Por M. Eugenia Fernández G. // Fotos: Marcelo Segura Enero 13, 2017

Marco Enríquez-Ominami está de paso.
De paso en el departamento de su madre, Manuela Gumucio, en Providencia. Ahí se trasladó hace un par de meses —con Karen Doggenweiler y sus hijas— tras vender su casa en Lo Barnechea. Ahora se instalarán en Vitacura, cerca del colegio de Manuela, la menor.

Pero hasta ahí queda su intento de moverse. Porque de la presidencial, dice una y otra vez, no lo sacan.
A pesar de las dos investigaciones judiciales en curso, una por eventuales delitos tributarios durante su campaña de 2013, por la que está formalizado, y otra, por el supuesto préstamo de un avión en ese mismo año por parte de una empresa brasilera. A pesar de obtener un 1% de adhesión en la última encuesta CEP, y a pesar de la renuncia de 70 militantes del PRO que se conoció este martes.
“Voy a ser candidato, pase lo que pase”, insiste el ex diputado. Afirma que la tarea que tiene por delante es “muy dura, pero no imposible”, y advierte que Sebastián Piñera tiene todas las de ganar si la centroizquierda no se une para realizar primarias en todos los cargos, con un programa enfocado en el crecimiento económico, con medidas pragmáticas y graduales.

El niño terrible de la política chilena augura que, si no, el proyecto de izquierda correrá la misma suerte que en Argentina, EE.UU. o España.

Hay errores propios, sería imprudente decir que no los hay. Se han dado malas respuestas, han sido insuficientes, los tiempos estuvieron mal. Pedí disculpas públicas varias veces porque no puedo dar otras respuestas, porque se me acusa de algo que es falso”

—El jueves 5 conocimos el 1% de la encuesta CEP, y ayer la renuncia de militantes al PRO. Si a eso se le suma la arista judicial, da la impresión de que a Marco Enríquez le llueve sobre mojado...
—No sé si esto ha sido tan distinto al 2016. Lo veo de otra manera: siempre pensé que cuando tuviéramos opciones reales de ganar, iba a pasar esto. Cuando en 2014 estábamos arriba en las encuestas, dije “¡Opa! Ahora sí, se van a preocupar”… porque es normal que los que tienen granjerías y privilegios reaccionen. No creo en la teoría de la conspiración, pero sí creo que, por razones distintas, muchos cobraron sus cuentas. Todo esto es difícil, pero no imposible y no me asusta.
Y si lees la biografía de los liderazgos más rupturistas y antisistema, estoy esperando que aparezca una vinculación al ISIS o al narcotráfico. Esto no va a parar…

—Lo que dicen las elecciones es que en 2009 sacó el 20%, en 2014, el 11% y en la última municipal, el 3,95%. ¿Por qué este año habría de crecer?
—Tú lo lees de manera lineal y no relativa. Es el 20% respecto de Frei y Piñera, el 11% respecto de Bachelet. El 2009 fue un voto de protesta, el 2013 la gente votó por mí como propuesta. El PC tiene seis diputados, unos cuantos alcaldes, seremis y gobernadores, pero en la municipal bajó del 7% al 5%. ¿Y cómo le fue al PS en San Miguel? ¿A Revolución Democrática en Providencia?

—¿Qué quiere decir?
—Que a la centroizquierda le está yendo pésimo en el mundo entero. ¿Qué liderazgo de centroizquierda va al alza en el mundo? ¿Podemos? ¿El PP en Brasil? ¿El socialismo francés?

—¿Su candidatura está viviendo la suerte de la izquierda mundial?
—No yo, la Nueva Mayoría, todos. Toda nuestra visión del hombre va marcha atrás, y esta va a ser una campaña de medidas, no de visiones. ¿Trump tenía una visión de sociedad? No, medidas. La izquierda no está escuchando, tiene una obsesión y dice: esto es lo que se necesita. Pero los pueblos están diciendo otra cosa sistemáticamente. No me enredo en creer que hay una cierta originalidad con lo que está ocurriendo con el progresismo en América Latina. Cuando veo que el proceso de paz pierde en Colombia, que el brexit gana en Inglaterra, que Hillary pierde frente a Trump, cuando veo que gana Macri o que en Perú la segunda vuelta es entre dos derechas… pregunto: ¿Por qué seríamos nosotros el único país en el que vamos a ganar?

—¿O sea, va a ganar Piñera?
—Totalmente. Salvo que haya una primaria para todos los cargos, una gran centroizquierda con todos, y a su vez, que seamos capaces de proponer algo a las capas medias. Que Piñera vaya primero en las encuestas, te dice algo. No podemos hablar sólo de justicia social si la economía crece un 1,9%. Hoy, las personas de lo que más me hablan es de que no les alcanza su ingreso a fin de mes. Ya no de la educación gratuita. La izquierda algo tendrá que decir sobre eso. Les decimos que necesitamos progresismo, y la sociedad dice que tienen créditos bancarios, que están endeudados, que los ingresos no alcanzan… esos son los temas. Hay que ser pragmáticos y crudos, y hay que hacerlo juntos, todos.

