Por María José Tapia y David Muñoz Julio 9, 2015

"Hacienda retomó con Valdés su rol habitual: el ministro pone los límites de la realidad financiera a las demandas de la política. Es el rol que jugaron en todos los gobiernos, todos los ministros de Hacienda", dice Pepe Auth, presidente de la comisión de Hacienda de la Cámara.

"Juegan de memoria”. El recuerdo del partido del sábado, que coronó a la selección chilena con su primer trofeo continental, estaba fresco y fue comentario obligado entre los ministros y presidentes de partido que se encontraron el lunes en La Moneda durante la reunión del comité político. Pero la frase repetida entre dirigentes oficialistas no aludía al trabajado triunfo sobre Argentina en el Estadio Nacional, sino a lo que acababa de suceder en la cita.

Como si fuera un sistema táctico bien preparado, el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, y el ministro de la Segpres, Nicolás Eyzaguirre, hicieron una presentación conjunta en la que el primero abrió los fuegos, el segundo tomó la palaba para reforzar el mensaje antes de devolverle la palabra al jefe de las finanzas para el remate.

El diseño buscaba alertar a los dirigentes de que las últimas cifras económicas mostraban que el crecimiento no había sido el esperado, ni mucho menos el proyectado por su antecesor en la Ley de Presupuestos 2015. Lo mismo que Valdés anunciaría horas más tarde en el Congreso en la comisión mixta de Presupuesto. El ministro recortó la proyección de 2014, fijada en un 3,6% de crecimiento del PIB, redondeando en 2,5%. Casi un punto menos. La desaceleración se profundizaba y, como Valdés ha venido repitiendo casi desde que asumió, se conjugaban múltiples factores. La priorización de la agenda era urgente, según Valdés, quien además repitió muchas veces que había que actuar con “realismo”. También insistió en la necesidad de descomprimir la ansiedad e incertidumbre que generan las “grandes transformaciones” y ratificó que la reforma tributaria necesitaba ajustes. “Hay que hacerla más simple”, avisó junto con el anuncio de que se realizarían “perfeccionamientos técnicos”.

El mensaje de Valdés, reforzado por Eyzaguirre, caló hondo entre los dirigentes de la Nueva Mayoría.

A diferencia de otras reuniones de comité político, no hubo espacio para el debate, lo que se reflejó luego en las palabras de los presidentes de partido a la salida del encuentro. Todos asimilaron con preocupación, incluso los más reticentes a modificar la agenda, como el presidente del PC, Guillermo Teillier, quien ha advertido que no aceptará frenos en el cumplimiento del programa de gobierno.

“Cuando hay elementos objetivos claros, concisos y que son sobre todo externos en relación a la economía, uno no puede seguir adelante tal cual veníamos. Pero hay cosas en las que tenemos que mantener el rumbo exactamente y en otras que hay que priorizar”, dijo Teillier, dando cuenta del nuevo ánimo.

El fondo ya estaba claro, pero había un detalle en la forma que no pasó desapercibido.

Los economistas estaban al mando.

PETIT COMITÉ

El domingo 17 de mayo, días antes del discurso presidencial, el ministro Valdés invitó a su casa en Las Condes a todos los ministros que componen el Comité de Ministros del área económica, instancia creada en diciembre de 2014 por la mandataria, y que integran las carteras de Economía, Trabajo, Obras Públicas, Agricultura, Minería, Transportes, Energía y Medio Ambiente. Valdés llevaba una semana en el cargo y ya los había convocado dos veces antes de esa reunión, que resultó ser un poco más informal y distendida que las anteriores. Creado bajo la instrucción presidencial de dinamizar la economía y la promoción de proyectos de inversión, ese domingo varios de los ministros asistentes  tomaron el pulso del ritmo del nuevo ministro de Hacienda.

Fue el primer espacio donde Valdés instaló la idea de que había que “priorizar” la agenda de proyectos y reformas como señal a la economía, que no mostraba signos de recuperación. Tras varios encuentros, consiguió su primer objetivo: el 1 de junio el ministro anunció públicamente que la agenda de 84 iniciativas que tenían en carpeta las carteras del área se reducían a 19 proyectos prioritarios. Aunque se trataba de un espacio de discusión “técnica”, el propio ministro de Hacienda fue introduciendo un debate político.

