Por Víctor Hugo Moreno // Fotos: Marcelo Segura Septiembre 30, 2016

José Antonio Gómez luce una muñequera en su mano derecha. El ministro cuenta que todas las noches, tras regresar del trabajo, realiza una rutina de pesas en su casa, lo que le provocó la lesión.
Desde su oficina —ubicada en el histórico edificio de calle Zenteno 45— el abogado, dos veces candidato presidencial del Partido Radical, cuenta que está muy contento en su puesto y, que si la presidenta no decide otra cosa, le encantaría terminar el gobierno en Defensa. De hecho, afirma que no postulará al Senado como había trascendido.

Sobre el tema presidencial su respuesta es clara: mientras su partido no oficialice el apoyo a un candidato, no se sumará a la opción del senador Alejandro Guillier, pese a que considera interesante el rol que está teniendo en la campaña municipal.
Sobre la opción de Ricardo Lagos, Gómez dice que espera con ansias leer su libro para ver qué propondrá al país.

—Su partido ya está trabajando mano a mano con Guillier, ¿usted apoyará esta opción presidencial?
—Soy un militante disciplinado, por lo tanto, el día que se acuerde tener un presidenciable, decisión que hasta ahora no se ha tomado, me sumaré a la línea que el partido determine. Lo que sí creo es que en esta etapa el único candidato declarado es Lagos, no hay otro candidato de la Nueva Mayoría que yo sepa. Otra cosa al respecto es que hay que mantener y guardar las formas en este proceso: no se puede iniciar una campaña destructiva, al revés, tiene que ser propositiva, de ideas, posturas y posiciones que a la ciudadanía le sean interesantes. En ese sentido, espero que la línea que siga mi partido sea apoyar a un candidato con propuestas, y en el momento que esa decisión se tome, ahí estaremos.

—¿A quién se refiere cuando habla de campaña destructiva, porque el mismo Guillier criticó a Lagos?
—Es poco razonable que, en un momento tan complejo como el de hoy, estemos preocupados del adversario o más bien del competidor interno. Hay que pensar en una propuesta. Cuando a mí me tocó ser candidato presidencial por segunda vez, en 2013, hicimos un programa de cambios y muchas de esas ideas hoy están en proceso. Ese es el camino que creo hay que reforzar, el equipo programático.

"En el Partido Radical existe esa sensación, esa expectación, ese interés y esperanza de que Alejandro Guillier concite el acuerdo mayoritario, pero hay que tener cuidado en cómo se hacen las cosas y cómo se estructuran"

—Uno de los cuestionamientos que se la ha hecho a Guillier es que no tiene un programa...
—Pero es una crítica injusta, porque Alejandro no se ha declarado candidato, pero hay varios que ya lo pasean como candidato.

—El Partido Radical “lo pasea” como candidato.
—Una parte importante del partido (sonríe). Lo que ha hecho el partido, y lo han dicho, es que todavía no se ha tomado una decisión. Alejandro tiene una buena aceptación pública, por lo tanto es un posible buen candidato. Pero lo importante, lo reitero, es lo que ha estado haciendo el partido, que es crear comités de trabajos programáticos. Ya llegará el minuto en que se harán las propuestas. Por eso creo que es injusto criticarle porque no ha planteado ideas.

—¿Qué le parecieron las críticas del senador Ignacio Walker, quien lo trató de demagogo y populista?
—Eso también es destructivo y no tiene asidero. Puedo tener una opinión distinta, pero los temas personales llevan a temas personales, y hoy no estamos para eso. Estamos para intentar configurar una candidatura que ojalá sea de todos y en base a ideas.

—¿Es verdad que en el PR existe una gran expectación por la posibilidad de volver a ser gobierno?
—Existe en el partido esa sensación, esa expectación, ese interés y esperanza de que Alejandro Guillier concite el acuerdo mayoritario, pero hay que tener cuidado en cómo se hacen las cosas y cómo se estructuran.

—Veamos por el otro lado. ¿Le gustó la irrupción presidencial de Ricardo Lagos?
—Son decisiones personales. Hay que valorar que quien fuera presidente quiera hoy día enfrentar un proceso eleccionario que es muy difícil. Las condiciones actuales son de rechazo al mundo político. Que un ex presidente tenga la voluntad de participar en este proceso, además sometiéndose a elecciones primarias, es valorable. Lagos es un actor relevante y, existiendo más candidatos, ayudaría a levantar un debate.

—¿Fue un guiño a la presidenta Bachelet el que hizo Lagos al plantear que el proceso reformista debía continuar?
—Creo que tiene que ver con la mirada de Lagos, que es una mirada de país. Lo que he leído, porque no he conversado con él. Hay que mirar el país de aquí a 20 años, algo que es muy complejo para los políticos. Hay reformas importantes. Él tendrá su opinión, pero las reconoce.

