Por Víctor Hugo Moreno y Diego Zúñiga // Fotos: Marcelo Segura Julio 7, 2017

La diputada comunista Karol Cariola sostiene una cámara y recorre el Congreso filmando a sus colegas. Un canal de televisión le ha pedido que entreviste a seis de ellos, en un juego donde la diputada puede hacer las preguntas que quiera. Uno de sus elegidos es el senador Alejandro Guillier, una persona que Cariola conoció hace años, cuando era dirigenta estudiantil y él la entrevistó en la televisión. Ahora quiere invertir los roles, ser ella quien lo interpele, quien le pregunte sobre su vida, sobre su trabajo, sobre su futuro. El senador acepta. Se llevan bien, se conocen. Todo esto ocurre a principios del año pasado. Es decir, ninguno de los dos sabe, en ese momento, que luego aquella cercanía se concretará en un trabajo en conjunto. Ninguno sabe que él, Alejandro Guillier, será candidato a la presidencia, ni que ella, Karol Cariola, se convertirá en la vocera de su comando. Pero en ese momento en que han intercambiado roles, el futuro se anuncia de manera inesperada: ella le pregunta si está dispuesto a ser candidato presidencial, y él le dice que no está en sus planes, que está tratando de hacer bien su pega de senador, aprendiendo de eso. Lo dice con una espontaneidad que su actual vocera recuerda con cariño.

"No me cabe duda de que en su expresión mayoritaria la DC está feliz con haber sido parte del gobierno de la presidenta Bachelet"

—Me pareció muy bonita su respuesta, cuando la pienso ahora, porque hay gente que se prepara toda la vida para ser presidente o llegar lo más arriba en la política, y a veces pierden el foco, el objetivo de fondo. Entonces, Alejandro me respondió de esa manera tan sencilla, tan humilde, porque él es así. Y yo le dije que creía que él podía ser un buen candidato presidencial, y estoy convencida de  eso.

Karol Cariola acaba de cumplir un mes siendo la vocera del comando de Guillier y reconoce que su labor ha sido difícil. Porque reúne tres condiciones que, en muchos sentidos, son una desventaja en el mundo de la política chilena: es joven
—tiene sólo 30 años—, es mujer —conocido es el machismo que impera en el ambiente— y es comunista. Pero ella no duda. De hecho, asume su rol con el desplante de quien sabe que tiene toda la confianza del hombre a quien representa como su vocera. Porque fue Guillier quien la llamó directamente y le propuso trabajar con él. Y, entonces, sin dudarlo, le dijo que sí, que feliz, que se ponía a su disposición.

Karol Cariola sabe que lo que viene serán, al menos hasta ahora, los meses más intensos de su vida política. De hecho, este fin de semana harán la firmatón más masiva, hasta ahora, desplegándose a lo largo de 100 puntos en el país. Las firmas para inscribir su candidatura son una urgente prioridad.

 

***

 

Desde que asumió la vocería, Karol Cariola duerme no más de cuatro horas. A veces menos, de hecho. Incluso, los fines de semanas. Por ejemplo, el domingo recién pasado, cuando se realizaron las primarias presidenciales. Aunque su candidato no participó, desde temprano se reunió junto al equipo de comunicación de su comando. Despues almorzó con su familia, vio la derrota de Chile y no dejó de monitorear los resultados de las primarias.

—Estuvimos muy atentos a lo que estaba ocurriendo con los resultados. Porque nos importaba y siempre nos importó —reconoce la diputada, quien este año irá a reelección por el distrito D9.

—Va a ser un año intenso para usted: vocería, reelección parlamentaria y cumplir con su labor de diputada...

—Cuando Alejandro me llamó para ofrecerme la vocería, no lo pensé mucho. Era una responsabilidad que quería tomar. Porque siento que estamos en un momento histórico que nos costó mucho, donde estamos haciendo cambios estructurales en materia de educación, salud, pensiones, una nueva Constitución, como para permitirnos el riesgo de que la derecha venga a cambiarlo y revertirlo todo.

—Ya lleva un mes como vocera. ¿Ha sido muy difícil convivir con un equipo político donde hay pesos pesados de la vieja Concertación?

— Sí, no ha sido fácil, en eso tengo que ser bien sincera. No ha sido fácil porque, claro, esto para mí también es un aprendizaje. Yo nunca había trabajado directamente en una candidatura presidencial. Hay muchos egos que se cruzan, muchos poderes que se cruzan, hay muchas visiones que se cruzan, y en eso, evidentemente, ser joven, ser mujer y ser comunista, ninguna de las tres cosas te genera una ventaja demasiado visible dentro de un equipo donde están los tonelajes políticos que se hacen pesar, donde están, muchas veces, y digo en general, no sólo dentro del equipo de campaña, me refiero en general dentro del quehacer de la política, los presidentes de partido, donde están actores políticos de historia, que seguramente nos deben mirar y deben decir: “Qué sabe esta cabra chica de lo que está haciendo”, y evidentemente eso hay personas que te lo hacen saber y te lo hacen sentir más que otras. No todos, claro.

—Claro, no habría que generalizar.

