Por Valeria Bastías Marzo 21, 2013

“Programar para Android o iOS no es difícil. Lo complicado es vender las aplicaciones, porque los usuarios no están acostumbrados a pagar, aunque cueste $ 500”, dice Sebastián O’Ryan, de Cowork.

Bastó una llamada telefónica para que Paul Beelen y Sander van der Voorde, dos holandeses radicados en Chile hace años, se decidieran. Tras una hora de conversación, concluyeron que sería útil concentrar en un solo lugar todos los descuentos que una persona tiene por ser cliente de un diario, un banco o una multitienda. A ellos, que también pertenecían a clubes con beneficios que nunca aprovecharon, se les ocurrió georreferenciar los descuentos y agruparlos en una aplicación móvil para iOS y Android. Así nació Dongo. 

Para obtener el capital para desarrollarla,  vendieron sus autos. Ocho meses después consiguieron un inversionista y en febrero de 2012 lanzaron la primera versión, la que hasta el momento ha sido descargada por 28 mil usuarios. “La app sigue evolucionando y la versión que existe hoy es muy diferente a la que lanzamos el año pasado”, dice Beelen, que asegura que va camino a ser un negocio rentable. Y agrega: “Estamos facturando desde hace algunos meses. No estamos en números azules aún, pero nuestro modelo de negocios se está validando, cosa que es fundamental en esta etapa”.

Beelen y su socio son dos de los muchos desarrolladores que están trabajando hoy en Chile en la generación de aplicaciones móviles que se venden en Google Play, App Store de Apple, Marketplace de Microsoft o App World de BlackBerry, las tiendas virtuales de apps. Y en esta apuesta, los números están con ellos: la penetración por habitante de los smartphones se acerca al 20%, según el último informe de la Subsecretaría de Telecomunicaciones, y de los usuarios, el 60% estima importante poder descargar aplicaciones, de acuerdo a la última radiografía de vida móvil hecha por el Instituto de Sociología de la UC para Movistar. “Si bien estamos aprovechando todas estas cifras favorables para crecer en esta área, lo que falta es conocimiento sobre cómo rentabilizar y comercializar el desarrollo de aplicaciones móviles”, dice Yerka Yurich, gerenta general del Interactive Advertising Bureau (IAB) en Chile. “A diario nacen grandes ideas, pero no contamos con una industria para desarrollar este tipo de nuevos productos a nivel local”.

 

Problema de fondos

Son las dos de la tarde y en una de las salas de reuniones del centro de emprendimiento Cowork, en Las Condes, está un grupo de desarrolladores nacionales -Nicolás Palacios , de ePig Games; Juan Eduardo Zumarán y Carlos Gaete, de Snapzel; y Julián Larrea, de Loading Play; más Sebastián O’Ryan, socio fundador de Cowork- hablando de cuáles son las principales barreras de entrada al mundo de las aplicaciones. La mayoría coincide en que el principal obstáculo es conseguir recursos. Tanto reclutar inversionistas para financiar el desarrollo como lograr que los usuarios paguen por el servicio. “Programar para Android o iOS no es lo difícil, basta con conocer los códigos y hacerlo. Lo complicado es vender las aplicaciones porque los usuarios no están acostumbrados a pagar, aunque cueste $ 500 una aplicación”, dice O’Ryan. El grupo concuerda en eso y también en que los usuarios de iOS son quienes tienen más arraigada la cultura del pago.

Para entrar a estas tiendas virtuales, los desarrolladores deben pagarle a cada compañía. Google sólo les cobra US$ 25 para usar de por vida su plataforma, mientras que con Apple deben pagar US$ 99 dólares anuales y en el caso de Microsoft es gratis para estudiantes, o cuesta al año US$ 49 para personas y US$ 99 para compañías. 

Este costo es bajo si logran crear una aplicación exitosa y establecer un modelo de negocios rentable, pero ésa es la complicada ecuación que deben resolver los desarrolladores. “Están medio perdidos con el modelo de negocios. Al principio se creyó que logrando la mayor cantidad de descargas posible se iba a ganar plata, pero con la quiebra de muchas empresas, se dieron cuenta de que no era tan fácil”, comenta O’Ryan. Actualmente las apuestas corren por el modelo freemium, que consiste en la descarga gratuita de la aplicación para  luego ofrecer una versión premium del mismo servicio por la que sí hay que pagar. Otro modelo muy usado, sobre todo para apps de juegos, es el de in-app purchase que parte con la descarga gratis de la aplicación, para de a poco comprar ítems que permiten que ésta corra más rápido o que desbloquee ciertas funciones. El modelo publicitario puro, que recurre a banners, aún no ha logrado generar ingresos.