Imagen Acr401E—Lagos también habló de crisis institucional, señalando prácticamente el fin del gobierno. ¿Cómo analiza esa reflexión?
—Fue compleja, porque él que ha estado en la presidencia sabe que las situaciones de las encuestas son variables. La presidenta hoy tiene una baja aprobación, pero te aseguro que en cinco años más la van a admirar más que a nadie, porque ha mirado el país hacia el futuro. Cuando la educación sea de calidad y gratuita, cuando exista la reforma laboral que dé equidad entre empleadores y trabajadores...

—En su campaña presidencial en 2013 usted enfatizó en la necesidad de los cambios estructurales, en cambio, el gobierno de Lagos no se arriesgó en esos cambios, es una de las críticas más recurrentes de los sectores más de izquierda de la Nueva Mayoría. ¿Ve hoy un Lagos diferente que sí puede seguir la senda reformista de Bachelet?
— No lo sé. Espero leer el libro para ver cuál es su propuesta. Lo que sí puedo decir es que a mí me tocó trabajar con él en el primer gobierno. Ahora las circunstancias son otras, han pasado 16 años, son problemas distintos y ciudadanías diferentes. Por lo tanto, una propuesta de país va a ser distinta a la que se planteó en esa época. Hoy día, por ejemplo, se está hablando de reforma al sistema previsional, algo que nunca se había pensado.

—¿Quién le atrae más, Lagos o Guillier?
—En mi calidad de ministro, ninguno, todavía. Cuando me decida a meterme en un tema político más de fondo, veré. Por ahora, no tengo posibilidades de opinar, porque cometería un error: involucro al gobierno, involucro a Defensa. El punto central hoy es que no tengo candidato, si a mí me dicen Guillier candidato, podría opinar, pero Guillier aún no es candidato presidencial. Y lo ha dicho claramente.

—¿Es importante que Guillier defina luego un programa si es que oficializa una candidatura?
—Sin duda. Nada se puede sustentar sin tener una guía de planteamientos políticos en el país. Por eso digo que son injustas las críticas, el día que se declare candidato tendrá que mostrar su programa.

—Y por el momento, ¿cómo observa la participación de campaña actual de Guillier en las municipales y su activo rol?
—Alejandro ha hecho una labor interesante desde el punto de vista político, que es apoyar a los candidatos que se lo han solicitado. Está instalado en las encuestas y eso es meritorio. Porque hoy, en las condiciones en que está la política, que alguien tenga una valoración como esa es positivo.

—¿Usted será candidato al Senado?
— No, porque estoy metido en esto. Estoy interesado en este ministerio. Ya decidí quedarme si la presidenta lo quiere, claro está.

—Es decir, ¿su nombre no está en el escritorio de la presidenta para un cambio en noviembre?
—No. Estoy interesado en este proceso, si terminamos lo que estamos haciendo vamos a dejar un legado importante a quien se instale en este ministerio.

Derogar o no la Ley Reservada del cobre

—¿Cuánto han dañado a la imagen del Ejército las investigaciones de irregularidades que se han conocido en el último tiempo?
—Hay que situar en el tiempo las dificultades que se han presentado que son desde 2011 a 2014. Cuando recibimos la información se han tomado todas las medidas del caso para ir evitando que se produzcan fraudes con recursos fiscales.

"Que un ex presidente tenga la voluntad de participar en este proceso, además sometiéndose a elecciones primarias, es valorable. Ricardo Lagos es un actor relevante y, existiendo más candidatos, ayudaría a levantar el debate"

—¿Faltó mayor control preventivo?
— Claro que faltaron controles, que son los que hemos ido corrigiendo en términos de que exista mayor posibilidad de evitar estos hechos. Tenemos un oficial de alto rango que ve todo el análisis de los recursos. Se había perdido todo lo que era la visita familiar, la visita a quienes tienen recursos del Ejército, que es una investigación de cuál ha sido su desarrollo cotidiano en la vida. Si se hubiera mantenido eso, se hubieran dado cuenta de que un cabo estaba jugando $2 mil millones en un casino. Esos controles ya han sido repuestos en términos de poder tener una información más directa.

—Muchas de estas irregularidades salieron de dineros de la Ley Reservada del Cobre. ¿Es momento de derogarla?
—Creo que la Ley Reservada del Cobre cumplió un ciclo importante en las Fuerzas Armadas. Lo que se ha logrado hoy es tener un equipamiento y una capacidad humana muy relevantes en el punto de vista de cumplir soberanía, control de fronteras de disuasión. Ese esfuerzo que se ha hecho no debe perderse. Cómo se financian las Fuerzas Armadas es un debate que hay que tener con mucha tranquilidad, es un debate muy de fondo. Se olvida que cuando tuvimos debilidades perdimos parte importante de nuestro territorio. Son inversiones a largo plazo.

