Por Víctor Hugo Moreno// Fotos: José Miguel Méndez Enero 13, 2017

Una noticia revolucionó a la escena punk nacional: la emblemática banda Fiskales Ad-Hok anunciaba su retiro de los escenarios. Ese día, por medio del chat de Facebook, un grupo de nostálgicos treintañeros comentaban la inminente disolución del grupo con la intención de asistir a tan simbólico evento. En la sala de chat estaban —entre otros— el diputado autonomista Gabriel Boric, el ex presidente de la Izquierda Ciudadana Cristián Méndez, y el antropólogo social Pablo Ortúzar. Tres personajes que varios años atrás compartieron no sólo el gusto musical, sino que también la calle en medio de las protestas estudiantiles, aferrándose a consignas de justicia social inmersas en un duro pensamiento de izquierda. El punk contestatario y la lucha social eran sus melodías.

Años después, ya con los 30 bajo el alero, los caminos se separaron. La madurez de las ideas propició las distancias. Ortúzar (31) fue el que eligió el camino más largo y lejano, declarándose en la actualidad un liberal conservador.

“Una vez que te vinculas a la derecha desde adentro ves una tosquedad intelectual  brutal…¡Brutal! (...) ni siquiera está la intención de que las ideas importen”, critica el antropólogo social.

Pablo Ortúzar es actualmente director de investigación deInstituto de Estudios de la Sociedad (IES) y ejerce, además, como columnista en diferentes medios. Hoy, eso sí, ha bajado un poco el ritmo de escritura que lo hizo contar en algunas oportunidades un promedio de un texto de opinión por semana. Y esa faceta es la que ha ido generando que actualmente —junto a otros intelectuales como Daniel Mansuy o Hugo Herrera— sea reconocido como un referente teórico para lo que podría tomar forma en un nuevo proyecto político de la centroderecha. Aunque para algunos del sector sus ideas sean aún algo inmaduras y sobrevaloradas.

Ortúzar es un lector compulsivo. Un cercano comenta que nunca en su vida conoció a alguien que leyera tanto y en tan poco tiempo. Esas lecturas han hecho que su biografía pueda resultar llena de contradicciones y giros. Iniciándose en la izquierda revolucionaria de corte anarquista, para desembocar hacia un pensamiento más moderado de mixtura entre el Estado y el mercado como eje central para la convivencia en sociedad. Pero algo sí siempre le inquietó: la justicia social. Y, cómo no, un libro fue el que lo marcó: Los Miserables de Victor Hugo. La historia de Jean Valjean y el oficial Javert lo llevó a pensar y sentir que la ley podía ser terriblemente injusta aplicada sobre la gente; pero que, pese a ello, sí podría nacer y prevalecer un ánimo de redención, lo que encontró en la obra de Tolstoi. Pero de la novela fue transitando y mutando hacia la teoría, convirtiéndose hoy en uno de sus principales referentes el economista y filósofo austriaco Friedrich Hayek.Imagen Pablo Ortuzar_-13

La relación entre la academia y la política suele transitar por una nebulosa. Es necesaria, pero cuando se topan en sus intereses particulares se puede volver algo más que tensa. El caso del Ortúzar no es una excepción. Participó en algunas comisiones programáticas en la campaña de 2013 en la centroderecha, particularmente en temas relacionados con educación preescolar. El académico recuerda que elaboraron un documento que si bien fue aprobado, terminó oxidado en alguna estantería de algún partido del conglomerado. Luego, el año pasado fue invitado a participar en algunas reuniones del consejo político de Chile Vamos, en donde tampoco se sintió plenamente escuchado.

—En el consejo político de Chile Vamos había un debate muy fuerte, y veo que existe mucha resistencia al mundo de las ideas, principalmente porque en el fondo todos tienen razones para evitar que los independientes ganaran fuerza al interior de Chile Vamos—explica desde su oficina como director de IES, vestido con una llamativa guayabera y chalas, para capear otro día más del intenso calor capitalino, que en su condición de portovarino le pega más fuerte.

Así, el también magíster en Análisis Sistémico Aplicado a la Sociedad, cree que, por ahora, el único y gran espacio para influir son los medios de comunicación. Además, desde ahí se puede polemizar, algo que le produce interés y curiosidad.

—Me he convencido que si uno quiere influir en la política, debe ser por los medios de comunicación. Los políticos no se guían tanto por convicciones personales, y maniobran de acuerdo al medio que les parece más útil—comenta agregando que Fernando Atria está cometiendo un grave error al querer entrar de plano a la actividad política.

Así, a Ortúzar le ha costado dar la batalla por impregnar de ideas a una derecha que observa vacía. Hay resistencia. Un miembro del conglomerado si bien valora la inteligencia de Ortúzar, cree que ha ido perdiendo el rumbo, confundido por su ambigüedad intelectual. También cree que hay algo de soberbia en sus ideas. Sin embargo, otro militante de Chile Vamos, el diputado UDI Jaime Bellolio, reconoce de gran forma el aporte que debe hacer la academia para la construcción de un proyecto político.

—El aporte de Pablo y otros es fundamental para ayudarnos a tener ideas renovadas en base a nuestras convicciones. En el caso de Pablo, su conversión ha sido interesante, desde el mundo autonomista de izquierda a lo que está ahora. Por eso a veces su forma es más vehemente. Pero creo que su aporte va por la necesidad de construir un relato que le hace falta a la derecha. Y en eso, sus ideas deberían tomarse en cuenta—expresa el parlamentario.

La tosquedad intelectual

Consultado sobre el estado actual de la derecha y lo que le hace falta para ser una alternativa de gobierno, Ortúzar se toma un minuto para reflexionar la idea. No le resulta fácil dar con las palabras adecuadas para su diagnóstico, hasta que lo logra.

—La derecha, salvo algunas excepciones, tiene personajes políticos que en los últimos 20 años lo único que tuvieron que hacer fue negociar votos por quórums existentes, acostumbrándose a bloquear lo que era demasiado extremo. La derecha se acostumbró a no tener visión política. Era pura acción negativa, bloqueo y mantener las cosas más o menos bien y fin. Y eso hace que, a nivel teórico, con lo que nos encontramos — una vez que te vinculas a la derecha desde adentro— es con una tosquedad intelectual brutal… ¡Brutal!, pese a que los políticos chilenos leen muy poco, eso es cierto, pero aquí ni siquiera está la intención de que las ideas importen—explica.

Y de paso brinda una receta para quien quiera o no escucharla Para el antropólogo la derecha hoy debe retomar las banderas de la Concertación y centrar sus flancos en una sola cosa: los más débiles, y la llamada clase media.

—La derecha podría privilegiar una opción por los débiles, decir que hay que priorizar optando por ellos y no hacia las políticas universales. Se debe focalizar el discurso. La derecha debe ser capaz de construir una visión política contundente a futuro, aunque pierda con Guillier—enfatiza.

En esa cruzada, Ortúzar cree que Chile Vamos debiese recordar la época de nacimiento de la Concertación a fines de los años 80, amparada en centros de estudios como Flacso o Cieplan, y finalmente hicieron que la alternativa de la izquierda contara con una visión de largo plazo, con un proyecto país. Y ello con cimientos teóricos. Sin embargo, para que ello ocurra aún deben congeniar de forma más fluida el mundo académico y político. Algo que por ahora no se va nada de fácil, pero para lo que Ortúzar está dispuesto a seguir dando la pelea.

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