“Me faltó ser más rebelde e histérico”

—A este contexto internacional se le suma la arista judicial. ¿No le cansa que de un tiempo a esta parte su candidatura se base sólo en dar explicaciones?
—No me gusta, preferiría hablar de programa. Pero también asumo que nunca pensé que fuera distinto.
Me complica menos dar explicaciones sobre una investigación de un posible financiamiento irregular de la política, que además es falsa, que sobre la acusación de coimero que tiene Piñera en Argentina o de vendepatria en Perú. Me complica menos que explicar el enriquecimiento inapropiado de diputados de la Nueva Mayoría o de asesorías parlamentarias que, al parecer, las desviaron.

Lagos y la Nueva Mayoría son irresponsables, y el Frente Amplio también. Dan una cuña en el diario diciendo “no queremos hablar con este, queremos ser puros y castos”. Yo tengo reparos morales con el Frente Amplio, por su financiamiento empresarial”

—Dice que lo que le sucede a su candidatura es que está en medio de un contexto negativo para la izquierda y de desconfianza generalizada. ¿No hay una autocrítica?
—Hay errores propios, sería imprudente decir que no los hay. Se han dado malas respuestas, han sido insuficientes, los tiempos estuvieron mal. Pedí disculpas públicas varias veces porque no puedo dar otras respuestas, porque se me acusa de algo que es falso: se me acusa de que me junté con Pedrito para que Juanito descontara 0,01% de impuestos, y eso no lo he hecho nunca en mi vida.

—O sea su autocrítica es por un tema de timing, no de fondo…
—De formas. No responder a tiempo, faltaron cosas que no quise hacer, ser mucho más temerario con la prensa… La autocrítica más sustantiva es que me faltó ser más rebelde e histérico contra las reglas que tanto combatimos de que la política es un hobby, la democracia la financian los impuestos y la política la financian las empresas, que fue el acuerdo Lagos-Longueira. Y me faltó haber dicho que para ser presidente hay que movilizar una cantidad enorme de apoyos que significa cruzar umbrales que no me gustan.

—¿Cruzó el umbral de recibir plata de SQM?
—Yo sé que se me acusa de algo totalmente falso, porque nunca me junté con alguien para fraudes tributarios. El fiscal de la televisión ofició a la PDI, que tiene mil cosas que hacer, para que lea mis entrevistas. A mí me parece que con los problemas de narcotráfico y delincuencia que hay en Chile, tengo el lujo asiático de tener a siete fiscales y cinco PDI detrás de mí.

—En 2015 dijo a Qué Pasa: “Lo que me parece complicado es que se empiece a instalar la idea de que todos los que estuvieron en campañas son delincuentes, porque hay colaboradores que toman riesgos personales.” ¿Eso fue lo que pasó con Cristián Warner?
—Es lo que le pasó a Cristián Warner, Max Marambio, Rodrigo Danús, todos ellos…

—Me refiero a los riesgos que Warner tomó con SQM.
—Te respondo por colaboradores, los riesgos que tomaron y las sanciones que recibieron por estar fuera del sistema. Max Marambio, con quien estoy completamente distanciado y discrepo de la forma en que se ha referido a mí, tiene toda mi solidaridad porque habiéndome apoyado el 13 de diciembre de 2009, el 14 le tomaron preso a su equipo e intentaron asesinar su imagen.

“Nos vemos en primera vuelta”

—O sea, ¿estará en el voto en noviembre?
—Eso hemos acordado, estar en la papeleta. Nos vemos en primera vuelta.

—¿Independientemente de si los fiscales lo terminan acusando?
—Totalmente. ¿Por qué tendría un liderazgo conjunto con miles de adherentes y militantes restarse de una elección presidencial? ¿Por qué no ofrecer una alternativa? ¿Por qué me voy a restar de desafiar lo que me parece inaceptable? Tenemos dos proyectos que están coludidos en no hablar de bancos, no hacer un impuesto al sistema financiero, en tener un alto gasto en compra de armas cuando no hay un ginecólogo en Tocopilla. Por eso, voy a ser candidato, pase lo que pase. Quiero proponerle al país, junto al PRO e independientes, una alternativa distinta. Estoy dispuesto a soportar lo indecible mientras crea que vale la pena. Si no es así, llegará el momento de pensarlo.Marco Enriquez Ominami

—Hoy parece que el juego está entre Guillier y Piñera. Si bien no ha criticado a los partidos, Guillier, como usted lo hizo en 2009, está apostando a mostrarse como el outsider de esta elección. ¿Ve similitudes entre lo que representó usted esa vez con Guillier?
—Hace unos meses dije que Guillier es un pétalo de rosa en un poco séptico. Voy a evolucionar en mi reflexión sobre la Nueva Mayoría, Lagos y Guillier. Ya entendí la estrategia: quieren copiar a Bachelet y no pronunciarse. No digo nada para caer bien, porque si digo, pierdo votos.

