Por Juan Andrés Quezada Mayo 7, 2015

En la entrevista con Kreutzberger, Bachelet confesó no sentirse cómoda con las cifras económicas logradas en los primeros 14 meses de su gobierno. En marzo, según el Banco Central, el PIB se expandió apenas un 1,6%, transformándose en el tercer mes de caída consecutiva. El fantasma de la desaceleración volvió a instalarse.

Con la voz a punto de quebrarse, en horario prime, a través de una entrevista por televisión con el animador Mario Kreutzberger, la Presidenta Michelle Bachelet pateó el tablero al informar que había pedido la renuncia a sus 23 ministros.

La Presidenta tenía preparada en detalle la frase al llegar a Inés Matte Urrejola 0848. La había diseñado horas antes en una reunión estratégica en La Moneda con su asesora de mayor confianza, Ana Lya Uriarte y, según explican en su equipo, buscaban que fuera un golpe de autoridad, pero también un anuncio con sello “ciudadano”.

Lo logró en parte al exhibir empatía y liderazgo. Sin embargo, la sui géneris puesta en escena develó también la profundidad de la crisis que atraviesa su mandato: la derecha criticó la paralización de la agenda, al abrir un plazo de 72 horas para nombrar al nuevo gabinete y en la Nueva Mayoría, aunque muchos celebraban una medida largamente esperada, también cuestionaron a viva voz que no haya tirado un salvavidas en ese momento al canciller Heraldo Muñoz, quiendebió poner su cargo a disposición, pese a que se encontraba en Holanda integrando el equipo de defensa de Chile en La Haya.

Otros, como el diputado Gabriel Boric, cuestionaron lo que consideró la instauración de la “política como espectáculo”.

"PROCESO CONSTITUYENTE: EL ÚLTIMO INTENTO
También por televisión y en hora prime, el martes 28 de abril la presidenta Bachelet se jugó su última carta para intentar salvar a su equipo político y retomar la agenda y el liderazgo. En cadena nacional, sorprendió a todos los partidos, al aprovechar la presentación del informe anticorrupción de la Comisión Engel, para anunciar el inicio de un “proceso constituyente” mediante cabildos ciudadanos que se realizarán a partir de septiembre. No entregó más detalles. Quería con esto reconquistar a su electorado de izquierda y cambiar el foco de la discusión pública hacia un tema que enciende pasiones como lo es la Constitución. Su estrategia fue un fracaso. La ambigüedad del anuncio desorientó a partidarios y detractores de una Asamblea Constituyente y la idea fue aportillada por las críticas desde la DC, al interior de la Nueva Mayoría, hasta el empresariado, donde la Sofofa advirtió que esta discusión constituyente generaba “incertidumbre”. Peor aún, el inesperado anuncio generó molestia entre los miembros de la comisión Engel, ya que terminó por opacar todas las medidas y proyectos preparados durante semanas y que prometían ser una puerta de salida para la crisis de confianza.

LA AGENDA PERDIDA
Tres meses con la agenda gubernamental absolutamente paralizada y la situación se volvía insostenible. A partir de febrero, los casos Caval, SQM y Penta se tomaron la cobertura de los medios y el debate político. Los esfuerzos de La Moneda por volver a instalar sus proyectos de reformas fueron infructuosos. Éxitos importantes, que en otro escenario podrían haberse anotado como un triunfo histórico -como el fin del sistema electoral binominal o la promulgación del Acuerdo de Unión Civil-pasaron prácticamente desapercibidos. Ni siquiera los graves desastres naturales, como el aluvión en el norte del país y la erupción del volcán Calbuco, y que permitieron un fuerte despliegue del gobierno en terreno, frenaron el interés de la ciudadanía frente a los casos de corrupción. La presidenta estaba obligada a dar un golpe de timón que volviera a instalar en primera línea la discusión sobre los ejes de su mandato: la reforma educacional, la reforma laboral y la implementación de la reforma tributaria. Más aún, cuando sin el apoyo de la gente en las encuesta, perdía su capital político y la posibilidad de lograr sacar adelante esas complejas reformas clave.

