Por Víctor Hugo Moreno // Fotos: Esteban Zúñiga Enero 26, 2018

Han pasado un par de horas desde que Sebastián Piñera diera a conocer su gabinete, y en la oficina del diputado RD Giorgio Jackson (30), ubicada en el piso 6 del Congreso, resalta una pizarra blanca con algunos nombres y flechas repartidas. Ahí aparecen escritos con plumón azul los apellidos Moreno y Varela, y a su lado las palabras Penta, CPC para el primero; columnas, El Líbero para el segundo. El joven parlamentario fue el primero en recordar en redes sociales los polémicos escritos del nuevo titular de educación, resaltando aquel que trataba como “Garotas de Río” al Frente Amplio (FA). La primera búsqueda en Google de Giorgio y su equipo fue lapidaria.

Y ese mismo día el Frente Amplio iba a anunciar que no competirían por un cupo para la mesa. Por razones de mala coordinación el anuncio no se hizo como se pensaba sino hasta el día siguiente. Jackson, en esta conversación con QP, explica las causas políticas y estratégicas de la decisión, y de paso traza las líneas que debiese seguir el FA para sobrevivir en el tiempo y no morir en el intento.

—Se cumplió un año de la creación del FA ¿cuáles son las lecciones que se pueden sacar en limpio de todo este proceso?

—En este año de vida que tiene el FA hemos crecido mucho, forzados quizás por la contingencia electoral, hubo que hacerlo de manera muy acelerada, tanto los partidos al interior del FA como el conglomerado, y eso significó, por un lado, tener que saber y aprender a administrar diferencias que quizás no estaban expuestas, pero también en cuanto a los tonos y las confianzas que también hay que tejer en una agrupación política. Mi balance es que fuimos muy exitosos en lo electoral y en dar con una tecla que le faltaba a la política chilena tanto en la renovación y además en temas de fondo.  Los desafíos que nos depara es ver cómo sacamos lecciones de todo lo que nos pasó el año pasado.

—Una de las cosas más complejas precisamente sigue siendo la forma de resolver estos conflictos, ha pasado harta agua bajo ese puente: el caso Mayol, ahora el tema de la mesa de la Cámara, ¿cuál será, en concreto, esta nueva forma de organizarse que deben tener?

—Estamos viendo cómo lo vamos a administrar, haciéndonos las preguntas correctas, pero no abundan las certezas en cómo resolver conflictos, sino más bien inquietudes o experiencias previas que no queremos que se repitan y eso nos está dando el marco de advertencia sobre las cosas que no queremos que pasen o ciertos aspectos de nuestra convivencia que sí son sanos de mantener, de horizontalidad, participación. Ahora, no es lo mismo tener tres parlamentarios que 20, porque aumentan las posibilidades y la frontera del desorden.

       El 11 de marzo ya comenzará una prueba, hoy día todavía la entropía le ha ido ganando un poco al orden y vamos a tener que ir poniendo ciertas normas

—Se está en pleno proceso de negociación por la mesa y ustedes finalmente desecharon la opción de presidirla y tú en particular, como representante del FA.

—Como FA anunciamos que no tenemos ninguna aspiración para ocupar los espacios de la mesa, sino más bien queremos poner todo nuestro énfasis en favorecer un acuerdo administrativo que sea de oposición para que Piñera, con el gabinete que anunció, no tenga toda la fuerza para llegar y avasallar. Con ello queremos abocarnos a nuestras comisiones y poder cumplir nuestro rol desde ahí y liderar algunas de ellas, pero no con esta dinámica en la que hemos estado por la disputa de la presidencia que para nosotros no tiene ningún sentido. Como bancada nos dimos cuenta de que esto se transformó en algo problemático, instalándose en los medios una tensión innecesaria de un espacio, en este caso, la presidencia de la Cámara, que si no tienes fuerza suficiente ni cohesión suficiente detrás de una mesa es un espacio que puede resultar estéril. Mi nombre nunca se propuso en la mesa del FA, nunca alcanzamos a discutir ni esa ni otras opciones. Dado que todo esto había sido objeto de tensión mediática interna, muy alimentada en las redes sociales, nosotros decidimos fijar que no es prioridad ocupar un cargo que podría llegar a ser estéril, y favorecer de este modo el entendimiento de las fuerzas que se aprecian como oposición.

—¿Y ahora qué pasará con el tema de la mesa, apoyarán la presidencia de la NM y eventualmente de un DC?

—Estamos llanos a eso, pero dependerá de ciertos temas que ellos consideren importantes y que para nosotros también lo sean. La DC hoy es la bisagra. Nosotros estamos llanos a que exista un entendimiento administrativo para evitar que sea Piñera quien tenga todo el poder. La presidencia era algo más bien simbólico, individual, que no ayuda a cambiarles la vida a las personas y nosotros estamos por tramitar ciertos proyectos, y eso puede ser mucho más importante que ocupar un cargo dándose un gustito.

—Beatriz Sánchez dijo que estas luchas de egos podían ser nefastas para el futuro del proyecto.

—Comparto plenamente eso.

—Pamela Jiles los apuntaba a ustedes por querer el poder y lo hizo saber, ¿Se estaba enredando mucho el ambiente?

—En el ejemplo que das, yo nunca manifesté mi deseo de ser presidente de la Cámara, fue una construcción mediática, una especulación. Ahora debería quedar más que claro que no estamos interesados en ese puesto, y RD empujó que no se siga en lo de la Mesa. Queremos despejar las tensiones que fueron artificiales.

—Pero fue Pamela Jiles quien puso el tema

—Ella dijo que todas las mujeres estaban capacitadas para presidir una Mesa, lo que comparto.

