nuevo mundo.

-Si los avisadores se van, quedan las personas, que podrían pagar por la información en internet, como  trata de hacer el New York Times con su muro de pago. ¿Cree que eso vaya a funcionar?

-Cuando yo estaba en el Tribune y compramos Times Mirror, teníamos un montón de diarios muy buenos: Los Angeles Times, el Chicago Tribune, el Baltimore Sun, y yo pregunté si teníamos que cobrar por el contenido que poníamos en internet. En realidad la pregunta era, si nosotros empezábamos a cobrar, ¿nos seguirán los demás? Porque si éramos los únicos que cobrábamos y los demás seguían gratis íbamos a destruir nuestra audiencia. Yo di un paso atrás, porque además era muy riesgoso desde el punto de vista accionario. Si cobrábamos y fracasábamos, destruíamos nuestro futuro. Así que no lo hice. Y creo que los diarios no estaban listos para cobrar en ese momento. Pero si al principio todos hubiéramos decidido que cobraríamos al menos un poco, en vez de darlo todo gratis, ¿qué habría pasado?, ¿habría sido diferente? Ahora sabemos que vamos a tener que cobrar algo por lo que publicamos en internet, ¿será suficiente?, ¿cuánto periodismo paga lo que podamos cobrar? No sé.

-¿Qué señal entrega la venta del Washington Post?

-El Washington Post estaba perdiendo dinero y creo que sus dueños (la familia Graham) vieron que si seguía así terminaría recortando el presupuesto hasta estrangular a su redacción, porque una compañía no puede seguir perdiendo dinero por mucho tiempo. Y eligieron vender el diario a alguien que ha sido ampliamente exitoso en este nuevo ambiente y quien, creen, también se preocupa de los aspectos públicos. Había un 100% de opciones de que el Post terminara destruido si se mantenía tal como estaba. Ahora que está en las manos de Bezos, las opciones de que termine destruido son menos del 100%.

-¿Qué cree que podría hacer Bezos?

-Nadie sabe. Porque Bezos no se formó como un periodista, no tiene los instintos de un periodista, aunque podría desarrollarlos, quién sabe. Pero lo interesante es que habrá alguien que va a experimentar cómo seguir haciendo este trabajo y tener éxito financiero. Espero que le vaya bien.

-¿Si el de hoy es un nuevo mundo, hay algo del antiguo que debamos conservar?

-Lo que yo creo que es importante: primero, verificar los datos. Hay mucha presión para publicar historias de las que nadie sabe nada. Verificar es una marca importante y hay que volver a ella. Los periodistas tienen que distinguirse por eso. Decirles a las personas “lo que escuches aquí va a estar correcto. Quizás no seremos los primeros, pero sabrás que es verdad”.

“Lo segundo”, agrega luego, “es la honestidad intelectual en el debate público. Las personas van a tender a buscar los medios que reflejen sus propias opiniones, incluso más que antes. La prensa tiene que hacer el esfuerzo de reportear honestamente la naturaleza de los argumentos que sostienen las distintas opiniones. Porque de otra forma vamos a tener esta dosis diaria de propaganda de derecha e izquierda. Está bien que exista, pero necesitas al menos alguna institución que trate de ser honesta”.

-Usted también habla de “recuperar la confianza”…

-Hoy es más importante que nunca que el periodismo tenga la confianza para decidir qué información es importante para las personas. Es difícil captar la atención de las personas, pero no es profesional plantearse seguir sólo lo que llama la atención. Alguien tiene que decir “esto es importante que la gente lo sepa hoy”. 

-Pero las personas pueden usar Twitter, informarse entre ellas.

-Es la teoría. Pero yo preferiría que me informara alguien que sabe lo que hace. Piensa en las policiales: alguien mata a otro en la calle. Vas a reportear y preguntas qué pasó. Unos dicen una cosa, otros dicen otra, otros dicen que vieron lo que no vieron. Un periodista reportea. No es fácil cubrir policiales, pero es rutinario. Y esa rutina requiere una cierta habilidad. Eso es lo que perdemos.

-En Chile, hay periódicos que todavía tienen avisos clasificados...

-¿Todavía? Qué suertudos. Eso no va a durar para siempre. Internet es una manera extremadamente eficiente de vender avisos clasificados y publicidad. Parece que hubiera sido hecha para eso. En Tribune hicimos dos negocios en torno a avisos clasificados en internet, y la participación del Tribune en esos negocios hoy vale casi tanto como todos sus periódicos.

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