EL TEFLÓN INCENDIADO
La advertencia de los pésimos resultados para el gobierno de la encuesta CEP, llegó un día antes a La Moneda. El estudio reflejaba el desplome en los niveles de apoyo de la Mandataria y su equipo a partir de los escándalos de corrupción y el descrédito de la clase política. En el segundo piso estaban preparándose para recibir el golpe. Ya el miércoles habían debido soportar el balde de agua fría de la encuesta Adimark que ubicó a Bachelet con un nivel de desaprobación histórico (considerando su anterior y actual mandato): un 64% de rechazo, con un 31% de aprobación, además de que sus atributos como liderazgo, respeto de los chilenos y credibilidad, seguían cayendo y su gabinete seguía por el mismo camino. El propio director del estudio, Roberto Méndez, señaló al presentar la encuesta que la única salida posible que él veía era un cambio de gabinete urgente. Ese mismo día, la Presidenta pidió la renuncia a sus ministros, una decisión que venía dilatando desde hace meses. La medida buscaba anticipar el impacto de las nuevas encuestas y dar una señal de autoridad. Bachelet deslizó en la entrevista en Canal 13 su crítica a los secretarios de Estado que 14 meses después de iniciado el gobierno aún no lograban manejarse adecuadamente en sus cargos.


UNA ECONOMÍA QUE NO DESPEGA

En la entrevista con Kreutzberger la presidenta Bachelet confesó no sentirse cómoda con las cifras económicas logradas en los primeros 14 meses de su gobierno.

Para esta fecha, el titular de Hacienda, Alberto Arenas, había prometido una reactivación sólida, pero los últimos números, entregados esta semana, pusieron un manto de duda sobre la fortaleza de los llamados “brotes verdes”. En marzo, según el Banco Central, el PIB se expandió apenas un 1,6%, transformándose en el tercer mes de caída consecutiva en la actividad del país. El fantasma de la desaceleración volvió a instalarse entre el empresariado y los economistas.

Al mezquino resultado del Imacec se sumó, durante la misma semana, la información proveniente de la Dirección de Presupuesto: los ingresos totales crecieron, entre marzo de 2014 y marzo actual, apenas 0,3%, muy por debajo del 5% que había pronosticado Hacienda.

Los decepcionantes resultados económicos son el corolario de un 2014 marcado por un brusco descenso de la productividad del país, que al mismo tiempo reflotó una división entre autoridades y empresariado, divergencias que se habían dado por superadas por años. Muchos culpan de este cisma al manejo del equipo económico, por no haber tendido puentes entre ambos mundos.

Parte de estas críticas las recogió, esta semana, el subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco. En una entrevista con El Mercurio, el funcionario acusó que se ha dejado de lado el tema del crecimiento en la agenda gubernamental, lo que al día siguiente rebatió el ministro Arenas.

LA DERROTA FINAL DEL JEFE POLÍTICO
El potente triunfo de la senadora Isabel Allende en las elecciones internas del Partido Socialista -que al mismo tiempo debilitó al subsecretario Mahmud Aleuy y a la vieja Concertación-, le había dado un respiro al ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo. Así parecía enfriarse un cambio de gabinete que, como lo reiteraron varios dirigentes de la Nueva Mayoría, era muy necesario.

Sin embargo, el factor Martelli volvió a poner al ministro del Interior en una situación insostenible. La cantidad de pistas que unían a uno de los principales recolectores de fondos de la campaña Bachelet con Peñailillo no paraban.

La semana más negra de Peñailillo partió con la pésima evaluación que hizo La Moneda de la entrevista que dio el domingo en la noche a Teletrece. Ahí no sólo se vio nervioso, sino que reiteró que las boletas emitidas a la empresa Asesorías y Negocios de Giorgio Martelli, fueron por una serie de informes político-económicos.

