Por José Ignacio Stark Marzo 21, 2013

“Hoy puedo ver dos tendencias: la primera es que los costos están bajando. La otra es que muchos operadores ya no quieren gastar dinero en subsidios para que los equipos cuesten menos”, dice el hombre de Android.

 

John Lagerling se mueve con soltura entre los pasillos del enorme recinto ferial de L’Hospitalet de Llobregat, en Barcelona. Es uno más de los setenta y dos mil asistentes al Mobile World Congress 2013. El año pasado, quizá, era más difícil pasar tan desapercibido: el pabellón de Google era como ingresar a la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Muchos dulces y sándwiches de helado gratis, toboganes, cristales Swarovski y robots demostraban el buen momento que vivía su plataforma móvil.

El panorama este año es radicalmente distinto. El director de alianzas globales de Android está sentado en un pequeño cubículo de seis por cuatro metros que carece de todo signo externo de ser la casa de Google en la cita mundial de la industria.  

¿No están en la feria como en 2012?, pregunto. “Nuestros socios hacen muy bien el trabajo de poner a Android en el lugar que corresponde, entonces tener un espacio exclusivo para nosotros no tiene sentido”, contesta Lagerling. “Pero ya lo ves, estamos aquí”. 

Y se nota.  

En Barcelona, Android es rey. Por aclamación popular -hace algunos días pasó la barrera de los 750 millones de activaciones- y por el dominio que, justamente, sus socios tienen en el piso de la feria: Apple jamás ha pisado terreno catalán y la presencia de Windows Phone está en manos de Nokia.   

Sin Samsung ni HTC haciendo grandes anuncios, el foco se volcó hacia un segmento olvidado entre los lanzamientos de superteléfonos con pantallas gigantes y procesadores de múltiples núcleos: el de los usuarios promedio, que no necesariamente buscan lo último, sino algo que les permita estar siempre conectados sin gastar de más.  

“Cuando comenzamos con Android, una de nuestras misiones era crear un sistema operativo que pudiera crecer rápida y mundialmente, que tuviese como denominador común funcionar tanto en teléfonos de gama alta y baja”, cuenta el hombre de Google. “Estoy contento porque (Android) ha sido una puerta de entrada a la internet para miles de personas, sobre todo en mercados emergentes, como África y Latinoamérica. Y sabemos que los próximos mil millones de usuarios se van a conectar desde sus teléfonos; por eso, para nosotros es importante ofrecerle a la gente una experiencia con la web de verdad en sus teléfonos, no sólo una pequeña parte ella”.

El golpe claramente es para Firefox OS, quien abrió la feria con frases incendiarias de las operadoras que lo apoyan, entre ellas, Telefónica. Su presidente, César Alierta, sin que Google ni Apple salieran de su boca, justificó su apoyo al proyecto de la Fundación Mozilla diciendo que “las reglas del mundo digital aún no estaban escritas” como para aguantar que dos ecosistemas se repartieran entre ellos la torta del mercado de teléfonos inteligentes. Y las operadoras, claramente, van por más.

Dice Lagerling: “Hace cuatro años el escenario era radicalmente distinto. Pero hoy puedo ver dos tendencias claramente: la primera es que los costos están bajando; la otra es que muchos operadores ya no quieren gastar dinero en subsidios para que los equipos cuesten menos; prefieren hacer inversiones en la red o para bajar los precios de acceso”. Ahí es, dice el ejecutivo, donde entran los teléfonos que este año llenaron la feria, como una oportunidad para rentar con un nicho que permanece siempre cautivo, pero tiene miedo -o derechamente, mira de lejos y hacia arriba- a lo nuevo. Pero en Google tienen dudas sobre cómo les puede afectar. “Me preocupa que existan teléfonos que intenten llamarse smartphones y no lo sean. Nosotros vamos a seguir empujando los precios hacia abajo, pero siempre cuidando que la experiencia que tengan los usuarios con Android sea cien por ciento usable. Ése es el valor real de lo que nosotros entregamos”. 

Hace dos años, Latinoamérica no era un foco para Android. Pero al mirar los números, que indican que la penetración ha crecido “entre un 200 y 300%” con respecto a años anteriores, la región “volvió a estar en el mapa” para Google.  

Si bien los equipos de sus partners llegan en masa a nuestro país y la región, recién ahora veremos la llegada del último integrante de la línea Nexus, fabricado por LG. ¿Por qué? Es difícil para Google mantener aquí la relación de precio-calidad que se impusieron al crearla, además de las taras regulatorias de cada mercado. “Voy a ser bien honesto”, explica. “Somos un equipo bastante pequeño: no fabricamos equipos, ni los vendemos. Creamos la línea porque queríamos algo único, y tenemos, como compañía, un modelo de negocios distinto; lo nuestro es la búsqueda, la publicidad contextual y distribuir contenidos, pero no somos capaces de hacernos cargo de poner a la venta y despachar teléfonos y tablets”.

¿Y fabricar los teléfonos y tabletas Nexus ellos mismos podría ser una solución? No por ahora. “Soy responsable de las alianzas, y al unirnos a LG, Samsung y Asus para crear la línea Nexus me sorprenden los resultados. No es que compitamos contra ellos, sino que logramos generar en conjunto equipos que van por un ángulo distinto a lo que ellos ofrecen hoy en el mercado”. 

Otra arista es el contenido multimedia. En Chile y Latinoamérica, Google Play funciona sólo como distribuidor de aplicaciones, mientras Apple ofrece desde el año pasado música y películas a los usuarios de iOS. Pero por ahora los esfuerzos son otros. “Sabemos que el contenido gratis es importante, pero estamos trabajando con los operadores en los lugares donde la gente no puede o no quiere usar sus tarjetas de crédito, para que puedan acceder a Play con cargo a sus cuentas mensuales”. 

De la nada, Lagerling salta a los juegos con entusiasmo. El tema no es menor para una plataforma que, además de estar en teléfonos, tabletas y en televisores inteligentes, este año verá estrenar dos proyectos de consola basados en Android: la Ouya, financiada por una campaña en Kickstarter, y el Proyecto Shield, de Nvidia. “Me gusta mucho jugar, y creo que no hay excusas para que títulos grandes estén fuera de los equipos que hay en el mercado”, explica. “Creo que hay cierta dificultad alrededor de los controles de la consola y de adaptar el clásico estilo de jugabilidad a la tecnología touch, que no siempre tiene sentido en la pantalla táctil de un smartphone. El hardware es totalmente capaz, por lo que creo que lo que queda es pedirles a los desarrolladores que innoven en este campo”.

El momento es preciso para preguntarle sobre el rumor del teléfono X de Motorola, dedicado, dicen, cien por ciento a ser una plataforma de referencia para jugar, con componentes personalizables y fuertemente subsidiado. Lo piensa unos segundos. “Es la primera vez que lo escucho. Creo que voy a tener que ir a preguntarles”. Y se ríe. 

 

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