En paralelo, hizo gala de su estilo dialogante y forjó inmediatas alianzas con otros ministros del gabinete, con quienes comenzó a compartir opiniones a diario. La más visible fue con el ministro de Energía, Máximo Pacheco, aunque a poco andar fue tejiendo una sólida relación con otros dos doctores en Economía del gobierno: los titulares de Economía y Transportes, Luis Felipe Céspedes y Andrés Gómez-Lobo. Con el primero el diálogo es natural, mientras que con el segundo comparten una vieja amistad.

Ambos fueron investigadores de Cieplan y en los últimos años participaron en círculos políticos y personales comunes. A principios de año, Valdés aceptó una invitación de Gómez-Lobo a participar de un encuentro privado de economistas cercanos al PPD, al que asistieron, entre otros, Marcelo Tokman y Christian Larraín. Según el presidente de la comisión de Hacienda de la Cámara, Pepe Auth, que los conoce a ambos, el ministro de Transportes considera a Valdés “el mejor economista de su generación”.

Más allá de esta anécdota, el ministro de Hacienda ha ofrecido de vuelta su confianza, invitando a estos últimos, además del ministro de Agricultura, Carlos Furche —más cercano a Pacheco—,  a una serie de reuniones reservadas donde han discutido largamente sobre el cuadro político y económico. Encuentros los domingos y comidas durante la semana, algunas de ellas incluso en casa del ministro de Energía, han marcado la rutina de este reducido grupo, donde Valdés ha abierto espacio para el debate, que, de manera natural, se replica en las reuniones de los jueves del Comité de Ministros del área económica. “Valdés no va a jugar al llanero solitario, está abierto al juego colectivo, les dará espacio a los otros ministros”, dicen en Hacienda.

Una jugada clave que demuestra la complicidad de este grupo fue la presentación de Pacheco ante el pleno del comité central del PS de hace algunas semanas. Con las mismas cifras que hoy se conocen, el ministro de Energía adelantó a la militancia socialista lo que se venía, advirtiendo la necesidad de incorporar los conceptos de “gradualidad”, “realismo” y “priorización” . Pero sobre todo la idea que Valdés ha repetido hasta el cansancio: “La crisis política está contaminando a la economía”.

“Era como si hablara el ministro de Hacienda”, comentaron en el PS, sin reparar en otro detalle: Pacheco dijo que hablaba en representación del Comité de Ministros del área económica. El jueves 2 de julio pasado, Valdés asistió a la comisión política —instancia semanal— del PS a reforzar este mensaje. Y no fue solo, lo acompañaba Pacheco. Y es probable que ambos asistan también el próximo lunes a la comisión política del PPD.

“Valdés busca fortalecer su posición y al mismo tiempo extender su mirada al conjunto de los ministros económicos, porque hace más fuerza, y ahí tiene una alianza natural con Economía, pero todavía más clara con Energía”, comenta el diputado Auth.

Y agrega: “Hacienda retomó con Valdés su rol habitual: el ministro de Hacienda tiene el rol de poner los límites de la realidad financiera a las demandas de la política. Es el rol que jugaron en todos los gobiernos, todos los ministros de Hacienda, algunos con exceso, hasta Alberto (Arenas), que difícilmente podía jugar ese rol porque él era el jefe del programa al mismo tiempo”, cerró.

Con este escenario, no quedó otra interpretación posible cuando la presidenta anunció la llegada de Nicolás Eyzaguirre al comité político, al cambiarlo de Educación a Segpres. Se trataba de la llegada de otro economista a La Moneda. Amigo y cómplice, e incluso artífice de la designación de Valdés en Hacienda, para varios en el oficialismo este nuevo diseño sólo significaba que Eyzaguirre completaba el cuadro.

SINCERIDAD ABSOLUTA

El nuevo escenario en el que se mueve el ministro de Hacienda al interior del gobierno quedó de manifiesto este lunes. Frente a la comisión Mixta de Presupuesto del Congreso, Rodrigo Valdés —en compañía del director de Presupuestos, Sergio Granados— redujo las estimaciones de crecimiento realizadas por el Ejecutivo originalmente (de 3,6% a 2,5%) y elevó la proyección de inflación y de déficit fiscal, entre otros ajustes. Durante la jornada, también se abrió a perfeccionar la criticada reforma tributaria, vía circulares o incluso leyes. Días antes, su cartera había autorizado a Codelco la retención de utilidades por US$ 25 millones menos que los US$ 250 millones solicitados por la estatal. Todas señales que —a juicio de expertos— reflejan el giro de La Moneda en manos de Valdés.