—Sí, no generalicemos. Yo creo que hay otras personas, partiendo con el candidato presidencial que, a diferencia de esa mirada, apuesta por algo completamente distinto y me entrega un nivel de confianza que también, no te puedo negar, me pone un tremendo desafío, que estoy tratando de hacer de la mejor manera posible. No me cabe duda de que hay muchos alrededor que esperan que yo me equivoque y con eso ratificar que la apuesta por la renovación, por la juventud, la apuesta por construir una mirada distinta del quehacer de la política era equivocada. Creo que el conservadurismo ronda permanentemente el quehacer de la política, incluso desde nuestro sector y eso es algo que nosotros no podemos negarlo.

—Puede pesar el tema de no tener tanta experiencia…

—Yo soy muy respetuosa de la experiencia, de hecho me encanta cuando me hablan desde ahí, pero también desde la disposición a enseñar, no de ponerte la pata encima. Yo no vengo de una familia política, no soy una hija de alguien, no tengo un apellido de alguien que haya estado en política, mi familia es una familia de trabajo, una familia obrera, por lo tanto, esto lo he tenido que aprender por la vía de los hechos, y por tanto tuve que endurecerme sin perder la ternura, como decía el Che.

—¿Tiene que ser una mezcla?

–Sí, una mezcla de endurecimiento y ternura, y de alguna manera muchas veces tener que pasar por alto estas malas ondas. Uno tiene que reconocer quiénes están aquí por un negocio propio y quiénes están por un negocio colectivo. Y yo, la verdad que tengo cada vez más fino ese olfato.

 

***

 

—Posprimarias, ¿a quién le va a hablar Guillier?

—Guillier va a seguir hablándole a quienes les ha hablado siempre, que es el pueblo de Chile. Y en eso quiero ser supertajante. Guillier no es el candidato que se pone la camiseta de la Católica porque la siente y después se cambia a la del Colo-Colo porque le da mayoría electoral. Nosotros no nos vamos a poner camisetas por conquistar solamente un objetivo electoral, no vamos a traicionar nuestras ideas, objetivos, demandas y visiones por hacer un cálculo electoral. Esa fórmula, la del Excel, la política del número, es precisamente la forma de hacer política que hoy la ciudadanía mira con distancia. Y Alejandro Guillier no es eso. Es un candidato con espontaneidad, natural, que viene de una familia de clase media, como gran parte de todos los chilenos, que surge desde una voluntad ciudadana, no viene pensando hace 20 años ser presidente de Chile porque responde a una coyuntura donde lo que queremos es que nos hablen de verdad, los chilenos esperan que alguien los mire a los ojos y no les mienta.

—¿Y qué pasa con la DC en este panorama? ¿Se puede convivir con ellos, a pesar de que tomaron un camino propio?

—Convivimos con ellos todos los días. Estamos aquí en el Parlamento, nos encontramos en las comisiones, estamos negociando la lista parlamentaria y construyendo un proyecto que nos permita dar cumplimiento al programa del gobierno de la presidenta Bachelet. Ellos tomaron una decisión que nosotros pensamos en su momento que no era la mejor, pero es respetable. Ahora, a mí no me cabe duda de que en su expresión mayoritaria la DC está feliz con haber sido parte del gobierno de la presidenta Bachelet y que se siente orgullosa de que en Chile haya gratuidad y de haber tenido un presidente como Frei Montalva, que hizo transformaciones como recuperar el cobre. Y frente a esa definición, yo estoy segura que hay una DC de base que representa ese espíritu.

—¿Y hay espacio para el Frente Amplio en la candidatura de Guillier, si es que avanzara a segunda vuelta?

—Claro, existe el espacio para que ellos integren esta mayoría. No es nuestra aspiración, no estoy pensando en que la NM quiera absorber una nueva fuerza política, pero yo sé que tenemos puntos de encuentro desde lo programático con el FA. No hay que escarbar mucho para encontrarlos, están a la vista.

—Pareciera que el PC tuviera sobre todo más puntos de encuentro con ellos.

—Sí, pero tenemos una diferencia de fondo y que tiene que ver con que nosotros hoy día tenemos una mirada de construcción que es más urgente. Nosotros ya pasamos la etapa de construir la alternativa desde el lado, y entendemos que hoy día la correlación de fuerzas se construye con mayoría, con la que probablemente tú no vas a tener todas las coincidencias. Nosotros nunca hemos desconocido las diferencias que tuvimos con la Concertación durante los años que ellos gobernaron. Fuimos oposición. Sin embargo, en el camino, hemos tenido que ir encontrando coincidencias. Hoy día somos lo que somos, la fuerza más grande que ha tenido la historia política de Chile desde el 90 hasta la fecha. Y es esa fuerza la que tiene la correlación necesaria para generar transformaciones reales, prometerlas, pero además hacerlas, porque prometer y no tener capacidad de cumplir también es seguir alimentando la frustración que existe, una profunda frustración que existe en las grandes mayorías de Chile, que también es una de las razones por las que se genera la desconfianza.

—¿Y cómo será el discurso de Guillier con respecto a las reformas del gobierno de Bachelet?

—Sin lugar a duda nosotros vamos a dar continuidad al legado de aquellas reformas que, nos parece, son correctas y fundamentales para la transformación de este país y para la profundización de la democracia. Nosotros hemos sido parte de esto, no lo miramos desde afuera, no hacemos un juicio diciendo lo bien o lo mal que lo hizo, hemos sido aporte de esta construcción y estamos convencidos de lo que hemos hecho. Vamos a recoger todo lo bueno, vamos a mejorar todo lo que creemos que es insuficiente y vamos a hacer todo lo que no se ha hecho. Ese es el plan.

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