Por Nicolás Alonso y Estela López // Fotos: José Miguel Méndez Diciembre 1, 2017

—Hace unos meses lamentó que su generación no hubiera parido un liderazgo como el de Beatriz Sánchez. ¿Qué le falta a Guillier para ser como ella?

—Yo creo que Guillier lo tiene todo. Los dos expresan esa necesidad de perseverar en el camino de transformación social que impulsó la presidenta Bachelet. Ese es un punto medular: la sociedad chilena anhela perseverar en ese camino para constituir una sociedad más equitativa, más justa. Eso se expresó con mucha claridad en la mayoría progresista que reunieron los distintos candidatos en las elecciones. Guillier representa ese camino porque fue el que pasó a segunda vuelta y el que tiene más preferencias para enfrentar a la derecha, que es otro proyecto de país.

—¿Es un mejor candidato que Sánchez?

—Ehh... yo creo que es un excelente candidato. Yo sigo teniendo una muy buena opinión de Beatriz Sánchez, y creo que ella se instala en el panorama político como un actor relevante, del presente y futuro. Es sano que emerjan nuevos liderazgos. Días después de la elección, un alto funcionario de gobierno me dijo: “Ahora sí que se acabó la transición”, porque se jubiló a varios líderes de la transición. Y, junto con el fin de la transición, también es el fin de la generación de la transición.

—¿Es el fin de la Nueva Mayoría?

—Es el fin también de la Nueva Mayoría, hay que construir otra cosa. Yo voté feliz por Guillier, porque creo en el proyecto que él representa. Lo que ocurrió el 19 de noviembre con el Frente Amplio (FA) fue que surgió por primera vez en los últimos 28 años una tercera fuerza política, que cambia radicalmente el panorama político en Chile. El FA es eso, que no lo fue Juntos Podemos, ni el MIDA, ni ninguna otra experiencia de izquierda extraparlamentaria.

—¿Hubiera votado con ese mismo entusiasmo por Beatriz Sánchez?

—Si hubiera pasado a segunda vuelta, por supuesto que sí. Es más, estaría trabajando por ella con el entusiasmo que espero que los del FA trabajen por Guillier, más allá de lo que digan sus cúpulas, porque lo que tenemos en frente es la peor de las derechas y sobre eso no hay que perderse. No gana el país si gana Piñera: lo que habría es un frenazo del camino de transformación social que iniciamos. Hemos puesto en marcha un proceso que nos permite superar la trampa neoliberal, que es lo que uno escucha de fondo en el discurso del FA.

Este no es el Piñera de 2009, que  quería parecerse a la Concertación. Es una derecha que hizo la campaña diciendo “No al aborto en tres causales”, “No al matrimonio igualitario”. Es la derecha más conservadora

—¿Cree que lo que busca el FA no hubiera sido posible sin este gobierno?

—Sin duda. Sin la convicción y el coraje con que la presidenta Bachelet se jugó para no soltar el timón en los momentos más difíciles. Muchos nos decían: terminemos el gobierno tranquilitos, olvidemos la agenda, estamos haciendo muchas cosas, ojalá que termine el mandato nomás. Y quien mantuvo firme el timón fue la presidenta. Esa agenda de cambios es la que permite que nos estemos planteando el fin de las AFP o reponer el fondo solidario en salud.

—Difícil creer que el FA considere eso un legado de ustedes.

—Bueno, yo creo que de a poco las cosas van a ir ajustándose.

***

—Dice que en frente está la peor de las derechas. ¿Coincide con lo que plantea Lagos Weber, que de ganar no vienen sólo por 4 años, sino que por 8 o más?

—Yo creo que sí. Es un proyecto de restauración conservadora, mercantilista y neoliberal, que va a más de cuatro años. Este no es el Piñera de 2009, que quería parecerse a la Concertación. Ahora estamos viendo puntos de inflexión porque están asustados, pero esta es una derecha que hizo la campaña diciendo “No a la gratuidad”, “Sí a las AFP”, “No al aborto en tres causales”, “No al matrimonio igualitario”. Es la derecha más conservadora. Yo creo que tenían tanta confianza en el triunfo, tanta confianza en el triunfo...

—Lo que no quedó claro en la primera vuelta es cuál es la ideología de Guillier.

