Por Víctor Hugo Moreno // Fotos: Marcelo Segura Agosto 18, 2017

Diego Calderon
Candidato DC distrito 14

Karina Delfino
Candidata PS distrito 9

Camilo Sánchez
Candidato PC distrito 6

“Candidatos Millennials NM”. Ese es el nombre del grupo de WhatsApp que reúne a los jóvenes líderes y candidatos a diputados de la Nueva Mayoría: Diego Calderón (DC, 27 años, distrito 14), Karina Delfino (PS, 28 años, distrito 9) y Camilo Sánchez (PC, 28 años, distrito 6). Sentados en el republicano Café Torres del Centro Cultural La Moneda, discuten apasionadamente sobre Venezuela, y se interrumpen, pero también para planear una salida pendiente a tomarse unas copas. Más allá de las diferencias, los tres comparten una identidad y, al menos, tienen claro un horizonte en la política: sin acuerdos no se llega a ningún lado. Sólo basta ver cómo terminó el gobierno de Salvador Allende, concuerdan. Para ellos —y pese a residir en veredas que ideológicamente han sido opuestas— no existe duda de que Allende fue un demócrata, como afirma con convicción, sin apuro, el presidente de la JDC, Diego Calderón. No hay espacio para dobles lecturas.

Karina Delfino inició su pasión por la política al alero del movimiento estudiantil (secundario) del 2006, el de “los pingüinos”, que tuvo contra las cuerdas al primer gobierno de Michelle Bachelet. Hoy, la socióloga de la PUC no se arrepiente de esos años, pero mira con otra perspectiva las cosas:

—La pelea que dimos el 2005-2006 fue contra un sistema injusto, desigual, no contra una persona (Bachelet). Hay que decir que los gobiernos de la Concertación dejaron una deuda en términos de la calidad, pero no tengo dudas de que la presidenta, en este segundo mandato, ha querido hacer transformaciones fundamentales para nuestro país, y no sólo en educación, también en temas como el aborto, la Constitución, que eran impensados hace diez años.  Y eso ha sido sumamente importante —dice.

Diego Calderón, egresado de derecho PUCV, proviene de una familia de tradición democratacristiana. Su abuelo, fallecido el año pasado, fue beneficiado por la reforma agraria. También dio sus primeros pasos el 2006, en la marcha estudiantil. Dice que allí les faltó estructura:

—La autocrítica del movimiento estudiantil es cómo se pasa de la movilización a la organización, cómo después que termina la marcha, tú tienes una organización que te permita dialogar, construir, presionar. Y eso hoy el movimiento no lo tiene con la fuerza que lo debiese tener. La movilización es muy heterogénea. El 2006 había estudiantes de derecha marchando, pero el movimiento nunca fue capaz de tener una respuesta concreta y unitaria sobre lo que había que hacer—comenta.

“Delfino y Sánchez apuestan por un acuerdo con el Frente Amplio en segunda vuelta, pues el objetivo es vencer a Piñera. Calderón coloca matices, pues no todo puede ser un pacto electoral.

Camilo Sánchez (CS), sociólogo de la Universidad de Valparaíso, recuerda el hito que lo levantó para hacer política desde las bases. En 2005 muere Gladys Marín, la histórica dirigente comunista.  Sánchez, por esos años, estaba en la otra vereda de sus camaradas/compañeros de la NM. Para él la Concertación significaba la profundización del modelo económico impuesto por la dictadura. Sin embargo, todo cambió después y el 2013 el PC entró al pacto para hacer mayoría, inagurando la Nueva Mayoría.

—Lo primero que nos hizo cambiar fue un ánimo de transformaciones, que se expresó en un programa de gobierno en el que ningún actor podía desconocer, tanto su conocimiento como la participación que cada partido tuvo en su elaboración. Así este nuevo gobierno de Bachelet sí puso el énfasis en educación, en el mundo de los trabajadores, en lo tributario, en  las reformas políticas, como el fin del binominal. Se comprometió un programa de transformación.  La verdad es que sin esas ideas de transformación, sin ese programa de gobierno, no hubiésemos ingresado nunca a la NM—.afirma.

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Desde ese histórico año 2006 que estos jóvenes se conocen. Aterrizaron en partidos tradicionales influidos por sus familias, su entorno, sus amigos. Los abuelos de Karina, por ejemplo, eran radicales y ahí ella fue buscando su camino político:

—Jamás, eso sí, habría sido democratacristiana—afirma mirando a los ojos con humor a su camarada/compañero DC. Todos concuerdan en que las generaciones se van formando por épicas comunes. Por eso las más viejas de la ex Concertación aún tienen las cenizas de lo que significaron los revolucionarios años 60 que acabaron en el golpe militar del 73. Pero esa épica que los dividió también los unió para derrotar a la dictadura. Estos jóvenes nacieron bajo ese mundo de centroizquierda, ya reunido. Allí también tuvo cabida el PC. Por eso miran, con cierto estupor, los hechos acontecidos semanas atrás cuando las cúpulas se empezaron a sacar los ojos luego que la Falange optara por su “camino propio”. Tras esta dura negociación, los jóvenes se comenzaron a unir y articular para hacer frente a una oleada de divisiones y descalificaciones mutuas, sin precedentes.

—Lamentablemente no estamos llegando a puntos en común. Es por eso que hay que fortalecer la convicción de que hoy para gobernar se requieren más que nunca mayorías. Y esa mayoría se logra con un acuerdo entre el centro y la izquierda, y eso es una convicción política. Eso permite darle una gobernabilidad al país, pero no para cualquier cosa, sino para una agenda de cambios que le responda a la gente. Y esa convicción es algo común que cambia el 2013 con la incorporación de nuevas fuerzas, pero que sigue siendo la matriz de definiciones—afirma Calderón.

