Por Juan Andrés Quezada Febrero 26, 2015

Otro efecto impensado del caso Caval fue el enfriamiento de la relación Peñailillo-Bachelet. Según varias fuentes consultadas en La Moneda, la presidenta habría resentido el accionar de su ministro del Interior en el manejo de la crisis.

Michelle Bachelet llegó el lunes a la 7.30 a La Moneda con la firme decisión de cerrar el caso Caval, que varios días antes había provocado la renuncia de su hijo, Sebastián Dávalos, al gobierno, y que había transformado sus vacaciones en el lago Caburgua en una verdadera pesadilla. Esa mañana, su jefa de prensa, Haydeé Rojas, informó a los reporteros de Palacio que la presidenta daría una conferencia y que sólo aceptaría tres preguntas. También les pidió que tuviesen tino y que fuesen respetuosos con ella.

Pese a que Bachelet se mostró cercana, empática y, con la voz quebrada -dijo que éstos habían sido “momentos dolorosos”-, a las pocas horas, el caso lejos de cerrarse, seguía creciendo.

“Sin duda, es la crisis política más grande que ha enfrentado -y quizás enfrentará- Bachelet”, señala una asesora de gobierno, precisando que, a diferencia de crisis anteriores, el impacto producido por el millonario crédito conseguido por Natalia Compagnon Soto, nuera de la presidenta, para un negocio inmobiliario en Machalí, había permeado muy fuerte en los sectores más populares.

Esa mañana del lunes, los partidos de la oposición rápidamente llamaron a ruedas de prensa donde apuntaron directamente a la credibilidad de la mandataria, uno de sus atributos más apreciados y para muchos el que la hizo volver a La Moneda. “Yo no le creo a la presidenta cuando dice que se enteró por la prensa de la reunión de Andrónico Luksic”, dijo  Nicolás Monckeberg.

Ese día, además, una encuesta de Plaza Pública-Cadem había arrojado que sólo un 31% de los encuestados aprueba su gestión, la cifra más baja en esta medición desde que asumió en su segundo período.

FUEGO AMIGO
Pero lo que más molestó a Bachelet y a su entorno - señalan en La Moneda- fue el fuego amigo. El presidente del PS, Osvaldo Andrade, dijo que “si Dávalos hubiera realizado una declaración de intereses y patrimonio bien hecha, no como la que conocimos, la presidenta no se habría enterado por la prensa”. Otro socialista, Gonzalo Martner, quien lidera una de las listas que compiten por la presidencia del partido, anunció que pedirían al tribunal supremo de la colectividad la expulsión de Dávalos y de su esposa.

El caso fue criticado en forma unánime esa tarde del lunes en la comisión política del PS y todo indica que será un tema central en la campaña interna socialista.

Otro cercano a Bachelet, su ex ministro PPD Ricardo Lagos Weber, también criticó el negocio que le reportó tres mil millones de pesos a la empresa Caval: “Creo que acá hubo un componente de imprudencia, ya que el entorno de ella debió haberse abstenido de haber realizado acciones que si bien no son ilegales, a ojos de la ciudadanía no son aceptadas y por mi parte tampoco las comparto”.

Al día siguiente, el presidente de la DC, Ignacio Walker -quien en marzo tiene previsto anunciar sus aspiraciones presidenciales- fue más allá y añadió un nuevo ingrediente cuestionando duramente al equipo que manejó la crisis la semana que estalló el caso, mientras Bachelet se encontraba de vacaciones, es decir, a Peñailillo, a José Antonio Gómez, quien actuó como vocero, y a Carlos Correa, quien estaba a cargo de la Secom. “Una cosa es el tema de la legalidad, al parecer no hay nada ilegal, pero otra cosa es el tema ético”, dijo, cuestionando uno de los argumentos en que se había apoyado Gómez.

Por ello, el martes, el ministro (s) del Interior, Mahmud Aleuy, citó -en forma separada- a los presidentes de partido para pedirles que no se refirieran más al caso. “Esta situación está provocando daños insospechables no sólo al gobierno, sino también a la  Nueva Mayoría”, fue una de las advertencias de Aleuy.

Otro de los argumentos expuestos a los jefes de partido fue el impacto personal que había tenido para Bachelet el tener que aceptar la renuncia de su hijo. Quienes estuvieron con ella esta semana señalan que, por primera vez, la vieron anímicamente mal, triste, sin la chispa de siempre. “Todo esto es muy fuerte para ella. Es su hijo más cercano (Francisca vive en Buenos Aires), el que le ayudó a criar a Sofía, el único que entró a la política y a militar en el PS, que es masón y miembro de un club de la FACH, buscando seguir los pasos de su abuelo (el general Alberto Bachelet) y el regalón de Angela Jeria”, señala una persona cercana a la mandataria.


EL QUIEBRE CON PEÑAILILLO

Un efecto impensado del caso fue el enfriamiento de la relación Peñailillo-Bachelet. Según varias fuentes consultadas en La Moneda, la presidenta estima que al ministro del Interior “se le pasó la mano” en los cuestionamientos públicos a su hijo, y que sus palabras escalaron la crisis. Esto le habría hecho pensar a Bachelet que, por primera vez, su delfín estaría privilegiando su “agenda propia” y sus “aspiraciones presidenciales”, algo que, todos saben, ella no perdona.

Muchos, además, vieron esta semana la oportunidad de sumarse en privado a los cuestionamientos al jefe de gabinete y pasarle la cuenta por episodios anteriores. El año pasado, Peñailillo concentró el poder del gobierno, resintiendo las relaciones con otros miembros del gabinete como Alberto Arenas y Ximena Rincón, entre otros.

Otra de las esquirlas del caso es que volvió a poner en la mira la política comunicacional del gobierno a cargo de la directora de la Secom, Paula Walker, quien se enteró de la polémica durante sus vacaciones en Nueva York. Muchos le critican no haber regresado a Santiago a enfrentar la crisis, y dejar el caso en manos del subdirector de Comunicaciones, Carlos Correa, hijo de Enrique Correa.

“Hoy todos son generales después de la batalla”, comenta ante los cuestionamientos una de las personas que estuvieron la primera semana de febrero en el manejo de la crisis,  cuando Dávalos no respondía el teléfono a nadie. Incluso, la propia presidenta, tras leer el artículo publicado por Qué Pasa el viernes 6, debió esperar hasta la noche de ese día para poder hablar con él, quien iba camino a Caburgua.

En La Moneda y en la Nueva Mayoría han vuelto a cuestionar la poca experiencia política de su actual Segundo Piso. En su mandato anterior estaba Juan Carvajal (ex jefe de la Secom), María Angélica “Jupi” Alvarez y el propio Peñailillo, quien era su jefe de gabinete, quienes no dudaba en telefonear a los partidos o a alguna otra autoridad para aunar posturas o frenar una operación en contra de la mandataria.

Hoy la única asesora con formación política es su jefa de gabinete, la ex ministra Ana Lya Uriarte, quien ha intentado - sin éxito-  controlar la situación. Su estrategia ha apuntado a victimizar a la presidenta, apelando al cariño de la gente. Por ello, esta semana ha transmitido a varios periodistas que Bachelet está mal y reiterado la idea que ella desconocía los detalles del millonario negocio.

¿Cómo salir de la crisis? La tarde del miércoles, tras una  reunión de tres horas entre Bachelet y su comité político, se dio una nueva señal. El vocero Álvaro Elizalde anunció que la presidenta instruyó la elaboración “de un marco institucional que regule la relación entre lo público y lo privado”, en una alusión que incluye los otros casos que hoy marcan la agenda, como Penta y SQM.

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