—Yo creo que lo que vimos en el discurso de esta semana es muy claro y nítido. Hay guiños que recogen elementos del programa de Carolina Goic y de Beatriz Sánchez, pero no es un giro en 180 grados. Es acoger perspectivas de objetivos que son comunes.

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—A esta altura se ven más como ofertas electorales que convicciones, ¿no?

—Voy a poner un ejemplo: la propuesta de Guillier de condonación del CAE era bastante más moderada que la de Beatriz Sánchez, pero no incompatible. Lo que hace es acoger y me parece muy bien, porque no nos olvidemos que un 20% votó por ella. Esto es una elección, no una negociación, tienes que hablarles a los ciudadanos. Y en eso el FA ha sido coherente. No estamos negociando cargos ni cupos, estamos hablando de cómo Guillier se hace cargo de las expectativas de ese 20% que votó por lo que Beatriz Sánchez representa.

—¿Qué probabilidades cree que tienen de derrotar a Piñera?

—Creo que Guillier tiene mayor chance que Piñera de ser el próximo presidente. Yo creo que si uno suma lo que obtuvieron todos los candidatos que representan una mirada progresista de la sociedad chilena, somos más que la derecha.

—¿No es esa suma demasiado alegre? Muchos en la Nueva Mayoría leyeron los resultados de la primera vuelta como si contaran con los votos del FA...

—Eso es un error, hay que trabajar y mucho. Yo creo que un porcentaje muy importante de votantes de Beatriz Sánchez no está esperando que le digan nada y tiene decidido votar por Guillier.

—¿Qué porcentaje?

—Muchos, la mayoría, no tengo ninguna duda que la mayoría está decidida a ir a votar. Me lo dicen en la calle, en la feria. Pero también hay un porcentaje significativo para el que la expresión de sus líderes es relevante, y por eso es importante construir espacios de convergencia. En ese sentido el FA ha sido más inteligente de lo que fue ME-O en 2009, porque ha dicho con claridad que Piñera sería una mala cosa para Chile. Entonces yo creo que ya hay una señal, pero a mí me gustaría escuchar algo más de Beatriz Sánchez, por el respeto y cariño que le tengo.

¿Por qué no plantearnos ser gobierno juntos con el Frente Amplio? Estoy hablando de 2022.  Leo el programa del FA, el de Guillier, las bases programáticas del PS y no veo imposibilidad de que eso converja...

—¿Qué le gustaría escuchar?                    

—Que llame derechamente a votar por Alejandro Guillier.

***

—¿Tiene sentido pretender apoyo directo de quienes se consideran sus opositores?

—Tú puedes llamar a votar a la gente, no es incoherente. Yo me saco el sombrero con lo que ha hecho el FA, lo ha hecho bien y hay que reconocerlo. Deben ser muy pocos los que creen que hay que agudizar las contradicciones y dejar que gane Piñera, para hacer desaparecer a la Nueva Mayoría. Eso tiene que ver con otra reflexión que tenemos que hacer los socialistas: qué representa para nosotros la confirmación de un actor como el FA en la izquierda de este país.

—¿Y qué representa?

—Un desafío. El PS tuvo un buen resultado, pero no nos debe impedir ver los retos que la elección nos deja. Prácticamente fuimos barridos en la Región Metropolitana y en otras zonas urbanas. A mí me tocó ser candidato en un bastión del FA como Valparaíso, y han hecho bien las cosas desde el punto de vista de su implantación territorial. Porque tienen convicción, entusiasmo, están movilizados, energizados, y nosotros tenemos que ser capaces de leer lo que significan para el PS, que es el partido central de la izquierda chilena.

—Uno podría pensar que mientras crezca el FA, el PS podría ir desapareciendo.

—Yo creo que hay en el FA quienes abrigan la expectativa de sustituirnos, y otros que entienden que hay que construir hacia el futuro las alianzas que permitan un gobierno de progreso y mayoría. Desde esa perspectiva: ¿cuál es nuestro reto? Construir una estrategia que permita establecer convergencias programáticas de fondo con este nuevo actor político. Y yo no las veo difíciles porque, habiendo hecho campaña en el bastión del Frente Amplio, no veo dónde están nuestras diferencias de fondo.

—Siendo tan convergentes… ¿si tuviera 25 años militaría en el FA o en el PS?

