Por Juan Andrés Quezada Diciembre 11, 2014

© Vicente Martí

“Hay un interés objetivo entre la presidenta Bachelet y el proyecto de Marco, que pasa por mantener el discurso transformador”, dice Carlos Ominami, padre del ex candidato presidencial y uno de los que ha facilitado sus acercamientos con la Nueva Mayoría.

Los primeros días de abril , Marco Enríquez-Ominami retiró sus enseres personales de la oficina que utilizaba en el segundo piso de una antigua casona ubicada en avenida Salvador, Providencia, lugar donde funcionó hasta esa fecha la sede del Partido Progresista (PRO) y que fue el centro de operaciones de su segunda campaña presidencial. Era el primer mes de gobierno de Michelle Bachelet y todos los reflectores apuntaban hacia La Moneda con la instalación del nuevo gobierno. Mientras tanto, el ex contendor ya comenzaba a planear su reconversión como candidato presidencial, luego de  sobrevivir a dos derrotas consecutivas en primera vuelta. Viajes al extranjero y charlas en universidades coparon su agenda pública, que pasó desapercibida. Pero hubo otra agenda privada y silenciosa.

Por razones económicas, los dos referentes de su proyecto, el PRO y la Fundación Progresa quedaron sin sede tras la costosa campaña de 2013, razón por la que su casa de la calle El Rodeo, en La Dehesa, se convirtió en su  centro de operaciones.  Allí se reunió la noche del martes pasado, su núcleo más íntimo. Aunque se trataba de una cita del directorio de la Fundación Progresa, el tenor de la conversación giró hacia la confección de un nuevo plan político para que ME-O capitalice en 2015 su posicionamiento como la figura política mejor evaluada del país, según la última encuesta CEP.

A la cita llegaron, entre otros, el diputado independiente Vlado Mirosevic, el sociólogo Alberto Mayol, los actores Edgardo Bruna y Patricio Strahovsky, Manuela Gumucio, madre del anfitrión, el escritor Rafael Gumucio y la sicóloga Soledad Larraín. Otros, como el historiador Alfredo Jocelyn-Holt y el abogado Ciro Colombara, que se encontraban de viaje, siguieron atentos el encuentro a la distancia. El nuevo petit comité se hizo cargo del inédito escenario instalado post CEP: el que era el año más difícil tras la derrota presidencial se convirtió en la posibilidad cierta de detentar el primer lugar de la largada, eso sí, casi tres años antes de los comicios de 2017.

Esa tarde se acordó pasar a la ofensiva.

Conscientes de que el camino del tercer intento por llegar a La Moneda es pedregoso y largo, Enríquez-Ominami se alista para una batalla en la que ya asestó el primer golpe: puso su capital político a disposición de las reformas de Michelle Bachelet. Ahora viene la segunda parte, la consolidación del trabajo silencioso: en los últimos ocho meses ME-O y el PRO han enviado reservados mensajes al grueso de la dirigencia política y parlamentaria de la Nueva Mayoría. Ha habido de todo: encuentros, conversaciones, complicidad y rechazos. Según cercanos al ex candidato presidencial, todos han reaccionado de alguna forma. Todos, menos dos. Camilo Escalona y Gutenberg Martínez.

Mientras tanto el PRO ya dio un primer paso para levantarlo, sin complejos, como candidato presidencial: esta semana sus principales dirigentes recibieron el certificado del Servicio Electoral (Servel) que valida al PRO como partido político debidamente registrado. Así, ME-O no tendrá que juntar firmas como en 2013, y se dedicará de lleno a mantenerse vigente en el debate público, mientras el PRO, de manera autónoma, buscará capitalizar pactos con la Nueva Mayoría. Ya inició acercamientos con el MAS de Alejandro Navarro, y formalizará encuentros en los próximos días con Revolución Democrática, la Izquierda Ciudadana y el Partido Radical.  Todo, mientras la Fundación Progresa trabaja en el sustento político-programático de la candidatura, donde según dice un integrante del equipo “nos estamos preparando para gobernar”.

