Por Juan Andrés Quezada Marzo 5, 2015

© Patricio Otniel

Aunque el gobierno se había negado a buscar acuerdos políticos frente al caso Penta, la agenda de probidad y transparencia se coló entre las prioridades. “Nos tenemos que hacer cargo de la cuarta reforma estructural del gobierno, que es esta agenda de probidad”, dice un dirigente oficialista.

-No siempre es fácil, ni entretenido, sé que a todos nos cuesta levantarnos más tempranito después de las vacaciones ¿o no chiquillas?-La pregunta de la presidenta Michelle Bachelet quedó suspendida en el aire unos segundos antes de obtener respuesta del auditorio. Un tibio murmullo de  afirmación antecedió a otra broma de la mandataria.

-Además son honestas estas chiquillas, porque en otras partes dicen ‘estábamos ansiosas por venir’. No, costó, sabemos.-Hubo risas, pero no fueron generalizadas. El miércoles pasado, la presidenta inauguró el año escolar 2015 junto a su ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, en el Liceo Bicentenario de Maipú. Alumnas, profesores, funcionarios, apoderados, autoridades y público general completaban el cuadro de una actividad a la que asistieron poco más de mil personas en un atiborrado gimnasio. Hasta ahí nada sorprendente, salvo un detalle que no pasó desapercibido para la prensa que cubre diariamente sus actividades y su equipo de producción y avanzada: la sintonía de Bachelet con su audiencia no era la misma. Algo había cambiado.

El día anterior, en La Moneda habían tomado nota de que el impacto del caso Caval poco a poco apuntaba directamente a los principales atributos de la presidenta: popularidad y credibilidad.

Una muestra fue la significativa baja registrada por la encuesta Adimark de febrero: no sólo obtiene la peor evaluación positiva de su primer año de gobierno con un 39%, sino que además es la menor aprobación obtenida si se compara con su primer mandato. Pero hubo otra encuesta que dejó estupefactos a los analistas de Palacio: Cadem reveló que el 71% de los encuestados no cree que la presidenta se haya “enterado por la prensa” del millonario negocio de su hijo Sebastián Dávalos y su mujer Natalia Compagnon en Machalí.

El golpe a uno de sus principales atributos no fue aislado. Los efectos del caso Caval están lejos de ser medidos por el gobierno, y los esfuerzos por cerrar el capítulo y concentrarse en las prioridades del segundo año en La Moneda, van cuesta arriba.

El próximo miércoles Bachelet se apresta a celebrar su primer año de gobierno con la obligación de recomponer las confianzas y dar un giro en sus planes originales.

“Si en 2014 el objetivo del gobierno fue cumplir su programa, este año será reconectarse con la ciudadanía”, señaló el martes Eugenio Tironi en un seminario de LarraínVial. Si bien el sociólogo ha declarado varias veces su lejanía con Bachelet, su frase representa el sentir hoy en su gobierno.

El fuerte impacto del caso Dávalos en su liderazgo y en toda su administración produjo un brusco cambio en las prioridades que tenía La Moneda para el 2015. Ya nadie habla de cambio a la Constitución ni de los proyectos que reactiven la economía y aumenten el crecimiento. El proyecto para regular dinero y política será el tema central del consejo de gabinete agendado para este sábado en  el palacio de Cerro Castillo, en Viña del Mar. 

Aunque el gobierno se había negado a la opción de buscar acuerdos políticos frente al caso Penta y el financiamiento de la política, la agenda de probidad y transparencia se coló entre las prioridades. “Nos tenemos que hacer cargo de la cuarta reforma estructural del gobierno, que es esta llamada agenda de probidad”, señala un alto dirigente oficialista.

“Nunca antes se había producido un proceso de deslegitimación tan profundo de la empresa y el capitalismo”, dijo el mismo Tironi en el citado seminario.

En medio de este escenario de cambio de estrategia obligado, han surgido algunos temores de parte de los sectores más de izquierda del bloque de gobierno que temen que se deje de lado algunas reformas, como el cambio a la Constitución.

“En cuanto a nuestro partido y la Nueva Mayoría, el rumbo a seguir no es otro que el cumplimiento del programa trazado y comprometido ante el pueblo (…). Eso es lo prioritario de nuestra agenda y lo otro no nos desviará, que es lo que quiere la derecha”, señaló esta semana el presidente del PC, Guillermo Teillier, en el portal reporte.cl.

PARTIDOS SE REBELAN
El liderazgo de la presidenta será puesto a prueba este año en un escenario en el que los partidos han hecho sentir su voz para salir de la crisis.

