Por Juan Pablo Sallaberry Febrero 19, 2015

© Pablo Sanhueza

"A mí me gustaría mucho que se instalara un clima político de ‘aquí hay una crisis y salgamos de esta crisis con una legislación que nos permita  una democracia mucho más perfecta’. El camino del enfrentamiento, la tuya y dos más, no es un camino que favorezca a la democracia"

Sobre el escritorio personal de Ernesto Ottone hay una hojeada versión en francés de El Capital en el Siglo XXI de Thomas Piketty que el sociólogo de la Nueva Mayoría revisa varias veces durante la entrevista para apuntar datos.  El director de la cátedra Globalización y Democracia de la UDP, está de vacaciones, pero ha seguido atento los casos de falta a la probidad que han marcado la agenda política este verano.  Ex asesor de confianza del gobierno de Ricardo Lagos, hoy habla desde su rol de académico y columnista y dice que con una ciudadanía más activa y atenta a través de las redes sociales, los políticos están más expuestos que nunca.

-Al abrir sólo un mes de la contabilidad de Soquimich, el fiscal Carlos  Gajardo encontró varias boletas vinculadas a políticos de todos los sectores. ¿Puede ser una señal de que el problema del financiamiento irregular de la política sea más extendido y transversal de lo que conocemos?
-Sí. Yo creo que aquí hay un problema más estructural. Y es transversal pero tiene sus especificidades. Lo de Penta tiene una cierta gravedad especial porque se produce un modelo de funcionamiento por largos años que vincula a un sector muy conservador del empresariado con un partido y se produce una relación promiscua, incestuosa y delictiva. Ahora otro tema, que sí es transversal, es en la dañina relación que existe entre dinero y política. En este sentido, siempre he pensado que estos casos son malos para el sistema en su conjunto y para el avance democrático del país.

-¿Qué cree que pasaría si se abre toda la contabilidad de SQM o de otras empresas ¿Qué nos encontraremos?
-Seguramente va a aparecer un tipo de relación y de financiamiento que va a golpear a todos los sectores. Va a ser transversal. Ahora  ¿es inevitable esta situación? Esa es la pregunta. Yo creo que es evitable y que estamos a tiempo de mejorar las cosas, porque Chile no es un país corrupto si se compara con los rankings internacionales.

-¿Podemos seguir repitiendo con confianza la frase de que Chile no es un país corrupto?
-Podemos seguir haciendo esa aseveración. Pero, cuidado, este es un patrimonio que se construye a través de muchos años y que cuesta muy poco perder. La corrupción es parte de la naturaleza humana y por eso es muy importante que haya reglas claras, lo único que nos asegura que la conducta humana mejore es que hayan normas muy estrictas sobre estos temas. Se ha mandado una ley al Congreso de financiamiento de la política, que es importante y que va en esta dirección. Yo caminaría a normas incluso más fuertes que impidan que estas situaciones se produzcan y reproduzcan.

-¿Cuando se habla de un gran acuerdo para salir de esta crisis, el mensaje va hacia una nueva legislación, o también se apunta a no seguir judicializando estos temas para evitar que aumente el desprestigio de la política?
-Si hay casos de delitos, no puedes  lavar los delitos a través de la política, o sea yo no estoy planteando una gran amnistía.  Los casos que sean delictuales que sigan su curso en la justicia. Pero yo no creo que ayude a la democracia, mantener en el centro del debate político acusaciones sobre quién es más malo. Esto está ligado al hecho de que tenemos una derecha devastada, (78% de rechazo) y con tal devastación, la tendencia de la bestia herida es salir a morder al otro.

-Usted estuvo en el gobierno de Lagos, cuando él se vio afectado por el caso MOP-Gate y finalmente llegaron a un acuerdo político con la oposición. ¿En qué consistió ese acuerdo finalmente? ¿Sólo proyectos de ley, o más bien el sacar la política de los tribunales?
-No, no, la justicia siguió adelante en ese caso…

-Sí, pero al final no se investigaron los sobresueldos, y el SII declaró que los sobresueldos no eran tributables.
-No, entendámonos: lo sucedido en el MOP-Gate, donde el escándalo fue muy grande, pero al final del día desde el punto de vista de delitos, había muy poco. Mira la sentencia de la jueza… ¿cómo se llamaba? ¿Chevesich? Al final de eso hubo muy pocas cosas. La utilidad que tuvo esto es que permitió cambiar prácticas que venían de mucho tiempo, se reguló parcialmente el financiamiento de campañas, se creó la Alta Dirección Pública, se fijó el término de los sobresueldos...