 

TOMAR LA POSTA DE LAS REFORMAS

Ni una sola llamada. Ni mensaje, ni señal, ni indirecta. Hasta este miércoles, nadie del equipo de Enríquez-Ominami había recibido respuesta al emplazamiento lanzado el domingo en El Mercurio. El ex candidato presidencial y figura política con mejor evaluación según la CEP, ofrecía su ayuda y su capital político para destrabar las reformas de Bachelet. Una señal que causó sorpresa en el mundo político, pero que marcó el punto de inflexión de un giro que venía dando hace rato el ex diputado. 

En medio de un clima de desgaste del programa reformista del gobiernoME-O puso sobre la mesa un discurso que contiene “más reformas”, lo que también puede significar un riesgo -según análisis internos en el PRO- por la sostenida caída del respaldo popular a cambios como la reforma educacional o la nueva Constitución.

“Hay un interés objetivo entre la presidenta Bachelet y el proyecto de Marco, que pasa por mantener el discurso transformador. Dadas las dificultades que conocemos, yo creo que es importante poder introducir hoy una cierta distinción entre un proceso reformador y un programa de gobierno con reformas. El primero es un proceso de largo aliento y lo segundo debe ser algo más acotado”, dice Carlos Ominami, quien ha sido uno de los articuladores de los acercamientos de su hijo con la Nueva Mayoría.

Ominami es cauteloso en su análisis, en el sentido de recordar que existe un riesgo para ME-O, pues se podría enfrentar a una ciudadanía contraria a las reformas de fondo que él mismo propone y en las que ha basado su plataforma presidencial.

En tanto, en la Fundación Progresa, explican que parte de la estrategia de aprovechar el buen momento del liderazgo de Enríquez está en mantener el alza del discurso reformista con la posibilidad cierta de tomar la posta de transformaciones que no se completen o se consigan en el actual período.

Desde ese punto de vista, quienes conocen al ex abanderado le anotan un punto a su favor: su compromiso es con las reformas, no con Bachelet, por quien no votó en la segunda vuelta que la transformó en presidenta.


EL MURO DC-PC
Son antagónicos. Son los extremos de la Nueva Mayoría. Son un muro, cada uno por sí mismo, para Enríquez-Ominami, según sus aliados.

“Ojalá Michelle Bachelet escuchara más al PC respecto a una asamblea constituyente y a la DC que promueve desde hace años un sistema semipresidencialista”, dijo hace dos semanas el ex candidato en el Foro Anual del Progresismo, en una mesa donde estaban el presidente de la DC, Ignacio Walker, y la diputada comunista Karol Cariola. “El proceso de reformas en Chile” era el título del debate que sirvió para compartir una serie de mensajes e indirectas sobre las posibles alianzas de futuro.

“Se requiere una Nueva Mayoría más amplia, los progresistas estamos disponibles para conformar una coalición más amplia”, dijo ME-O en la cita, a lo que Walker replicó recordando que había estado en su casa en 2012 en la previa de las elecciones municipales, en una conversación que no prosperó. “Siempre está pendiente”, dijo Walker, mostrándose disponible para volver a conversar, esta vez, con la directiva del PRO.

En el mismo diálogo del foro, Enríquez-Ominami y Cariola coincidieron más allá de las sonrisas: la diputada comunista recogió las palabras de este último. “Coincido contigo Marco, en que debemos definir juntos lo posible”, dijo Cariola retrucando a Walker quien había emplazado a la Nueva Mayoría a caminar bajo una “economía política de lo posible” rechazando lo que él llamó el “infantilismo progresista”.

Gestos más, gestos menos, en el primer encuentro público de ME-O con dirigentes de la DC y el PC, hubo coqueteos que no traspasaron el ámbito de lo informal. Entre sus varias conversaciones y diálogos con dirigentes oficialistas, son pocos los DC que se atreven a mostrarse disponibles: públicamente los diputados Gabriel Silber y Pablo Lorenzini han reconocido acercamientos, mientras aún se mantiene lejos la posibilidad de una conversación del PRO con la DC, pese a la disposición manifestada por Walker. En la colectividad  aún apuntan con el dedo a Enríquez-Ominami por la derrota de la Concertación con Eduardo Frei que significó la llegada de la derecha al poder con Sebastián Piñera, herida que para varios es una cuenta pendiente difícil de subsanar.