—En esta generación, cuando conversamos y vemos a la izquierda tan friccionada, nosotros los comunistas —y creo que Diego también lo cree—, hemos intentado trabajar en base a la unidad. Mientras se discutía si había primarias, con la JDC y con las otras juventudes realizamos acciones para buscar esas primarias; luego, cuando eso no fue posible, buscamos mostrarnos como fuerzas juveniles unidas, en esta idea de los cambios, y eso se mantiene. Nosotros los comunistas creemos que la alianza del centro y la izquierda hay que cuidarla y estimularla—complementa Sánchez.

Todos miran de reojo al Frente Amplio, pese al descalabro de estas semanas,  algunos con más afecto; otros como Calderón, con más dudas y atento a lo que de ahí pueda salir, pues para el joven DC no sólo basta con un acuerdo electoral. Hay más cuestiones que analizar.

 “Cuando hablan de Venezuela el tono del debate cambia: para el DC es dictadura, para el PC claramente no lo es, para la PS el tema pasa por la violencia. Ahí, no hay acuerdo”.

—Uno puede llegar a acuerdos con el FA para impulsar cambios en materia legislativa. Eso es absolutamente razonable, pero ser capaces de conformar una coalición de gobierno lo veo muy complejo. Si algo hemos aprendido de esta experiencia es que tenemos que ser más coalición y menos pacto— afirma el presiente del JDC.

Mientras que para Delfino y Sánchez el asunto es claro. El objetivo a vencer debe es uno solo: Sebastián Piñera.

—Lamento que haya sectores del FA que no entiendan que el adversario político es la derecha, para mí siempre será la derecha. Es nefasto que Sebastián Piñera vuelva a gobernar Chile. No entiendo como sectores del FA lleguen a dudar si es que votan o no por el candidato de la NM. El eje ordenador acá es que Piñera no gane— afirma Delfino.

 

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—Pero veamos ahora un terreno más complicado donde seguro hay más de una diferencia: Venezuela. ¿Les complica este tema?

—D.C. A mí no me complica, he tenido una posición clara siempre, es una dictadura con todas sus letras.

—C.S. Para mí, en ningún caso.

—K.D. O sea, tiene algunas características, por cierto.

—C.S: Te voy a decir por qué no es una dictadura; en primer lugar si bien nosotros los jóvenes no hemos vivido una dictadura, es impensado pensar, por ejemplo, que Miguel Enríquez durante la dictadura estuviese dando entrevistas, pero uno ve cómo en Venezuela se generan esos espacios.

— D.C. En Chile existía el Fortín Mapocho…

—C.S. Está bien, pero allá existen los partidos políticos.

—D.C. Acá también existieron…

—C.S, Está bien, pero déjame terminar la idea. Los partidos estaban prohibidos: comparar peras con manzanas no solucionada nada. Quien diga que en Venezuela hay dictadura es que no puede haber diálogo, porque con ellas (las dictaduras) no se conversa. ¿Qué salida hay entonces? ¿Violencia, golpe? En Venezuela hay una democracia en crisis y eso se soluciona con diálogo, más que con caricaturas que, a veces, son muy livianas como decir que es dictadura y eso fuerza el cierre de puertas al diálogo.

—D.C. Hoy día este país hermano, que recibió muchos exiliados, está viviendo un proceso dramático donde hay un gobierno que ha quebrantado  su propia Constitución. Hay tortura, violación a los derechos humanos.  En Chile existió la oportunidad de una salida y se convocó a un plebiscito. Hoy esta oportunidad es la que reclama la oposición venezolana y no es escuchada. No estoy dispuesto a aceptar el argumento de la autodeterminación de los pueblos. En Chile lo que más se pidió durante la dictadura fue la ayuda internacional.

—C. S. Perdón, pero estás comparando centenares de detenidos desaparecidos, exilio, 17 años sin Congreso, en Chile no había discusión alguna, y eso no es comparable con lo que está viviendo Venezuela. Calificar de dictadura cuando existen espacios de participación…

—D.C. Uno puede hacer miles de votaciones, acá también hubo un plebiscito en el 80. Para la elección de la Asamblea Constituyente no se convocó a plebiscito alguno y se nominó a dedo a los integrantes. No fue una elección transparente.

— K.D. Acá el problema fundamental es que hay un pueblo que ha sufrido una crisis profunda y que se le debe dar una salida pacífica. Es impensable que en Chile, cuando hay elecciones, se mate a la gente. En Venezuela hay muertos.

Con todo, el punto de acuerdo para Venezuela es que la salida es el diálogo, no hay más. Quizás esa sea la mayor lección aprendida de la nueva generación.

Tras el debate se despiden. Bromean con los capítulos de las series que apenas alcanzan a ver en sus ratos libres.

Diego molesta a Karina por haber visto la película La La Land. Camilo sólo tiene tiempo para las infantiles a las que debe ir con su hija de 4 años. Por ahora, lucharán por un cupo en contra de las maquinarias pesadas de la Nueva Mayoría, No lo tienen fácil, pero, por lo menos, aceptaron sin mucho chistar los acuerdos  pactados y ahora sólo les queda hacer la campaña para dar una sorpresa en sus respectivos distritos. Y para ello no paran. Dejaron todo para apostar por la difícil renovación.

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