—(Ríe) Yo milito en el PS desde los 16 años y creo que el PS tiene que hacer esfuerzos por renovarse programática y políticamente. Tenemos un desafío enorme: hacer que los militantes vuelvan a ser los dueños del partido, en vez de que lo sean los dueños de las fichas.

—¿Parecerse más al FA?

—Tiene que ser un partido que vuelva a la base social, que esté presente en los sindicatos, las juntas de vecinos, las organizaciones barriales. Eso fue lo que vi en Valparaíso: hay tejido social. Cuando el país ha sido capaz de avanzar es cuando ha habido fuerza social detrás, no solo política. ¿Por qué este gobierno tiene en el corazón de su agenda el cambio profundo al sistema educativo? Porque hubo movilización social en 2011. Si los socialistas queremos de verdad una agenda de transformación social que no se detenga, no podemos pensar que los cambios se hacen sólo desde La Moneda y el Congreso. El PS tiene que recuperar su centro de gravedad en la izquierda. El PS no es un partido de centro, no es un partido de centroizquierda, es un partido de izquierda.

       Este es el fin de la Nueva Mayoría. Lo que ocurrió el 19/11 fue que surgió por primera vez una tercera fuerza, que cambia radicalmente el panorama político. El FA es lo que no fue Juntos Podemos, ni el MIDA

—¿Qué cosas no debería transar Guillier?

—Es que nada de lo que ha dicho me parece forzado. Por el contrario, esta semana Guillier planteó algo muy importante. Que si no somos capaces de conseguir los votos para la asamblea constituyente, vamos a reponer el debate sobre convocar un plebiscito para que los chilenos decidan cómo avanzar a una nueva Constitución. O aquí hacemos un gran arco de alianza política y social para arrinconar a la derecha o no va a haber proceso constituyente. Lo que está en juego no es cuánta coincidencia tenemos en temas de AFP, sino este esfuerzo histórico de torcerle la nariz al modelo neoliberal, y reemplazarlo por la lógica de reconocimiento de derechos que instaló esta presidenta. Yo no veo diferencias sustantivas entre la agenda del FA, la agenda del PS en particular y, me atrevo a decir, de la inmensa mayoría de la Fuerza de Mayoría. Incluso más: ¿No son acaso los liderazgos vencedores en la DC más convergentes con esa agenda que los que perdieron? ¿Dónde están las dificultades, si gana Guillier el gobierno, con el FA en la oposición, para avanzar en la constitución de un gran acuerdo programático del mundo progresista en Chile?

***

—Si el FA apoya a Guillier y gana, ¿imagina en cuatro años al FA sucediéndolos en el gobierno y continuando esta agenda de cambios que dice que comparten?

—¿Y por qué no plantearnos ser gobierno juntos?

—Ellos plantearon que no iban a ser parte del gobierno.

—Está bien, pero estoy hablando de 2022. ¿Por qué no? Si yo leo el programa del FA, leo el de Guillier, leo las bases programáticas del PS y no veo ninguna imposibilidad de que eso converja...

—¿Habla de un cogobierno del FA con el PS o con la Nueva Mayoría?

—Primero hay que ver qué diablos va a pasar con la Nueva Mayoría y sus componentes.

—¿Pero se imaginaría un pacto PS-FA para ser gobierno?

—Por supuesto que sí. No veo razón alguna para que el PS establezca un muro que no existe en su interlocución con el Frente Amplio porque, insisto, yo espero que prime en el FA la convicción de que con un 20% no haces gobierno en Chile, y por tanto hay que construir alianzas más amplias, con contenido.

—En el nuevo Congreso van a estar varios secretarios de Estado: Rincón y Elizalde en el Senado, y usted en la Cámara. ¿Se sienten llamados a defender el legado de la presidenta?

—Yo hice mi campaña con la imagen de la presidenta, diciendo que íbamos a defender el legado.

—No fueron muchos, ¿no?

—No lo sé. Yo la puse en todos mis elementos de publicidad electoral. Primero por lealtad. Yo creo en ella, y creo que hay que defender lo que este gobierno hizo, sobre todo cuando ha sido objeto de un ataque tan sistemático, tan organizado, tan metódico. Yo creo que acá hubo un frente político, empresarial y mediático muy poderoso en contra de las reformas. Por tanto, dije durante mi campaña: “Estoy aquí para defender el legado de la presidenta”. No sé lo que van a hacer los demás.

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