Por Victor Hugo Moreno y Carolina Sánchez Septiembre 1, 2017

—Perdona, pero ¿qué es esto, Alberto?, le pregunta asombrado a Mayol el presidente del Partido Humanista (PH), Octavio González. En su celular ilumina un texto de prensa que dice: “Alberto Mayol conforma el Movimiento Democrático Popular (MDP)”.

—Bueno, esto es una fusión. Ayer envié un correo electrónico para que la mesa nacional del Frente Amplio vea la posibilidad de poder integrar un movimiento que esté conformado por varios de los grupos de partidos que no están, más otra gente independiente —le contesta  el sociólogo Alberto Mayol (41 años,  casado, 1 hija)  entre el sonido de los cubiertos. Es mediodía en el Bar Nacional en Huérfanos, Santiago Centro.

González, amigo personal de Mayol, lo mira y le dice:

—Esta es otra de tus locuras, Alberto, pero desde el Partido Humanista te apoyaremos.

Más tarde, con un mensaje de audio de WhatsApp de 7 minutos, Mayol explica en detalle qué está buscando con esta nueva arremetida política:  incidir en las cúpulas del Frente Amplio para evitar los malos entendidos del pasado.

—Es la construcción de un movimiento con una pretensión instrumental. Para permitir la inclusión de fuerzas políticas que han estado discriminadas del Frente Amplio. Aparte de incorporar a estos tres movimientos se pretende sumar a colectivos y grupos que me  apoyaron en la presidencial.  MDP es un movimiento de unas mil personas que se  reconocen con el ideario que se formó bajo mi precandidatura presidencial.

 "Los primeros esfuerzos de tomar cartas presidenciales los tomé yo, yendo yo a conducir las negociaciones. Entonces, evidentemente no me estaba ofreciendo. Fui el primero en hablar con Beatriz."

Estar ajeno a la mesa (del FA) es un enorme riesgo después de todo lo que pasó. Para mucha gente, que no está en la mesa, significa no saber absolutamente nada sobre los cupos parlamentarios y otras decisiones políticas importantes —afirma.

Ukamau, Izquierda Cristiana y Allendistas son las agrupaciones que mediante el MDP pretenden tener voz y voto dentro del Frente Amplio. Y con ello, Mayol podría contar con participación en la máxima instancia política del FA.  Pero la acogida ante su nuevo proyecto parece nuevamente no ser de las mejores:

—Los allendistas son muy pocos (no más de 20) y despiertan cierta desconfianza en varios lotes. Nadie ha tenido experiencias buenas en el pasado con ellos. Los allendistas son el núcleo duro de Marcel Claude y, antes de eso, trabajaban en el PRO.  Mientras que Ukamau sólo existe en Estación Central —comenta un dirigente frenteamplista.

Mayol no pierde el tiempo. El Frente Amplio, del cual se reconoce como uno de sus fundadores, se ha convertido en casi una obsesión. No quiere soltarlo, pese a la férrea oposición que él despierta en su interior.  Oposición que trasciende de lo exclusivamente político y que permea hacia lo personal.

Por estos días, Mayol reparte sus horas entre la academia (en la USACh) y su campaña a diputado por el distrito 10 (Providencia, Santiago, Ñuñoa, Macul, La Granja). De hecho, ya acumula varios días administrativos que destina a su candidatura, como también para conceder entrevistas como ésta. Sus horarios se desordenaron. Se levanta a las 2 de la mañana para preparar sus clases en la Facuñtad de Sociología. El trabajo no lo puede dejar, no tiene financistas personales,  y esa es una de las principales razones por las que no aceptó ir por otro lado que no fuera el 10. No tiene plata para hacer campaña en un lugar más lejos.

En esta conversación lo acompaña su amigo humanista, quien en medio de todo el alboroto por el 10 le ofreció su propio cupo de candidato a senador por Valparaíso. No lo aceptó.

Mayol sabe que no lo tiene fácil yendo sólo en un subpacto que le dio Igualdad. Ese fue el acuerdo y lo tuvo que aceptar. Este viernes “los amigos de Mayol” le organizan una cena para reunir fondos. No tiene un peso para la campaña y, sin partidos que lo respalden, la tarea se hace más compleja. Pero dará la batalla, pese a ese problema y al rechazo de muchos que no ven en él un verdadero frenteamplista.