—¿Cómo van a plantearse desde RD como el partido con la hegemonía y la mayoría dentro del FA?

—Hegemonía es más complejo que mayoría. La hegemonía es la construcción de un relato que se impone. Nosotros no ocupamos la lógica de imponernos, desde el inicio de las negociaciones para las listas parlamentarias, hasta la negociación de ahora. Estamos tratando de favorecer un entendimiento en que todos tengan un espacio en el que se sientan cómodos siempre. Hoy estamos tratando de que cada uno de los diputados electos tenga un espacio. Tenemos una mayoría concreta, sí, numérica e irrefutable: somos 8 de 20 diputados y un senador, pero queremos administrar esa mayoría de la manera lo más consciente y responsable con el proyecto frenteamplista.

—¿Ves ese mismo espíritu frenteamplista del que me hablas en las demás fuerzas del FA?

—Es que es bien subjetivo ver cuál es el espíritu frenteamplista. Hoy estamos tratando de que esto sea un espacio de convivencia fraterna, pero sabemos que hay asimetrías, y hay que dar garantías de que no serán ocupadas para avasallar y quienes ejerzan mayorías debemos velar porque eso no ocurra. Ahora, proyectando hacia cuatro años más, deben existir espacios donde se articulen las otras tendencias. De lo contrario, existirá todo el tiempo como un murmullo de que todo lo que sale mal RD es la culpable y eso no es real, y es malo para la construcción de confianzas futuras, pues estamos tratando de que todos estemos en los mismos caminos de confianza.

—¿Por qué se da ese sentir hacia RD que planteas?

—Porque es más fácil. Es una simplificación al problema de administrar el poder, porque si tú administras ese poder y no hay una resolución, quién tiene la culpa: el más grande porque tiene más poder. Eso no ayuda a una buena convivencia y espero que nos dotemos de los espacios necesarios institucionales para resolver estas cosas. Hoy día, después del resultado de las elecciones, obviamente la mesa del FA se ha visto desbordada.

—¿Cuál es el tipo de oposición que debe construir el FA?

—Tenemos que ser una buena oposición. La pregunta es qué es ser una buena oposición, y eso significa ser capaz de reconocer en el otro aquellas cosas que pueden ser un avance; es decir, no obstruir por obstruir, dándose gustitos, porque eso es bien malo para la deliberación democrática. Pero que también seamos una oposición audaz para detectar en todos los proyectos de ley las cosas que vayan en contra de los principios que defendemos, porque es parte del mandato que nos dio la gente. Debemos ser capaces de comunicar al país nuestras ideas y no encerrarnos en el Congreso, y hablarles también a las organizaciones sociales.

—¿Dentro del FA hay un consenso de cómo hacer oposición y actuar así como lo planteas?

—A ver, no creo que haya que abandonar la radicalidad de nuestros principios. Por ejemplo, decir no + AFP parece ser radical para el establishment político, pero para nosotros son objetivos claros. El tema es que si la radicalidad en la forma es un fin es si mismo o no. Yo creo que no. La radicalidad dependerá del objetivo. Es importante que se realice un congreso para definir bien nuestro actuar. El 11 de marzo ya comenzará una prueba, hoy día todavía la entropía ha ido ganando un poco al orden y vamos a tener que ir poniendo ciertas normas de orden interno para poder funcionar mejor, de lo contrario no vamos a parecer una bancada, sino la suma de muchos parlamentarios.

—¿Qué tan importante es hacer un congreso ideológico?

—En conjunto a un congreso orgánico que es algo bien urgente se necesita que, durante estos dos años sin elecciones, además de una consolidación a nivel territorial tenemos que dotarnos de una solidez y madurez mucho mayor de la que ya hemos alcanzado. Y esa madurez pasa por un respaldo ideológico. La parte programática es la punta del iceberg del debate ideológico. Si bien en ese debate vamos a tener divergencias importantes, porque venimos de distintas tradiciones de pensamientos, hay un mínimo común denominador y ese mínimo común debiésemos explicitarlo para saber que lo programático nos une a un horizonte de tiempo. No hemos tenido una discusión ideológica, lo que sí hemos tenido son acuerdos programáticos, pero aún no está respaldado con un marco teórico ideológico.

—¿Es importante que pronto encuentren esos puntos en común?

—Vamos a tener que hacerlo. Si queremos ser alternativa de gobierno,  es imperativo que tengamos que ponernos de acuerdo. Si no somos capaces, esto puede convertirse en una anécdota, y el límite de esa tolerancia a la diversidad será si es que uno o más de los actores no se siente cómodo.

—La gente tiene miedo a ser como Venezuela, y eso se ha logrado asociar a la izquierda y a ustedes, ¿Cómo pueden sacarse ese estigma?

—Es absurdo. Es una construcción social hecha por quienes no quieren al FA, tratar de asociarlo sin ningún tipo de conexión. El efecto finalmente es que las reformas y las transformaciones se asocian a caos. Y eso tenemos que abordarlo. No podemos desentendernos de que hay gente que le teme a la posibilidad de conquistar derechos sociales, porque se asocia a la crisis institucional. No nos gustan las caricaturas.

—¿Cómo ves el estado de los movimientos estudiantiles, crees que pueden volver a tener relevancia?

— El 2011 muchos factores confluyeron y me temo que la provocación con la nominación de Gerardo Varela contribuye a una polarización. Lo que he leído de él es que es un polemista, me temo que intentará dar un giro conservador. El 2011 la arremetida del gobierno fue un factor de unificación, hay que ver qué pasa ahora.

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