Por Jorge Arellano Octubre 28, 2016

—Al igual que el año pasado, aparece como el parlamentario más influyente y poderoso, pero a la vez el que todos piden que se retire de la política, ¿cómo lo explica?
—Pienso que el concepto del poder es una mitología, es más bien una leyenda autoconstruida por la elite, y quienes votan en esta encuesta representan a un elenco muy restringido del empresariado y la política que normalmente está muy ensimismado, con poca capacidad de ver cómo está cambiando el mundo y la sociedad. Todas las elites son por esencia conservadoras y tratan de preservar su statu quo, su espacio de poder. Tratar de impedir que su situación de confort cambie.

—Pero usted es visto como un par, como un poderoso.
—Si fuera por la elite, yo no hubiera sido diputado la primera vez. Como director del Sesma enfrenté muchas de las malas prácticas de una elite, no toda, empresarial que dañaba la salud y la vida de las personas. Me tocó cerrar industrias contaminantes, aplicar normas rigurosas, esa elite jamás me hubiera elegido a mí diputado. Fui dos veces diputado con primera mayoría, nunca hubiera tenido las primeras mayorías si hubiera sido por esta elite.

—¿No considera una contradicción criticar a la elite cuando usted lleva tanto tiempo como político y es parte de la misma?
—La diferencia es que he sido de aquellos que han construido una cierta legitimidad, no poder, pero sobre la base de la defensa de la ciudadanía, sobre la base de no renunciar a mis principios. Lo he hecho en la lucha contra las AFP, tengo querellas de 16 ejecutivos y directivos de las AFP. He construido una legitimidad luchando por las causas ambientales, al paralizar proyectos como Trillium, que hoy día es el Parque Natural Karukinka, o de haber enfrentado luchas como el fin del cheque en garantía, enfrentado los abusos de las isapres, o haber hecho la ley contra las tabacaleras que son un poder en Chile que todavía tiene raíces profundas, o haber hecho las leyes de etiquetado, que fue un dura confrontación con un cierto sector empresarial que no quería cambiar o haber tocado los intereses con este nuevo proyecto de velocidad mínima de internet que va a obligar a todos los que proveen a tener que cumplir con lo que te dicen que te ofrecen.

—O sea, lo que dice es que lucha contra la elite desde adentro.
—He usado la legitimidad o pequeños espacios de poder para luchar por mis convicciones, defender el interés de los ciudadanos, de aquellos que votan por mí. Lo he hecho en salud, en medioambiente. He luchado para que los chilenos tengan los mismos derechos, independientemente de su condición social, racial, de su orientación sexual. Fui el primero que habló en Chile, en 1995, de matrimonio igualitario y de aborto, de uso del preservativo, es decir, de luchar por valores que tienen que ver con la libertad de poder decidir sobre sus vidas. Lo que he intentado, no exento de errores evidentemente, es usar esa legitimidad ciudadana que se ha construido desde abajo, justamente en las luchas contra los abusos, de grandes poderes que han constreñido los derechos de las personas. Fui quien hizo la denuncia contra la colusión de las farmacias, que los llevó al Ministerio Público, eso también me convierte en un enemigo y lo entiendo muy bien. Entiendo muy bien las reglas del juego cuando tocas los intereses de los poderosos.

—Pero, ¿por qué los poderosos lo ven como un poderoso?
—No sé, por eso digo que esto tiene mucho de mitología y de leyenda. Tengo una legitimidad que no me ha otorgado la elite, sino que concedido la ciudadanía. En las dos últimas elecciones senatoriales he sido electo con las primeras mayorías. No respondo a las elites, no estoy dispuesto a transar mis convicciones en pos de abuenarme con la elite.

—Habla del mito de su poder, pero eso se construye sobre la base de opiniones como la de Pepe Auth, que cuando dejó el PPD lo calificó a usted como el socio controlador…
—Los partidos son instituciones democráticas donde las legitimidades existen, no hay estructuras autoritarias, son estructuras de legitimación, si hay algunos que hemos ganado, por así decirlo, una legitimidad de opinión ha sido sobre la base de esfuerzo y estas luchas de contenidos, de haber instalado en la sociedad chilena, junto con muchos otros, la preocupación por el medioambiente cuando nadie hablaba de ello, de haber instalado los temas valóricos cuando nadie hablaba de ellos, de haber instalado la preocupación de los consumidores.

—¿Se pueden renovar las elites? Probablemente haya una elección presidencial con dos ex presidentes como Ricardo Lagos y Sebastián Piñera.
—Lo que tenemos que entender más bien es que cambió la sociedad, estamos viviendo un nuevo mundo que es de escala civilizatoria no política, es un cambio cultural no generacional. Nuestras instituciones ya no responden a la demanda de la gente. No es el proyecto de Guillier, de Lagos, de Piñera, sino que son proyectos colectivos que tienen una representación en un líder, pero los líderes ya no son propietarios ni actores monopólicos sobre los proyectos. Depende mucho de lo que seamos capaces de articular, sí creo en un liderazgo que sea vector de un intento restaurador del pasado, ya sea la vieja Concertación, que sea percibido como una cierta capitulación a la necesidad de avanzar en la lucha por la igualdad, por la libertad, por la equidad, por una sociedad más justa, por el medioambiente, por el derecho de los animales, difícilmente va a tener el respaldo de la ciudadanía.

—¿Lagos o Guillier encarna mejor eso que plantea?
—Lo que he dicho es que voy a apoyar a todos los candidatos, porque me parece que en esta crisis la mayor diversidad es un valor. No hay nadie que represente hoy la solución de un liderazgo que tenga al mismo tiempo la capacidad de gobernar el siglo XXI, de comprenderlo, de construir una nueva gobernabilidad, esta gobernabilidad horizontal dialogante, inclusiva, y que al mismo tiempo tenga la capacidad de construir la legitimidad y recuperar la confianza ciudadana suficiente, que junte los dos requisitos. Creo que la tarea para los candidatos y candidatas es, por una parte, entender que esta lucha no se da en quienes votaron por mí en esta encuesta, por el más poderoso, son no incidentes en la decisión de quién va a ser el futuro gobernante de este país, esta disputa no la resuelve la elite, esta disputa la resuelve la sociedad.

—En las municipales hubo una alta abstención, ¿los políticos hoy son menos poderosos?
—La sociedad cuando se abstiene no es un fenómeno pasivo, es un fenómeno activo. La abstención tiene que ver más bien con un reclamo, una frustración, con no sentirse involucrado, no sentirse parte. Este no es un problemas de nombres insisto, este un tema de ideas. Chile ha tenido programa de gobierno, pero no ha tenido proyecto país. La abstención es una opción consciente y refleja el problema más grave que tiene la política hoy, más grave incluso que la derrota que tuvo la Nueva Mayoría: es el no ver la democracia representativa como un valor.

—¿Usted no descarta a futuro buscar ser presidente?
—Yo no descarto nada, hay un escritor, Nassim Taleb, que escribió El Cisne Negro y Antifrágil y que habla de este mundo de lo impredecible.

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