Por Juan Pablo Sallaberry Agosto 7, 2014

“Voy a poner todo mi capital político en riesgo para sacar adelante esta reforma”. Esa frase repitió al menos tres veces Michelle Bachelet durante el cónclave de la Nueva Mayoría realizado la noche del martes en el palacio presidencial de Cerro Castillo. Estaba sentada en la cabecera del comedor, escoltada a su derecha por el jefe de gabinete Rodrigo Peñailillo y a su izquierda por el jefe de Hacienda, Alberto Arenas. En la esquina el ministro de Educación Nicolás Eyzaguirre. La treintena de parlamentarios invitados, disfrutaba una merluza ahumada con ensaladas y vino tinto y blanco, mientras al otro extremo de la mesa, la diputada PC Camila Vallejo reclamaba por lo lejos que había quedado ubicada de la Mandataria. En la cita había buen ambiente aunque recriminaciones de que los mayores tropiezos vinieran desde el propio sector.

La presidenta tomó la palabra y dijo que no le importaba caer al 60% o al 40% de apoyo en las encuestas, o perder toda su popularidad de ser necesario, pero que se encargaría de que el programa sea aprobado. A esa misma hora el noticiero central de TVN, transmitía una entrevista grabada horas antes a Bachelet, donde por primera vez entraba en el área chica de las reformas. Allí defendió la conducción de Eyzaguirre, afirmó que ella siempre supo que enviar los proyectos de forma parcelada iba a generar problemas para explicárselos a la ciudadanía, que la reforma no está diseñada para comprar colegios a privados, y que no quiere “un Transantiago en la educación”.

Estrenaba así la nueva estrategia del gobierno, en que la presidenta se expone al centro del debate y emplea su liderazgo. Durante los primeros cinco meses, Bachelet se mantuvo al margen de los conflictos de su administración, sobrevolando todos los temas. En sus contadas intervenciones en la prensa, se refería a las reformas sólo de manera genérica y dejaba las explicaciones en manos de sus ministros.  Con ese modelo, las descoordinaciones y controversias en Educación eran sólo responsabilidad de Eyzaguirre, mientras que las negativas cifras económicas y el manejo de la reforma tributaria solamente se podían atribuir a Arenas. La figura de Bachelet no se manchaba y ni siquiera la oposición se permitía criticarla. Una vieja fórmula de blindaje que utilizó con éxito en su campaña y a fines de su gobierno anterior. Resultado: según la última encuesta Adimark de julio, publicada ayer, la jefa de Estado se mantiene en alto con un 54% de respaldo, idéntico al inicio de su mandato, pero su gobierno cae a un 48% de aprobación -y 42% de rechazo-. Un fenómeno de desmarque que también ocurrió en su primera gestión. Por su parte el ministro de Educación es el peor evaluado del gabinete y el rechazo a su rol (50%) supera al apoyo (44%).

Pero la actitud de Bachelet comenzó a generar molestia al interior de la Nueva Mayoría. Allí en privado y en público se preguntaban por qué ella no utilizaba su enorme capital de respaldo ciudadano para llamar al orden a las filas del sector y conseguir los votos para tramitar de mejor manera las reformas. En particular en el PS cuestionaban que el silencio de la mandataria abriera espacios a la DC para cambiar algunos aspectos medulares de los proyectos de fin al lucro y al copago en las escuelas subvencionadas. Por eso los diputados socialistas decidieron elaborar un video de propaganda en defensa de los articulados de la reforma, y para la principal escena utilizaron un discurso antiguo de la presidenta. En la bancada explican que por su peso político la figura de Bachelet debe ser incluida en la discusión.

El senador socialista, Fulvio Rossi, fue uno de los primeros en exigir un rol más activo de la Mandataria. Según explica “es tal la magnitud de los cambios que se proponen en las distintas reformas, que se genera cierta incertidumbre en la población. Por ello, para sacarlas adelante se requiere que la presidenta Bachelet ponga, al menos, parte de su capital político sobre la mesa para respaldar estos cambios”. El presidente de la comisión de Educación del Senado agrega: “La presidenta le entregó la tarea de sacar adelante las reformas a su equipo político y sus ministros sectoriales, pero a la luz de los hechos, no es suficiente”.

Coincide el senador DC, Manuel Antonio Matta: “La principal característica de la presidenta es su simpatía y su cercanía con la ciudadanía, y no creo que vaya con ella, que se le blinde y se le asegure. Bachelet tiene que cumplir el rol de líder para el cual fue elegida por la mayoría de los chilenos y debe conducir los distintos procesos de reformas, creo que hoy es muy importante que ella tenga un involucramiento mayor en las propias reformas que está impulsando”.