Hasta ahora, las apps más exitosas del mercado chileno son aquellas relacionadas al comercio y los descuentos. Como es el caso de Dongo y también de Happyshop. Esta última permite pagar con teléfonos inteligentes en una red de mil tiendas, restaurantes y otros locales adheridos, y fue lanzada para dispositivos iOS  y Android. “En septiembre de 2010 contraté a un programador de India para construir un prototipo de Happyshop. Una vez que estuvo listo postulé al capital semilla a través de IncubaUC y hablé con mi jefe en ese entonces, que se sumó al proyecto como inversionista”, dice María Paz Gillet, cofundadora de Happyshop. La aplicación fue lanzada en noviembre de 2011 y hasta el momento ha sido descargada 300 mil veces. La meta es alcanzar las 800 mil descargas para fines de 2013. Y sólo en su primer año de funcionamiento, Happyshop reportó ganancias cercanas a US$ 1 millón , las que fueron reinvertidas en el desarrollo del modelo de negocios y la plataforma tecnológica. 

Otra aplicación que va tras este segmento es Kuapay, que permite al usuario ocupar su smartphone -tanto en línea como de manera presencial- como medio de pago, al almacenar la información de sus tarjetas de crédito y débito. Es decir, convierte al teléfono en una billetera móvil. Eso sí, para que la aplicación pueda operar, es necesario que Transbank, la empresa que en Chile controla el 100% de los procesamientos de las tarjetas bancarias, los autorice. “El mayor desafío ha sido trabajar con Transbank. Desde 2011 estamos en eso, convenciéndolos y demostrándoles que la tecnología funciona, es rápida y segura. Ese trabajo nos ha permitido montar el piloto que tenemos funcionando en Chile”, dice Rodrigo Solís, country manager de Kuapay, que fue creada a fines de 2010 por el español Joaquín Ayuso de Paul y la chilena Catalina Mayorga. Actualmente está disponible para iPhones en California, Santiago y Madrid, las que fueron elegidas como plataformas de lanzamiento para la expansión del servicio.  

 

La oportunidad es hoy

Hace un mes atrás, la Unidad de Modernización y Gobierno Digital del Ministerio Secretaría General de la Presidencia lanzó iTransantiago, la primera aplicación oficial del sistema de transporte, disponible de manera gratuita en el App Store y que fue creada por un desarrollador de la unidad que poseía las competencias para hacerlo. “El año pasado, según la Subtel, hubo más de 6 millones de IP distintas conectadas, lo que indica que el camino del desarrollo va para allá”, señala Andrés Bustamante, director de Gobierno Digital, quien dice que no hay por el momento otros proyectos en marcha para crear aplicaciones para smartphones. 

iTransantiago se sumó a Micro (disponible en Google Play), Cuánto Falta (App Store); y TransantiagoMaster (la única disponible para todos los sistemas operativos), otras apps inspiradas por el criticado sistema de transporte público. “Para cualquier área que trabaje con informaciones de uso común y masivo es útil el desarrollo de aplicaciones. Por ejemplo, en todas las reparticiones públicas relacionadas con el servicio, como Transantiago, Fonasa y Sernac, para que su información estuviera más disponible y cercana a la gente”, comenta Yerka Yurich, de IAB. 

La falta de una estrategia en el gobierno y la lentitud con que las empresas han reaccionado es un reflejo de cómo en este naciente mercado quienes llevan la delantera son los desarrolladores y los mismos usuarios, para quienes su smartphone es un producto básico para realizar sus actividades diarias. “El mercado ha aumentado y las empresas están tomando conciencia de la importancia, no sólo de los dispositivos móviles como medio, sino también de la relevancia de invertir en aplicaciones específicas”, dice Yukich. “Pero el crecimiento no ha sido igualitario. Existen más desarrolladores que inversión disponible, por lo que, sin duda, falta un impulso de mercado y un know how de parte de los desarrolladores y empresas en comercializar este tipo de productos”. Ésa es la tarea pendiente.

 

 

Esas buenas ideas

Éstas son otras apps nacionales que han tenido éxito más allá de Chile.

ePig Games:

Los hermanos Nicolás y Diego Palacios junto a Andrés Cortés  crearon esta saga de juegos para smartphones y tabletas que tiene como protagonista a un chanchito aventurero. ePig Dash es su aplicación más exitosa:  dos semanas después de su lanzamiento en el App Store, logró más 600 de mil descargas, de las cuales 70 mil fueron en el país. Además, estuvo en el primer lugar del ranking de juegos en 16 países, entre ellos México, Italia y Holanda.  La empresa ya prepara su noveno juego y está trabajando en el merchandising del chanchito.  

Number Run: Ignacio Schiefelbein desarrolló esta aplicación en la que el usuario debe resolver diversos problemas matemáticos para llegar a la meta. Luego de su lanzamiento, a fines de 2012, estuvo tres semanas en el top ten de las apps de educación del App Store. Aunque su peak inicial de ventas ya pasó, la siguen comprando colegios de Estados Unidos. Hoy, la aplicación ofrece un descuento de 50% para instituciones educacionales, y hasta el momento le ha reportado $ 3.500.000 a Schiefelbein, quien sólo gastó su tiempo libre. 

Prensafútbol: Otra app para iOS que entrega noticias y resultados deportivos, y tiene más de 70.000 usuarios mensuales. Es una de varias que ha creado Felipe Saint-Jean, quien hoy trabaja en Nueva York en una startup llamada bContext.

 

 

Relacionados