La semana pasada, mientras el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, intentaba desconectarse en sus últimos días de descanso, su reemplazante, el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, activó una rápida ronda de conversaciones con los jefes de partido. También organizó un encuentro con todos los subsecretarios, y otra con todos los jefes de gabinete de los ministros, varios de ellos de vacaciones.

En cada una de las reuniones el mensaje era uno solo: la presidenta resintió personalmente el golpe y había que salir a defenderla con fuerza y recuperar la confianza de la ciudadanía. Para ello, ordenó tanto a dirigentes como  a funcionarios de gobierno acciones concretas: una revisión exhaustiva de contrataciones, contratos, licitaciones, y actuaciones que pudieran estar en el límite, no sólo de lo legal, sino también de lo ético. “Hay que ser y parecer”, dice una fuente de Palacio, como si fuera una lección aprendida tras el caso Dávalos.

El esquema ideado por Aleuy incluyó conversaciones con la oposición que sorprendieron a los propios dirigentes de la Alianza: lo que la UDI había pedido con fuerza tras el estallido del caso Penta se hacía realidad y ahora era el gobierno el que buscaba salir jugando con un acuerdo para regular la relación entre la política y el dinero. Para algunos en la Nueva Mayoría fue una hábil jugada la del ministro del Interior (s), pero hubo interpretaciones diversas. Mientras unos en Palacio valoraron su habilidad para contener la crisis, otros análisis oficialistas veían una crítica velada hacia la gestión de su superior, quien se convirtió en el centro de los cuestionamientos oficialistas por su manejo de la crisis desatada por Caval, atizadas por los jefes de partido de la DC, Ignacio Walker, además de Andrade y Camilo Escalona.

Pero el diseño duró hasta ese mismo viernes: aunque seguía de vacaciones, Peñailillo tomó el toro por las astas y convocó al comité político y a todos los jefes de partido a una cena en el restaurant Espacio Gastronómico del Barrio Italia, la noche del domingo.

Cita que fue una especie de catarsis: Peñailillo pidió orden y unidad en torno a la presidenta. Los partidos pidieron mayor protagonismo en las decisiones. En la misma línea, el titular de Interior adelantó que en el seno del gobierno buscarían una salida legislativa: un consejo asesor presidencial trabajaría una propuesta sobre transparencia y probidad en las actividades públicas y privadas.

El escenario se repitió el lunes en la tradicional cita del comité político en La Moneda. Si bien los jefes partidarios valoraron la búsqueda de una instancia superior como el consejo asesor presidencial, insistieron en el esquema de Aleuy: la salida tenía que ser política, plantearon en privado, mientras hacia afuera optaron por unificar el discurso.

Lo cierto es que al igual que en otras crisis de su administración anterior, la fórmula para buscar una salida será la convocatoria a una comisión de “hombres buenos” que se daría a conocer hoy viernes.

El ex ministro DC Genaro Arriagada discrepa de este modus operandi: “Si la presidenta se aplica, podemos obtener una ley de financiamiento de la política. No es necesario una comisión, porque es muy fácil redactar una ley de financiamiento de la política, ya que todos los estudios están hechos, a nivel nacional e internacional”.

Arriagada agrega que “el acuerdo significa que la derecha renuncia a parte de su poder, porque ellos son los grandes beneficiados, además de muchos candidatos de gobierno. Sin embargo, los empresarios hoy han descubierto de la manera más dura, que estos financiamientos raros pueden costar la caída de grandes conglomerados”.

Fue esa misma línea la que continuó Aleuy durante la semana. El martes, recibió en La Moneda  al presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), Andrés Santa Cruz, para profundizar en fórmulas para salir de la crisis que afecta al sistema político y también a los privados.  Santa Cruz fue enfático en mostrar al gremio disponible para avanzar en conversaciones para establecer un marco de relación que sea más riguroso en la relación de los negocios y la política.

Pese a ello, hubo diferentes lecturas en cada partido. Ese mismo día lunes el consejo nacional de la DC analizó el panorama político para La Moneda y la Nueva Mayoría, donde primó una visión promovida por Walker: si bien hasta antes del caso Caval el gobierno podía prescindir de los partidos, descansando su eje en una presidenta ciudadana y de alta valoración,  el escenario había cambiado, y Bachelet necesitaba de los partidos, no sólo para salir de la crisis de credibilidad política, sino también institucional.

“Considerando que la situación de la popularidad que tiene el gobierno tanto por su presidenta como de sus actores se vio disminuida, se debe subsanar en el trabajo en equipo y coordinado, más que en ninguna otra cosa. Sobre una disciplina ya demostrada se debe actuar entre los partidos y el gobierno con mucha colaboración, pero también diálogo. Cambió la relación entre el gobierno y los partidos, se hace más cercana. No sólo en los hechos, sino en los procedimientos empleados”, dice Víctor Maldonado, secretario nacional de la DC.