La demanda también se replica al interior del gobierno. En los gabinetes de distintos ministerios miraban con recelo la actuación de la Secretaría de Comunicaciones (Secom), que encabeza Paula Walker, a quien acusan de dedicarse casi exclusivamente a cuidar la imagen de la mandataria y no a coordinar la difusión de las reformas (ver recuadro). Analistas comunicacionales del oficialismo coinciden en que no se pueden dar por sentados los índices de aprobación a Bachelet y que en el largo plazo los problemas en el gobierno y en los miembros del gabinete, así como el proyectar una imagen de desorden, podrían terminar repercutiendo en la presidenta.

En La Moneda están en un dilema: mantener un modelo ya probado y aislar a Bachelet -ocupando a los ministros de pararrayos y fusibles- o hacer caso a las presiones y recomendaciones de la Nueva Mayoría, y exponerla para garantizar que las reformas lleguen a buen puerto. En el ajedrez, la primera vez que se mueve  la reina es una jugada clave: puede ser decisivo para una estrategia de ataque, pero sin embargo los entendidos saben que es una pieza tan valiosa como vulnerable y que exponerla al comienzo del partido es un error de principiantes.

El martes en el cónclave de Cerro Castillo, Bachelet dijo a los diputados que no le importaba arriesgar su popularidad por las reformas.

ÁFRICA MÍA
Bachelet partió la noche del miércoles una gira de siete días a África, donde visitará Sudáfrica, Mozambique y Angola para promover lazos políticos y proyectos energéticos. Es un viaje que incentivó la propia Presidenta a un continente que frecuentó cuando era secretaria general de ONU Mujeres. “Soy una convencida de que África es muy importante para Chile y para América Latina”, explicó antes de partir.

Pero el recorrido por países con los que Chile tiene una relación comercial casi inexistente (en 2013 toda África representó el 0,4% de las exportaciones chilenas y el 0.1% de las importaciones), y en dos de los cuales no tiene embajada permanente, podrían generar ruido en Santiago. En el gobierno estaban atentos de que la fotografía que se tome Bachelet este domingo visitando la cárcel donde estuvo detenido Nelson Mandela, no sea cuestionada en momentos que Chile atraviesa un complejo escenario económico, con un desempleo que alcanza un 6,6% y un índice Imacec de junio que registró una variación de 0,8%, la más baja desde el terremoto de 2010.

Por eso antes de tomar el avión, La Moneda se preocupó de mostrar a la mandataria activa en la contingencia. Realizó varias actividades en terreno con diálogo con la prensa, agendó dos entrevistas con medios -radio Cooperativa y TVN- donde se refirió al detalle de los proyectos legislativos, y encabezó el cónclave de Cerro Castillo para disciplinar al sector detrás de la reforma.

Fue más allá. Y en forma inédita se hizo cargo de la débil situación económica. La salida de Bachelet, junto con anunciar una fuerte política de ejecución presupuestaria, fue apuntar las responsabilidades al anterior gobierno de Sebastián Piñera. Sostuvo que el desempleo es igual al registrado el 2012, cuando las cifras de crecimiento eran mejores, y que no hay evidencia de que la discusión tributaria haya afectado la situación económica general, ya que esto se debería a otros factores como el precio del cobre y el escenario internacional. Según afirmó -citando una conversación con el economista Sebastián Edwards- “lo que pasa en un año tiene que ver con las medidas que se tomaron o dejaron de tomar el año anterior”.

Aunque Bachelet optó por tomar protagonismo esta última semana, fuentes de La Moneda sostienen que la gira a África revela un interés mayor. El plan de la presidenta de desempeñar un rol relevante en el concierto mundial -tal como lo tuvo en Naciones Unidas- para perfilarse y asumir un alto cargo internacional una vez que deje la Presidencia, el 2018. Durante los años que vivió en Nueva York su nombre se mencionó en altas esferas como posible carta para ocupar incluso la secretaría general de la ONU.  En este marco, a la presidenta le importa el protagonismo que adquiera Chile a nivel global. La visita a África tiene que ver con agradecer el apoyo clave de países africanos a la designación en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Bachelet ya ha visitado Argentina, Brasil -donde asistió al debut de la selección chilena en el mundial de fútbol- México y Estados Unidos, donde fue elogiada por Barack Obama.

La mandataria ha jugado, además, un rol importante al pronunciarse sobre el conflicto bélico en Gaza. Junto con llamar a consulta al embajador chileno en Israel, Bachelet ha hecho directas demandas de cese del fuego por parte de ese país. La actuación -que fue conversada previamente con otros líderes regionales de América Latina- ha generado incomodidad en funcionarios de gobierno que pertenecen a la comunidad judía.