—Existen varios proyectos en el Congreso, ¿falta una decisión más firme de la presidenta Bachelet?
—No, porque los proyectos que están en el Parlamento tienen diferencias en la forma en que uno debe enfrentar estos temas que son de Estado. Esto no es un problema de entregarles plata a los militares. Es un problema de recibir recursos que sean administrados de buena forma. En la medida que tengamos una fortaleza desde ese punto de vista, tenemos claridad. La existencia de este proceso de paz que hemos vivido es porque tenemos este sistema de disuasión. Bajo esa lógica el proceso de cambio no es derogar la ley.

La evolución del Ejército

— ¿Han existido presiones para frenar la investigación en contra del general Juan Emilio Cheyre?
—Mi experiencia hoy con el Ejército, la Armada y la Fuerza Área es que no existe nada que se pueda atribuir a inmiscuirse en los problemas de derechos humanos en una perspectiva de impunidad. Al revés, lo que he visto en ellos es una disposición a colaborar y a entregar antecedentes. No he recibido nunca una opinión contraria.

"La Ley Reservada del Cobre cumplió un ciclo importante en las Fuerzas Armadas. Lo que se ha logrado es tener un equipamiento y una capacidad humana muy relevantes desde el punto de vista de cumplir soberanía y control de fronteras. Cómo se financian las FF.AA. es un debate que hay que tener con mucha tranquilidad"

—¿Cómo evalúa el actuar de Cheyre en este proceso al declarar su inocencia?
— La única información que tengo es por los diarios. Y como siempre digo, como abogado, esos temas los resuelven los tribunales, y mientras no haya sentencia está el principio de inocencia. Pero es importante dejar que la justicia determine si hubo o no responsabilidades.

—A su juicio, ¿cómo ha sido el rol del Ejército para esclarecer las violaciones a derechos humanos?
—Hay distintas épocas y a mí me ha tocado vivirlas casi todas. Durante la época que fui subsecretario y ministro de Justicia, el Ejército fue resistente y reacio a dar cualquier tipo de colaboración. En este tiempo, veo una actitud distinta y una lógica de los comandantes en darles una línea a las nuevas generaciones que sean distintas, es decir, que los derechos humanos fueron violados, que se cometieron crímenes y eso se dice con todas sus letras.

— ¿Qué falta en materia de derechos humanos?
—La gran deuda es sobre quiénes han mantenido silencio por los crímenes y eso también es importante. Esos silencios o pactos de silencios son de personal en retiro.

—Usted fue torturado en este mismo edificio que hoy dirige. ¿Se reconcilió con el mundo militar?
—Son las vueltas de la vida. Cuando es un tema personal, que fue lo que me pasó a mí, a lo mejor uno es capaz de perdonar, distinto quizás sería si esto le hubiese pasado a un hijo mío o a mis padres, distinta sería mi mirada.

El karma de Punta Peuco

—¿Sólo falta la decisión presidencial para cerrar el penal de Punta Peuco?
—No es un tema de la presidenta, sino del análisis que uno haga de las necesidades carcelarias del país. Punta Peuco no se va a cerrar, porque es un penal. Se traslada la gente de ahí y ese penal continuará. Pero hay que tener presente varias cosas, por eso no es un tema que hay que acotárselo sólo a la presidenta. Qué ocurre si traslado a toda esa población, dónde la llevo, donde los lleve, ¿tengo que aislarlos?, porque no los puedo insertar en una población penal común porque los pueden matar. Para los presos comunes estos tipos son como un violador. Si matan a uno es una responsabilidad del Estado.

—¿Cómo se le puede dar una salida a este tema?
—Tiene que ver con algo adicional, el número de presos aumenta. Entonces no es llegar y cerrar y trasladarse a otro lado. Hay cerca de 70 personas que podrían caer presas en el corto plazo. No es tan fácil. El caso del penal Cordillera, que era un hotel, no costaba nada cerrarlo, porque eran diez personas, pero acá estamos hablando de muchos más.

—¿Usted descarta que existan privilegios en Punta Peuco?
—Los propios gendarmes han dicho que está más limpio y que hay mejor comida, pero ello tiene que ver con las condiciones que están adentro. Hubo sí una época en que Punta Peuco tuvo privilegios, eso es verdad. Cuando habían tres perímetros de controles de carabineros, gendarmes y uno último del Ejército.

Relacionados