La visión contrasta con el análisis que se hizo ese mismo día en la mesa directiva del PPD: los dirigentes acordaron respaldar la gestión política de Peñailillo e interpretaron las visiones de sus socios en la DC y el PS, como un esfuerzo de la “vieja guardia” concertacionista por ofrecerle a la presidenta un camino de salida.  De hecho, una alta fuente de Palacio radica en Camilo Escalona la principal prueba de este temor.

En La Moneda resienten que pese a que la propia presidenta dio por cerrado el caso Caval, Escalona siga criticando públicamente el actuar de Sebastián Dávalos, así como sus cuestionamientos al manejo político de Peñailillo.

Si hasta antes de la crisis, en La Moneda valoraban el giro “colaborativo” del ex senador con el gobierno, hoy reconocen que su contendora por presidir el socialismo, Isabel Allende, despierta mayores confianzas.


Bachelet y sus ministros durante un consejo de gabinete realizado el martes en La Moneda. Este sábado el grupo se volverá a reunir en Cerro Castillo.

 

CITA EN CERRO CASTILLO
En diciembre los partidos de la Nueva Mayoría habían presionado a Bachelet para que realizara su primer cambio de gabinete. Descoordinación con el Parlamento, problemas en Salud, el ministro Alberto Undurraga involucrado en el caso Penta y cuestionamientos de todas partes a las ministras de Cultura y Desarrollo Social, era parte de los argumentos. Sin embargo, a esa altura el caso Penta -que golpeaba a la UDI -copaba la agenda y ponía a la Nueva Mayoría en una inmejorable posición para aprobar algunos de los proyectos emblemáticos del gobierno, como el cambio del sistema electoral binominal por uno proporcional y la luz verde al proyecto de lucro, selección y copago, pese al difícil tranco inicial.

Por ello, la mayoría del gabinete salió de vacaciones en febrero con la sensación de “misión cumplida” y del alejamiento del cambio de gabinete.

Sin embargo, el caso Caval revivió la posibilidad de Bachelet hiciera un cambio como fórmula para salir de la crisis. En el gobierno señalan, eso sí, que el encuentro de este sábado en Viña despeja esa posibilidad por ahora. “Sería extraño juntarse a planificar el año con un equipo para después cambiarlos”, cuenta un ministro.

Pese a ello, muchos en Palacio pronostican que el consejo será tenso, ya que muchos secretarios de Estado presentes saben que no estarían en sus puestos si no fuera por circunstancias que han ido cambiando la agenda, como los casos Penta y Dávalos.

Además, comentan en La Moneda, Bachelet se ha mostrado muy dura y exigente en las reuniones que tuvo esta semana con sus colaboradores.

“Cada ministro está tratando de hacer su trabajo lo más callado posible y sin cometer errores. Ninguno de ellos ha dado entrevistas en los últimos días a la espera de lo que será el encuentro con la presidenta”, señala una asesora de La Moneda.

Así, Ximena Rincón, quien en su momento era nombrada como una de las candidatas a dejar el gabinete, se ha fortalecido esta semana organizando junto a Bachelet las prioridades legislativas para el 2015. Peñailillo, en tanto, trató de apaciguar lo que se vio a principios de esta semana como una lucha de protagonismos con Aleuy y desea mantener un perfil más bajo hasta que las aguas se quieten. Mientras tanto inició conversaciones con los próximos presidentes de la Cámara y el Senado, Marco Antonio Núñez (PPD) y Patricio Walker (DC), para definir un camino de acción conjunta en la articulación y tramitación legislativa, para evitar los desencuentros que marcaron la actividad parlamentaria  durante 2014.

Elizalde, a su turno, continúa tratando de justificar su rol de vocero no polémico y distinto a los anteriores de la Concertación.

REGRESO A LOS ORÍGENES
En medio de los diversos movimientos de piezas oficialistas para salvar la crisis, desde la Secretaría de Comunicaciones de La Moneda, dirigida por Paula Walker, se optó por volver al camino original de la presidenta y explotar su cercanía con la gente. De hecho, apenas se visibilizó la emergencia por la erupción del volcán Villarrica, la mandataria decidió partir a la zona y enfrentar la situación, pese a que se encontraba reunida con todos sus ministros en el consejo de gabinete. Antes de partir a la Región de la Araucanía había hecho una petición clara a sus ministro: el rumbo del gobierno no cambiaría. Si bien se agregaba la agenda de probidad, cada uno debía aumentar sus salidas a terreno y no descuidar la agenda social, en la que los encargados de las  áreas de Salud, Educación, Seguridad Ciudadana, Transporte y Trabajo, debían esforzarse por no perder visibilidad.

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