“Es claro que los economistas en Chile han tenido desde al menos 30-40 años mucha influencia en las políticas públicas del país. Rodrigo (Valdés) sigue una tradición que se había tenido en Chile y que en cierto sentido se había perdido (con Alberto Arenas)”, explica el decano de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad Diego Portales, Fernando Lefort. “La llegada del nuevo ministro ha implicado un giro muy importante en la conducción de la política económica. Se ha encargado de sincerar las cifras y la situación que se está viviendo y explicitar los límites, que hoy se ven más estrechos de los que la autoridad había visto antes”, complementa el economista y académico de la Universidad de Santiago Guillermo Pattillo.

A juicio de los expertos, la difícil realidad económica reflejada por Valdés es la correcta.  Ven que justamente la debilidad de las cifras existe y que no se trata de una exageración. “El problema existe. Chile ha tenido un crecimiento débil, Chile tiene un problema de falta de inversión”, indica Lefort. “Uno no puede hacer políticas públicas si no toma las consideraciones económicas. Se volvió a la senda de lo que habían sido siempre los gobiernos”, reafirma Pattillo.

El director económico del think tank de centroizquierda Chile 21, Eugenio Rivera, mira con cierta inquietud este escenario. Según explica, focalizar todo el análisis en los aspectos económicos, sacando del debate los problemas políticos puede causar problemas. “Uno podría hablar de empoderamiento del equipo económico, pero más que eso se ve una debilidad en el equipo político”, indica. “Se está pretendiendo resolver el problema político centrándose en lo económico”, añade.

El economista teme que se reproduzca lo mismo que ocurrió bajo el primer gobierno de Michelle Bachelet, donde el entonces ministro de Hacienda, Andrés Velasco, logró contener la crisis financiera, bajo el principio de austeridad fiscal, perdiendo de vista —a su juicio— salud y educación. “Eso les costó luego el gobierno”, enfatiza.

La visión no es más optimista respecto al manejo de Valdés. Reconoce las señales, pero extraña una visión a largo plazo. “Me parece que hay un análisis que está demasiado afirmado en el corto plazo. Efectivamente, las cifras muestran un débil crecimiento y una situación fiscal más difícil de lo manifestado, pero falta integrarlo en un análisis de más largo plazo”.

GANAR TIEMPO

A primera hora del lunes pasado, la presidenta Bachelet se reunió con los ministros del comité político. En la cita, la mandataria acordó con su equipo postergar el encuentro o cónclave del gobierno con parlamentarios de la Nueva Mayoría que se realizaría este sábado. La decisión fue comunicada minutos más tarde a los presidentes de partido con una fecha alternativa, el sábado 18 de julio. A regañadientes, los jefes partidarios aceptaron posponer el encuentro, aunque repararon que el fin de semana del 18 era largo, por lo que se postergó hasta el 25 de julio.

En el oficialismo lo interpretaron como una señal de que Hacienda se había impuesto pues buscaba ganar tiempo para convencer definitivamente del giro del gobierno hacia la moderación. Es decir, no se abriría un diálogo con el oficialismo hasta no definir prioridades internamente en la cita convocada para hoy entre la presidenta, sus ministros y subsecretarios. El miércoles hubo otra escena: la presidenta Bachelet presentó una Comisión de Productividad, integrada en su mayoría por economistas, con miras a reactivar el crecimiento económico.

La puesta en escena estuvo llena de detalles: se trata de un órgano permanente, de carácter independiente y consultivo, y a la presentación asistieron economistas y empresarios de todos los colores políticos. Entre ellos, el ex ministro de Hacienda y ex candidato presidencial Andrés Velasco, quien dijo haber sido invitado por su amigo, el ministro Céspedes.  No dudó en alabar el giro de La Moneda con Valdés. Con un tono más seguro que otras veces, dictó pautas.

“Nunca, ni en este gobierno y en ninguno otro las platas han alcanzado para todo y por eso las prioridades son tan importantes. Las circunstancias han cambiado en el mundo y en Chile y valoro el realismo para adecuarse a eso”, señaló.  Mientras tanto, en el Congreso se hacían eco de este nuevo escenario.Y varios comentaban como acertada una frase acuñada el día anterior por el diputado DC Pablo Lorenzini, luego que la bancada de diputados sostuviera un almuerzo con el ministro Valdés: “Ahora las noticias están en Teatinos 120”.

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