Por Sebastián Rivas Junio 12, 2014

En los próximos días la agenda de Marco Enríquez-Ominami se volverá a cruzar con la de la Nueva Mayoría. Para la semana que viene, el ex candidato presidencial tiene previstas reuniones con tres ministros del gobierno de Michelle Bachelet, en la línea de los encuentros que ya sostuvo con Máximo Pacheco (Energía), Heraldo Muñoz (RR.EE.) y Nicolás Eyzaguirre (Educación).

El vínculo no es casual, porque en el equipo del líder del PRO asumen que la carrera para el 2017 ya comenzó y que por primera vez Enríquez-Ominami está en la pole position. Pero los gestos no sólo vienen desde su lado. Pese a que aún faltan tres años para la próxima elección, en los últimos meses varias figuras del sector progresista de la Nueva Mayoría han estrechado lazos con el ex diputado, buscando que se integre a una coalición más amplia y asumiendo que el precio a pagar sería dejarlo competir en primarias. Y, por supuesto, apoyarlo si gana.

Es una posición totalmente distinta a la de 2010, cuando pese a sacar el 20% en la elección presidencial, Enríquez-Ominami era visto como un traidor por buena parte de la Concertación. Sus ataques a Eduardo Frei y a figuras emblemáticas del conglomerado, su indecisión a la hora de la segunda vuelta y sus coqueteos con el sector liberal de la centroderecha a través de rostros como Paul Fontaine hicieron que su nombre no fuera bien recibido. El propio ME-O ha reconocido a sus cercanos que no tomó buenas decisiones y que expuso el capital político que había ganado.

Sin embargo, en 2014, aunque sacó casi la mitad de los votos en la última presidencial (11%), quedó mejor parado por varios factores: repuntar hasta el tercer lugar tras aparecer detrás de Franco Parisi, mostrarse como una figura menos confrontacional y, sobre todo, aprovechar que el programa del nuevo gobierno presenta altas coincidencias con su ideario político. Pero sobre todo, el cambio de percepción ya se está instalando entre las figuras al interior de los partidos de la Nueva Mayoría, que lo reconocen como el mejor posicionado. Y que, cinco años después de su irrupción, evalúan cómo sumarlo al bloque.

LOS PASOS DEL REENCUENTRO
Hay un grupo del actual oficialismo que nunca cortó la relación con Enríquez-Ominami, ni siquiera cuando éste optó por competir “por fuera” en 2009, cuando el bloque era la Concertación. Las figuras más destacadas de este grupo son los senadores Guido Girardi (PPD) y Alfonso de Urresti (PS), que mantienen vínculos y contactos periódicos con el ex diputado. “Con Marco no tenemos diferencias políticas sustantivas sobre el proyecto país que queremos”, dice Girardi. “Es un aporte a la política chilena y fue pionero en defender temas que la Concertación había dejado de lado”, agrega.

En la izquierda del bloque se tomó nota del argumento que defendió Ignacio Walker, el presidente de la DC, al definir a la Nueva Mayoría como un acuerdo político-programático y no como una coalición. En privado, tanto figuras del PS como del PPD han planteado que bajo esta fórmula, ME-O y el PRO podrían incorporarse y participar.

Sobre todo en el socialismo se ha valorado la nueva actitud de Enríquez-Ominami. “Soy partidario de una política de puertas abiertas. Si Marco se siente interpretado con lo que está haciendo Michelle Bachelet, bienvenido”, dice el senador PS Juan Pablo Letelier.

El ex diputado ya ha dado los primeros pasos al establecer una línea de comunicación permanente con los presidentes del PPD y el PS, Jaime Quintana y Osvaldo Andrade, a quien trató de “Alf” en la campaña presidencial, pero que hoy es mirado con simpatía desde el entorno de ME-O. De hecho, el diputado socialista reconoció a fines de mayo las conversaciones y dejó abierta la puerta para una futura convergencia en la Nueva Mayoría. “Si el PRO se quiere hacer parte, bienvenido sea”, afirmó. Por su parte, Quintana reafirma el diálogo: “Con Marco existe convergencia en muchas ideas y materias programáticas de Bachelet. Se ha conversado, pero en ningún momento para que integre el gobierno”.

La Fundación Chile 21, que encabeza Carlos Ominami, ha jugado un rol importante, recomponiendo sus puentes con el oficialismo, recibiendo a varios ministros como expositores en los primeros meses de gobierno. Además, figuras como el ex ministro Francisco Vidal, que participan en el think tank, ven con simpatía la posibilidad de un bloque más amplio. “Hay gente en la Nueva Mayoría que tiene buena disposición, y hay gente que todavía no perdona. En la medida que uno vaya mostrando que las convicciones son sólidas y que es una opción competitiva, creo que hay mucha gente que puede terminar dejando de lado sus resistencias”, explica Ominami.

Además, Enríquez-Ominami mantiene puentes con figuras como los diputados Giorgio Jackson y Gabriel Boric. De hecho, el martes pasado ME-O participó en la marcha estudiantil. “Enríquez-Ominami y el PRO generaron una apuesta política sumamente interesante, con un programa de gobierno muy atractivo para quienes nos identificamos con ideas de izquierda”, plantea Jackson.