Aunque esa definición de frenteamplismo tampoco es algo que resulte fácil de identificar. Con toda el agua que pasó con el caso Mayol es díficil que las distintas almas del FA alguna vez se pongan de acuerdo. Y eso se nota.

 

***

 

  ¿Incomoda que el FA no se quiera catalogar derechamente de izquierda?

—A.M.: Me pareció extraño, pero no me incomoda. En política uno sabe que siempre está en territorios en disputa, y está muy bien. Me parece formidable que tengan que ganar las ideas a partir de las estrategias de quienes defienden esas ideas. Es importante tener un proyecto, y yo soy un convencido de que sólo un proyecto le gana a un proyecto. Uno puede criticar mucho a la derecha, pero ellos tuvieron un proyecto para Chile. Un proyecto miserable, lamentable, injusto,  pero lo tuvieron. Entonces cuando a mí me dicen que nosotros no somos ni de izquierda ni de derecha, yo digo ok, pero ¿cuál es el proyecto? Decir que uno es de izquierda  tampoco es un proyecto, es el principio de una definición, pero ayuda a empezar.

 "Estar ajeno a la mesa del Frente Amplio es un enorme riesgo después de todo lo que pasó. Para mucha gente que no está en la mesa significa no saber absolutamente nada."

—Pero entonces, ¿tiene proyecto el FA?

—O.G.: Es que ahí Alberto se cae. (Muestra otra vez su celular con una nota de El Mercurio donde aparece Mayol diciendo: “Sólo más izquierda  puede vencer a la derecha”). Y además la foto lo muestra con la postura de “el pueblo unido jamás será vencido”. Yo no me siento identificado con este Alberto que quiere que el FA esté instalado en el 5% histórico de la izquierda. No podemos hoy día entrar al debate de izquierda o derecha, cuando se deformó todo. ¿La gente sabrá quién es de izquierda y quién de derecha? Cuando Alberto entra en ese debate tiene mi crítica. No es el debate para estos tiempos. Entendí la estrategia de su campaña, pero me parece que hablar del FA y posicionarlo en este 5% es débil, electoralmente es malo y no refleja un sentir del conjunto.

—Alberto,  ¿se siente representante de ese 5%?

—A.M.: No, yo creo que hay un error histórico de ciertas cosas políticas que se instaló en Chile, que es la idea de que la política se gestiona, no se construye. Administra un nicho como el que tiene Chile hoy, que es muy de derecha y, en ese plano, obviamente la izquierda es un 5%. Pero si tú quieres construir un nicho nuevo, tienes que ir a disputar ese territorio con las ideas desde la izquierda. Y eso va a permitir que ese 5% sea un 20%. En las condiciones actuales no te queda otra alternativa que jugar a camuflarte de centro y como neutro.

—O.G.: ¿Tú sientes  que tenemos tanto tiempo? ¿No es entonces importante llegar al Parlamento? ¿Crees que con ese 5% vamos a llegar?

—A.M.: No, porque yo creía que, efectivamente, en un año como este, la peor noticia que podía recibir la derecha era un FA con izquierda. Y esa noticia, al no acontecer, permite el crecimiento de la derecha.

—O.G.: ¿O sea, erradicar al P. Liberal, a los ecologistas verdes?

—A.M.: No, el Partido Liberal está de acuerdo en sacar el neoliberalismo.

—O.G.: Tú estás pidiéndoles a otros que entren al mundo de la izquierda.

—A.M.: Yo simplemente digo que hay que desmontar el neoliberalismo, que es un acuerdo del FA, y en eso el PL está de acuerdo.

—O.G.: ¿Y será en proceso o apretando el botón?

—A.M.: Yo no quiero camuflarme este año para sacar más diputados y después hacer el proceso. Hagamos el proceso rápido.

—O.G.: Pero ¿por qué camuflaje? O sea, cada orgánica puede decir lo que piensa, lo que quiere y lo que siente. No necesariamente estar de acuerdo con tu posición significa camuflaje.

—A.M.: No, está bien. Fui un poco duro, pero está bien.