A pesar de que esa noche el ministro dijo que sólo mostraría sus trabajos al Servicio de Impuestos Internos, al día siguiente entregó algunos párrafos al diario La Tercera. Rápidamente, se detectaron que algunos de esos extractos eran muy similares a otros documentos, lo que levantó nuevas críticas de parlamentarios oficialistas en el Congreso, lugar en el que se comentaba lo difícil que se hacía la permanencia de Peñailillo en su cargo. Paralelamente, trascendió que el SII preparaba una querella con Martelli.

“Quiero insistir en que he tomado una determinación más allá de los ámbitos humanos (…) Este es el momento para hacer un cambio de gabinete”, respondió Bachelet, al ser consultada por Don Francisco por la situación que afectaba a Peñailillo. En la entrevista lanzó otro dardo al ministro, al señalar que le aconsejaron no volver a Santiago cuando estalló el caso Caval en medio de sus vacaciones. La suerte de su llamado “hijo político” ya estaba echada.

UNA RELACIÓN DISTANTE
El lunes, los presidentes de partido de la Nueva Mayoría dieron la bienvenida a Jorge Pizarro, nuevo presidente DC al comité político de cada semana. Antes de iniciar la reunión, los jefes partidarios y los ministros del comité político pusieron sus ojos sobre una pantalla que proyectaba a esa hora -cerca del mediodía- el devenir de los argumentos de los agentes y abogados chilenos ante La Haya. La escena era clave: todos entendían que comenzaba una semana de decisiones respecto al futuro del gabinete de la presidenta Bachelet, pero, precisamente, los alegatos en el Palacio de La Paz ayudaban a los ministros -sobre todo del comité político- a ganar tiempo. Por lo mismo, dedicaron gran parte de la reunión a pedir que primero hubiera cambio de intendentes, antes de un ajuste de primera línea. “La decisión es de la presidenta”, repitieron a la salida varios jefes partidarios, tal como lo vienen haciendo al menos desde septiembre del año pasado cada vez que alguien preguntaba sobre el tema. No sabían cuando sería. Nunca lo supieron. Ni siquiera el miércoles en la noche. Todos los presidentes de partido oficialistas se enteraron por la televisión. Así lo reconocieron Jaime Quintana (PPD), Osvaldo Andrade (PS), Jorge Pizarro (DC) en los minutos siguientes en contactos telefónicos con diferentes canales. “Estamos exactamente en un vacío, en un periodo de transición, a la espera de que se genere una dinámica de trabajo en materia de proyectos contra la corrupción”, había dicho esa misma tarde Andrade, reconociendo que existía un compás de espera que había acrecentado la distancia entre La Moneda y los partidos oficialistas.

21 DE MAYO: LA NUEVA ETAPA
En la Nueva Mayoría había algo en que todos coincidían: el 21 de mayo era la fecha límite para que la presidenta Bachelet  iniciara una segunda etapa de su gobierno con un nuevo equipo.

Ya se habían ido cumpliendo todos los hitos necesarios para hacer el esperado cambio: la entrega del informe de la comisión Engel y la autocrítica de Bachelet, la elección interna del Partido Socialista y la cadena nacional en que delineó las medidas anticorrupción.

Estaba todo listo para el cambio, sin embargo, tal como lo explicó en la entrevista en Canal 13 habían algunos temas de la agenda que aconsejaban esperar un poco más, como los alegatos orales en el juicio entre Chile y Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, donde se concentró, a comienzos de esta semana, toda la atención periodística.

Cuando los partidos oficialistas y sus ministros creían que se esperaría el regreso de la delegación desde Holanda, Bachelet sorprendió con el anuncio: “Yo hace algunas horas le pedí la renuncia a todos los ministros y me voy a dar 72 horas para tomar la decisión sobre quiénes se quedan y quienes se van”, señaló.

Relacionados