-Pero también hubo un pacto entre oficialismo y oposición de no seguir echando leña al fuego.

-Hubo un “aprovechemos esta oportunidad” y eso estuvo muy bien. O sea, “transformamos estas crisis en cambios”.

-¿Y le gustaría que hoy se instalara un clima así?
-A mí me gustaría mucho que se instalara un clima así, diciendo: aquí hay una crisis sobre como financiar la política que afecta la representatividad y salgamos de esta crisis con una legislación que nos permita que estas cosas avancen y tengamos una democracia mucho más perfecta y que le pongamos un cortafuegos a la corrupción. Por supuesto. Yo creo que el camino del enfrentamiento, la tuya y dos más, no es un camino que favorece al fortalecimiento de la democracia, al prestigio de la política, que todo eso lleva a que la ciudadanía al final del día diga “tous pourris” como dicen en Francia, “todos igualmente corruptos”.

-O el “Que se vayan todos” de los argentinos.
-Estamos muy lejos de eso. Imagínate lo lejos que estamos de Argentina y de otras realidades en el mundo. O sea todo esto es tecito con leche al lado.

-¿Usted plantea la necesidad de normas incluso más duras que las que contempla el actual proyecto de ley?
-Una legislación más fuerte. Yo soy partidario en primer lugar de generar el mayor financiamiento público posible, pero de la mano con un fuerte control público sobre, por ejemplo, las dietas parlamentarias que tienen que ser ingresos dignos que permitan la independencia de los parlamentarios, pero que no signifiquen una distancia muy grande de los ciudadanos.  Planteo que si hay participación privada en las campañas electorales, esas tengan un techo bajo y correspondan a personas naturales, para que el dinero no pueda influir. Y el tercer punto: la necesidad de un gran pacto por el abaratamiento de las campañas. ¿Por qué tiene que haber este tremendo gasto? ¿Por qué mejor no hay paneles públicos, donde cada uno tenga el mismo espacio?

DÁVALOS, "NO ES ADMISIBLE ESA CONDUCTA"
-¿Qué impacto generó en el bacheletismo el caso Caval, los negocios del hijo y la nuera de la presidenta?
-Yo no hablaría del bacheletismo, hablaría de la centro izquierda, de la cultura de la centro izquierda. Y claro, es un tema doloroso. Injusto. Y digo injusto porque nadie puede negar que este es un gobierno que se orienta hacia una sociedad más igualitaria: las reformas tributaria,  educacional, política, laboral. Digamos que es un gobierno que en verdad, en los hechos, está impulsando un camino hacia una sociedad más igualitaria. Y entonces este hecho contradice aquello, este acontecimiento contradice precisamente ese camino.

-¿Va en contra del discurso del gobierno?
-No solamente del discurso, de la práctica. Y también está completamente lejos de la práctica de la presidenta de la República, de su historia, de su testimonio, de su visión de lo que es la economía, la sociedad, etc. De la ética también.

-¿Qué es lo que cuestiona de este episodio?
-Primero que todo la ausencia de un buen criterio político por parte de Sebastián Dávalos. Porque sin duda no es un problema de decir “esto es legal o no es legal”, La exigencia que tiene una persona, que posteriormente entra al gobierno, que está en una campaña política, muy cercana a la presidenta, no se mide por si las cosas están en la legalidad o en el filo de la navaja de la legalidad. Se mide también por una capacidad de entender lo que puede generar un daño enorme a la confianza y a la credibilidad de ese gobierno.

-¿Esa reunión entre Dávalos y Luksic no debió existir?

-No debió existir nada. Ni el negocio ni la reunión ni nada. Al final del día fue una especulación con los precios de los terrenos: Ahí no hay valor agregado, ahí no hay creación de riqueza, ahí no hay innovación. Hay lo que se llama “una pasada”. Y eso es algo ajeno a una visión progresista.

-¿La renuncia de él a su cargo en La Moneda despeja el tema para el gobierno?
-Lo despeja. Es bastante elocuente que salga de su cargo, es una demostración de que no es admisible esa conducta.

-¿Y cómo debiera reaccionar ahora la presidenta?

-Debiera reiterar sus principios, reiterar su visión. Yo entiendo la complejidad, porque aquí, uno comprende, hay elementos afectivos, pero ella es jefa de Estado, y tiene un programa de gobierno, tiene sus convicciones, tiene su historia, que no tiene nada que ver con esto que pasó.

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