—O.G.: Esas cosas  son las que te meten en problemas, Alberto.

—A.M.: Es cierto... pero ¡qué le voy a hacer!.

 

***

 

72 horas.

Ese fue el tiempo en que el Frente Amplio estuvo al borde del precipicio. Muy cerca de morir. 72 horas que incluyeron un emocionado llamado de madrugada de la candidata  Beatriz Sánchez en una de las reuniones de esa fatídica semana del 15 de agosto. Ese día, Mayol fue vetado por las cúpulas del FA, impidiéndole presentarse a candidato por una supuesta agresión verbal a otra candidata de Revolución Democrática.

—Esa noche (Beatriz) estuvo hasta muy tarde (2 AM) con un sepulcral silencio, atendiendo mucho a las posiciones de cada uno, entendiendo que la habíamos puesto en una situación recomplicada gratuitamente.  Y lo que hace, con mucho sentido, con mucha fuerza, pero con mucha emoción: nos pidió resolver esto en conjunto y que, de una vez por todas, mantuviéramos lo que decidiéramos, que ella nos iba a seguir respaldando, pero que el margen era poco. Beatriz  se emocionó hasta las lágrimas. La emoción por el proyecto, sin duda, la hace pedirnos que estemos a la altura de las circunstancias, porque no estábamos haciendo las cosas bien desde aquel lunes —recuerda González.

Todo fue una seguidilla de errores. El lunes de madrugada la mesa electoral decide condenar a Mayol, ante la existencia del audio de WhatssApp. Esa información la recibe la candidata quien —amparada en la unanimidad de la decisión— decide condenar de inmediato los hechos, apelando a su condición de candidata feminista. Pero había varios problemas: la mesa política del FA no estaba al tanto del acuerdo de la mesa electoral de vetar a Mayol y el audio tampoco no era de alto calibre. Poco a poco los partidos y movimientos se empezaron a bajar del acuerdo. Y la candidata quedó expuesta a un papelón. Mientras, Mayol esperaba comunicarse con alguien del FA. Nunca tuvo contacto con algún rostro de la mesa política o intermediario. No estaba dispuesto a transar. Con lo electoral resuelto, faltaba dar una señal de unidad, algo que Mayol no estuvo dispuesto a hacer.

—Yo no sabía nada de lo que el Frente Amplio había hablado durante cuatro días. No sabían lo que yo pensaba, me parecía súperlógico que alguien dijera: veamos lo que piensa Alberto. Entonces tuve que jugar el partido por los dos lados, jugar el ajedrez por el lado de acá y de allá, agarrar el computador y redactar algo que fuera viable para las dos partes, cediendo gran parte y lo hice —recuerda Mayol.

El sociólogo sigue creyendo que el problema pasa porque el Frente Amplio no tiene una orgánica con una estructura clara y definida. De hecho, asegura que un emisario de RD fue el único que habló con él esos días, cuestión que niegan desde el FA, pues nunca nadie fue mandatado para acercarse a él.

Mayol afirma que él fue uno de los gestores de la candidatura de Beatriz Sánchez y  que hoy eso nadie lo reconoce. Que fue el primero en tomarse un café con ella en enero de este año en Manuel Montt para decirle a la periodista que debía ser la candidata.

—La cosa es bien simple: yo empecé a joder hace tiempo sobre lo importante que era tener candidatos presidenciales fuertes para una primaria legal, que eso le iba a dar carta de ciudadanía real al FA. Los primeros esfuerzos de encontrar cartas presidenciales los hice yo buscando nombres. Yendo yo a conducir las negociaciones. Entonces, evidentemente no me estaba ofreciendo, estaba buscando. Fui el primero en hablar con Beatriz —afirma.

Hoy, Mayol todavía espera tomarse un nuevo café con la candidata que lo venció en julio. Desde el incidente no se han vuelto a dirigir la palabra. Para él, el tema con ella está zanjado. La exculpa de lo que cree fue un negligente actuar de las cúpulas frenteamplistas. Por ahora, Mayol sigue provocando, con ironía, humor a veces negro, y con sus propias convicciones de izquierda. Pero todo indica que en esa cruzada navega en soledad, en una isla perdida.

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