Otro escollo duro para ME-O es el PC, donde más allá de coincidencias programáticas y encuentros casuales con Cariola, Camila Vallejo y Hugo Gutiérrez, la cúpula de la colectividad se ha mostrado impermeable al plan de seducción del ex contendor de Bachelet.

 

EL FANTASMA DE ESCALONA Y LA VIEJA CONCERTACIÓN
En el PRO están muy conscientes que un triunfo de Camilo Escalona en las próximas elecciones internas del Partido Socialista dificultaría un eventual respaldo presidencial a ME-O.  El ex senador ha tomado distancia de la actitud del presidente del partido, Osvaldo Andrade, y de otros líderes internos, como Ricardo Solari y el senador Fulvio Rossi, quienes han ido pavimentando un camino de entendimiento con Enríquez-Ominami. Andrade ha sido, por lo menos desde 2012, uno de sus principales puentes con la Nueva Mayoría promoviendo acuerdos con el PRO que no prosperaron en las pasadas municipales, parlamentarias y presidenciales.

Con todo, este año han profundizado sus vínculos. Por lo menos en dos ocasiones, Andrade ha visitado a Enríquez-Ominami en su domicilio y no duda en valorar su nueva disposición a profundizar acercamientos con el bloque, cada vez que se lo preguntan. Incluso, el diputado por Puente Alto ha confesado a sus cercanos que uno de sus objetivos antes de dejar la presidencia del PS en abril del próximo año, es dejar avanzada la ruta para que ME-O compita en una eventual primaria del bloque.

Escalona, en tanto, en el programa El primer café de radio Cooperativa, fijó esta semana su postura al respecto. Junto con precisar que no es partidario de hablar hoy del tema presidencial, sino que el 2016, el ex parlamentario delineó su criterio para escoger al próximo presidenciable: “Las coaliciones si se respetan a sí mismas, tienen que proyectar personas que representen a esas coaliciones, es decir, yo espero que de la Nueva Mayoría pueda surgir un liderazgo presidencial, ahora claro, si el 2016 no surgió un liderazgo interno, en ese momento, la coalición tendrá que abocarse a ver cómo lo resuelve … La democracia chilena necesita proyectos país y no agendas individuales”.

Partidarios de ME-O temen que al momento de las decisiones, Escalona haga valer su alianza con Martínez y facilite el camino a un candidato DC como Soledad Alvear.

“Camilo es pragmático y si en el momento de las decisiones, Marco es quien tiene más posibilidades de ganar la elección lo va a respaldar”, señala un ex senador de la Concertación. En esa línea, Escalona valoró esta semana las declaraciones de ME-O en El Mercurio donde dijo que estaba dispuesto a poner su capital político para apoyar el gobierno de Bachelet. “Encuentro buenas sus declaraciones y valoro que haya respaldado a la presidenta como lo hizo”, señaló.

Otro partido donde la irrupción de Enríquez caló con fuerza fue en el PPD, donde su presidente, Jaime Quintana, de inmediato valoró su posicionamiento en las encuestas, generando ruido interno, pues se trata del partido oficialista con más figuras de proyección. Sin ir más lejos, el experto electoral, Pepe Auth, respondió de inmediato con una minuta donde defiende, entre otras, la posición de Ricardo Lagos-Weber. “Llama la atención que haya mantenido un incremento de 8 puntos respecto de la anterior encuesta CEP, siendo su posición expectante, pues es el que menos ha explicitado su vocación presidencial”.

Con todo, Auth reconoce que Enríquez-Ominami “peleará con mucha mayor opción su posibilidad de pasar a segunda vuelta como alternativa presidencial a la derecha”, en caso de no competir en una primaria de la Nueva Mayoría.

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