VELASCO Y ESCALONA, LAS NÉMESIS
Estaba todo planificado para que el pasado lunes 9 fuera el primer “cara a cara” de Enríquez y Andrés Velasco. Ambos, junto a la senadora UDI Ena von Baer, eran las estrellas de un seminario en la Universidad San Sebastián. ME-O y Velasco son las figuras mejor ubicadas de la centroizquierda de cara a la carrera presidencial, aunque el ex diputado ya lo criticó señalando que “está a la derecha de Amplitud y Evópoli”. Pero, finalmente, el ex ministro de Hacienda no llegó a la cita.

La arremetida de Velasco, lanzando fuertes cuestionamientos a las reformas tributaria y educacional , ha sido vista como una oportunidad por ME-O. Desmarcándose del tono crítico, ha optado por hacer comentarios positivos, siempre destacando que comparte las ideas de fondo. En el equipo político del ex abanderado se ha analizado que incluso si en un escenario extremo el ex ministro captara a parte de la DC para su movimiento, eso podría ayudarlo, ya que dejaría en la Nueva Mayoría a un bloque más progresista con el que hay simpatía mutua.

Por eso, ME-O ha bromeado con cercanos diciendo que está en una etapa de “pololeo” con el bloque y que él debe evitar su “tendencia autodestructiva”, limitando al mínimo cualquier crítica o comentario que pueda ser mal entendido. En su entorno sí creen que habrá mayores discrepancias cuando se presente la propuesta de nueva constitución, ya que él es partidario de una asamblea constituyente que genere fuertes cambios.

Pero el mayor fantasma en el horizonte del romance de ME-O y la Nueva Mayoría hoy se llama Camilo Escalona. El ex abanderado presidencial ha reconocido en privado que un triunfo del retirado senador en la interna del próximo año en el PS complicaría sus planes. Por el contrario, si triunfa otra figura, como Juan Pablo Letelier, la recomposición de relaciones se podría acelerar. En el PRO comentan que el PS -a diferencia de 2010- no tiene un presidenciable, mientras en el PPD hay una pugna entre los posibles aspirantes.

EL PRECIO DEL PRO
La actividad de Enríquez-Ominami no se detiene. Está como panelista de programas en tres radios -Futuro, Universidad de Chile y El Conquistador-, participa una vez a la semana en el canal Vive! TV y, como mínimo escribe una columna semanal para distintos diarios. A eso sumará en breve una participación como miembro estable de un programa político en un canal de TV abierta. Además, está haciendo un documental sobre pueblos originarios, participa en charlas, va a asesorar campañas políticas en Brasil y México y, para el próximo semestre, tiene clases agendadas en las Universidad Nacional de Rosario, la UMET de Buenos Aires y la U. de Puebla.

En el lado más político la marcha es igual de intensa. Hace dos semanas se volvió a legalizar el PRO como partido y por estos días tanto la colectividad como la Fundación Progresa se están mudando a una casona en Manuel Montt con Francisco Bilbao, más amplia que la sede actual de calle Salvador. ME-O ha mantenido a su petit comité de campaña: se reúnen al menos una vez a la semana.

Una línea de acción ha sido estrechar los contactos con la izquierda extraparlamentaria. Por la sede del PRO han pasado, entre otros, figuras como los ex abanderados Jorge Arrate y Tomás Hirsch, pensando en sumar apoyos. Pero en la colectividad el análisis es que Enríquez-Ominami podría también terminar como un candidato apoyado por figuras del PS y el PPD, como parte de la Nueva Mayoría. La duda en ese escenario es qué pasaría con el PRO. El partido ha comenzado a competir en espacios estudiantiles -ganó la secretaría general de la U. Alberto Hurtado, está compitiendo en las universidades Central y de Magallanes y se ha quedado con los centros de alumnos de algunos liceos-, pero internamente se reconoce que aún es débil. “La Nueva Mayoría quiere a Marco, pero no al PRO”, dicen en su entorno.

Otro factor que ha llamado la atención del equipo de Enríquez-Ominami es que, a diferencia de lo que pasó en 2010, ahora las figuras más tradicionales de la Concertación lo miran con más simpatía y los rostros del “recambio” han marcado distancia. El análisis es que, en este caso, figuras como Ricardo Lagos Weber o Carolina Tohá ahora lo ven como un potencial contendor directo.

Pero uno de los pocos lazos que quedan sin recomponer es el con Bachelet. En enero, Enríquez-Ominami le mandó una carta de puño y letra ofreciéndole colaboración y apoyo en las materias donde hubiera coincidencias. Entonces, ME-O no recibió respuesta. Y si en la recta final de la administración Piñera el ex diputado fue recibido un par de veces en La Moneda, hasta ahora no ha tenido ninguna visita a palacio en el nuevo gobierno.

En su equipo sobrevuela un posible escenario: que la mandataria intente un “dedazo”, buscando alguna figura de la Nueva Mayoría como sucesora. Pero aun cuando reconocen que eso podría disminuir el apoyo, dicen que no afectaría a ME-O, ya está comprobado que Bachelet no es capaz de traspasar su popularidad a un candidato presidencial que no sea ella. Fue lo que pasó con Frei en 2009. Y Enríquez-Ominami ya vivió esa experiencia.

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