—¿Guillier es Bachelet?
—Ya sé que si se repite la fórmula Bachelet de 2013 va a pasar lo que pasó con las reformas. Cuando se reúnen por las encuestas, como fue en el caso de Bachelet, y después hacen el programa… La popularidad, si no va asociada a medidas, no ayuda. Hoy necesitamos medidas concretas. Tú no puedes decir “estudiaremos el tema, lo veremos”….

—¿Cree que los partidos de la Nueva Mayoría aprendieron la lección y están acercando a Guillier para que no les vuelva a pasar lo que les ocurrió con usted en 2009?
—Al revés, no han aprendido nada. En 2009 no hubo primarias, y este año no quieren hacer primarias para todos los cargos. Guillier quiere primarias para él; yo digo que hagamos primarias amplias para todos, para todos los cargos. Tengo un 1% según la CEP, estoy muerto, dicen. Demos por válida esa tesis. ¿Entonces por qué no vamos a primarias, para todos los cargos, si me van a ganar? ¿A qué le temen? En la Nueva Mayoría me dicen no, Marco, contigo sí pero no con el PRO. ¿Y el Frente Amplio qué dice? Con el PRO sí, pero con Marco no. Si estoy muerto, ya no existo, ¡vamos a primarias!

—¿Cuánto se identifica con el Frente Amplio de Boric y Jackson?
—Lagos y la Nueva Mayoría son irresponsables, y el Frente Amplio también. Dan una cuña en el diario diciendo “no queremos hablar con este, queremos ser puros y castos”. Yo tengo reparos morales con la Nueva Mayoría, que defendió a Pinochet con recursos públicos, y con el Frente Amplio por su financiamiento empresarial. Y pregunto de vuelta, ¿tenemos que discutir un Frente Amplio así, o discutir con otro lenguaje —porque además son puras cosas pasadas de moda—, en una gran base desde el mundo socialcristiano al progresista, con una visión y con medidas concretas? Porque si no, nos van a ganar.

Karen y el epitafio de allende

—Si no gana, ¿esta será su última vez como candidato?
—Pero si voy a ganar… Estoy convencido de que los voy a convencer que de aquí al 19 de agosto que no sigan siendo irresponsables. El 50% de los chilenos no sabe por quién va a votar, y las mismas encuestas dijeron que Keiko era presidenta, Hillary también... supongo que estamos respirando el mismo aire. Espero que se oxigenen, que entren en cordura, y que se den cuenta de que va a ganar Piñera si no nos reunimos en una alianza programática, y no una pura coalición de cupos.

Hay muchos preocupados sólo de su granjería de privilegios. No tiene explicación no ir a primarias en todos los cargos, pero están haciendo lo imposible. Tengo la esperanza de que la municipal haya hecho eco en las bases de la centroizquierda. Estoy esperanzado en que la irresponsabilidad que vimos ahí —de no haber ido a primarias— haya llegado a su término, porque si no, nos vamos a ir todos contra el muro, como se han ido en todos los países.

—¿Entonces la tercera es la vencida?
—Eso me dice mucha gente en la calle. Visto el nivel de pasión que despertamos, yo creo que sí. ¿Has visto a alguien que hayan llamado más muerto que a mí?

—¿Le duele el ego cuando escucha eso?
—No, al revés, encuentro curioso que anden buscando mi certificado de defunción. Tu pregunta esconde una fantasía: Autodisuélvete, pero no. Me costó mucho ser chileno, a diferencia de la mayoría. Me costó tener pasaporte, tener apellido. Me costó juicios, ofensas, pifias. Ser chileno para mí ha sido un trabajo. ¿Por qué voy ahora, a los 43 años, por un artículo que dice que estoy muerto, decir que me retiro? A mí no se me dio la chilenidad: me la quitaron, y amo a este país. Y decidí que no estoy disponible para seguir haciendo series de ficción frente a casos como el Sename, así que me metí a la política.

—¿Qué le dice Karen, sus hijas? ¿Que siga?
—Si la Karen no estuviera de acuerdo con esto, sería inviable, invivible. En el matrimonio hay más que sentimientos amorosos, hay un compromiso de vida de que tu combate es mi combate. Cuando nos casamos con la Karen, ella supo de mis tíos desaparecidos, primos repartidos por el mundo, exiliados… Vengo de una familia muy valiente por sus ideas, que ha pagado los costos. ¿Tú crees que ella se va a espantar? Mi familia está preparada para cosas duras, si venimos de cosas mucho peores. Es muy duro, pero no imposible.

—¿No teme que se le cumpla lo del epitafio de Allende: “Aquí yace Allende, el futuro presidente de Chile”?
—(Ríe) Tengo epitafios más originales, no los voy a decir. Pero hay una frase de un asiático que me gusta mucho: “Nada es imposible, salvo que el corazón no persevere”. Me da vergüenza decirlo, es como manual de coaching, pero si tú quieres, se puede.

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