En tanto, la cancelación a última hora el pasado 28 de julio de su viaje a Venezuela para participar en la reunión del Mercosur, no tuvo tanto que ver con padecer un fuerte resfrío o un encuentro de trabajo del comité político, como se argumentó oficialmente en el gobierno, sino que respondía más bien a la posibilidad de que la cumbre internacional se politizara, dañando su imagen. Y en efecto, en el encuentro liderado por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, los mandatarios fueron incluidos en las actividades de conmemoración del cumpleaños del fallecido presidente Hugo Chávez.

En la víspera del viaje, la DC había comunicado que pediría a Bachelet que reuniera con la disidencia al gobierno de Maduro. Además, tras la cita del Mercosur, ella, junto al presidente del PC, Guillermo Teillier y otros mandatarios de la región como Evo Morales y Cristina K estaban invitados al quinto aniversario del Partido Socialista Unido de Venezuela, donde se realizó un homenaje a Chávez.

EL PLAN B
Bachelet ya instruyó a Paula Walker que a partir de este mes la Secom comience a reforzar con mayor fuerza las labores de comunicación de las reformas. Su diagnóstico es que se han instalado ideas falsas y que algunos parlamentarios y dirigentes regionales de la Nueva Mayoría no tienen los elementos para responderle a los apoderados de colegios que se muestran preocupados a lo largo del país. Por ejemplo:  se ha instalado erróneamente la idea de que la comuna de residencia es un factor para postular a los colegios o que sus hijos serán cambiados de establecimiento. Lo que no es así.

Para el senador PPD, Felipe Harboe, el gran problema no es que Bachelet se involucre más o menos en las reformas, sino que no existe un relato comunicacional que las explique: “La presidenta está dando todo su apoyo a ellas, pero es tarea de sus ministros explicarlas bien a la gente y crear un relato que permita decirle a la gente hacia dónde apuntan”.

El temor en el gobierno es que el temporal se ha desatado cuando aún faltan los proyectos más controvertidos, que son los de educación superior, el tema que movilizó a los estudiantes el 2011. Sabiendo que es allí donde se juega el éxito de su gobierno, Bachelet salió a explicar en persona esta semana que la gratuidad será para todos los años que dure la carrera e incluso para alumnos repitentes “porque hay que darles una segunda oportunidad”. Pero en el Ejecutivo sostienen que en algún punto deberán acotar el concepto de “gratuidad universal” porque los recursos son limitados. El plan es que los proyectos de ley se den a conocer a fin de año cuando los estudiantes ya no estén en clases y no tengan capacidad de movilizarse.

El paso al frente de Bachelet

LA GUARDIANA DE LA IMAGEN
Detrás de la incombustible figura de Michelle Bachelet, hay un nombre poco conocido por la opinión pública. Se trata de la periodista Paula Walker (45), la directora de la Secretaría de Comunicaciones (Secom). Mujer de la mayor confianza de la mandataria, ha adquirido amplio poder en el equipo de asesores del “segundo piso”. Aunque su oficina se encuentra en el tercero.

En La Moneda la describen como una de las pocas autoridades que no necesita golpear la puerta de la presidenta y que volvió a empoderar a la Secom al nivel que tenía el organismo en los tiempos que era dirigido por Juan Carvajal, en el primer gobierno bacheletista. Walker suele llamar o reunirse con los ministros y en ocasiones hablar a nombre de la jefa de Estado. Está presente en varias de las reuniones clave como el grupo de emergencia tras el terremoto de Iquique o el reciente comité político ampliado de Cerro Castillo.

Con un equipo de más de 100 funcionarios a su cargo, donde su segundo es Carlos Correa -hijo de Enrique Correa-, en algunas reparticiones le critican el que haya centrado su trabajo en proteger la imagen de Bachelet y no en difundir y coordinar la comunicación de las reformas clave del gobierno. Al inicio del mandato fue la responsable del criticado video de apoyo a la reforma tributaria, donde con caricaturas se hablaba de los “poderosos de siempre”. Pero luego ha dejado a cada cartera la tarea de explicar los proyectos de ley, aunque sigue colaborando con insumos como el tríptico con el mapa de la reforma educacional.

Durante la campaña y el primer mandato, fue jefa de prensa de Bachelet y según comentan en el gobierno le ha costado abandonar ese rol, al punto que aún acompaña a la Presidenta en sus giras internacionales. El diputado de la UDI, Felipe Ward, envió un oficio al Ministerio Secretaría General de Gobierno preguntando por qué la directora de Secom integraba las comitivas presidenciales, cosa que no hacían los anteriores directivos del organismo. La respuesta fue que por necesidad de apoyo comunicacional de la Presidenta, durante los días de viaje se le designaba en comisión de servicio a la Cancillería.

Relacionados