Por Sabine Drysdale Mayo 29, 2014

© Maglio Pérez

“Tiene que ver con colocarlo (el tema del aborto) en el ámbito donde corresponde y en ese sentido cada uno puede resolver según su convicción  y su creencia, pero aquí hay que reconocer que hombres y mujeres tenemos derecho a decidir sobre nuestras vidas y sobre nuestros cuerpos”.

“Hay muchas cosas que lamentablemente no siempre salen por opción. Prueba de ello es nuestro criterio de cuotas de género que va a ir en la ley electoral. Se esperó que llegara solito, no llegó solito, hubo que avanzar y por eso hay proyecto”.

“El país es machista. El machismo no es patrimonio de los hombres, es una cultura que la sustentan  hombres y mujeres. Todos los que vivimos en este país somos educados en una cultura que es machista”.

A las siete de la tarde del lunes, las rejas del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) en calle Huérfanos están cerradas con cadenas y hay que entrar por una puerta de servicio, pero dentro del edificio la actividad bulle como si fuera pleno día. “Y todavía nos quedan un par de horas; las primeras semanas trabajamos hasta las once de la noche”, dice Claudia Pascual, la ministra, levantándose de su escritorio para saludar. Una mujer que vino a remecer el ambiente político tras el anuncio de la despenalización del aborto terapéutico, que si bien estaba en el programa de gobierno de Michelle Bachelet, no se esperaba justo en medio del álgido debate de las reformas tributaria y educacional.

Hermética sobre su vida familiar, sobria en las formas, ex alumna del Carmela Carvajal, antropóloga de mirada directa, cuarenta y un años, casada, sin hijos, criada en La Florida, derrotada candidata a diputada y ex concejala por Santiago, Claudia Pascual es antes que todo eso, una disciplinada militante comunista que se integró a ese partido como clandestina en plena dictadura, cuando apenas tenía trece años. Y que, a diferencia de su padre, Martín Pascual, especialista del Cenda (Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo) que renunció al partido hace unos años, ella fue escalando, primero como dirigente en las juventudes, luego en el comité central, hasta llegar a ser la primera ministra comunista en formar parte de un gabinete desde 1973. “No era algo que me hubiera imaginado”, dice sobre el cargo.

-¿Cómo se forma una mujer comunista?
-Con mucha lucha-dice riendo-.Trabajando, participando en las orgánicas, tanto en las juventudes como en el partido,  y en las organizaciones sociales, también.

-¿Con cursos de adoctrinamiento?

-Yo, por lo menos, no los tuve. La formación mía ha tenido más que ver con la vida política partidista militante. Pero uno no se construye solo. Uno se construye en el espacio donde está viviendo y si estás viviendo en un país que tiene una dictadura, que tiene una injusticia social, que tiene una injusticia política, que no tiene democracia, que tiene colegios con un modelo de educación que hasta el día de hoy seguimos peleando para que sea distinto, es obvio que las ideas te mueven y te van  condicionando a ser una persona que efectivamente busca la justicia.

-Pero hay regímenes comunistas, como el cubano, donde no existe la democracia ni las libertades.
-Pero yo soy comunista chilena y respondo por el comunismo chileno. Y creo, además, que en el caso de Cuba, Cuba tiene que responder, pero además también hay que entender cómo se construyeron en su contexto histórico.

-¿Cómo es ser comunista en una sociedad neoliberal como ésta?

-Difícil, no es fácil-sonríe-, porque efectivamente es el modelo más opuesto al que tú buscas. Nosotros buscamos un modelo de sociedad con justicia social, con solidaridad, donde lo que nos mueva tenga que ver con lo colectivo, el respeto más profundo a las convicciones y a los derechos humanos, y no dejarle todo al mercado, y esos son los valores contrarios al neoliberalismo.

-Pero toda su vida ha vivido bajo un modelo neoliberal. Debe ser un ejercicio de tolerancia a la frustración enorme.
-Yo no lo vería tan psicologizado. A uno le toca vivir en el momento que le toca vivir.  A mí me tocó vivir estos periodos y soy una persona que se ha conformado a partir de  pelear constantemente por una sociedad más justa.

-La vida se le presenta como una lucha permanente.
-Como un espacio muy hermoso, en todo caso. Vivir en este modelo no es algo que me haya hecho una persona amargada o seria.

Hay cosas en el Sernam que no han cambiado con la llegada de Claudia Pascual, como las puertas rojo furioso de las oficinas y una pared pintada de piso a cielo con el logo azul y rojo, herencia del gobierno anterior. Pero lo que sí ha cambiado es el lenguaje. Al tratar el aborto terapéutico, por ejemplo, ya no se habla de un “tema valórico”, sino que de un “derecho sexual y reproductivo”.

-Y lo que pasa es que cuando tú lo pones en el ámbito de lo valórico, yo también te podría decir que un verdadero tema valórico es la inequidad y el no acceso a una serie de bienes y servicios. La injusticia social para mí es un tema tremendamente valórico. Tiene que ver con colocarlo en el ámbito donde corresponde, y en ese sentido cada uno puede resolver según su convicción  y su creencia, pero aquí hay que reconocer que hombres y mujeres tenemos derecho a decidir sobre nuestras vidas y sobre nuestros cuerpos.

-¿Cree en el  aborto sin apellidos?
-En lo que estamos comprometidos como gobierno es en la despenalización  del  aborto en caso de tres causales (peligro de vida de la madre, inviabilidad del feto y violación). Ésa es mi opinión en este momento.

-Le pido una definición personal.
-Me está entrevistando como ministra.

-¿Por qué esquiva esa pregunta?
-No la esquivo, pero no me queda más que responder como ministra.

-¿Es éste un primer paso para ir hacia un aborto sin apellidos?
-No me parece que sea eso lo que se está planteado.

-Un feto, ¿lo considera una vida?
-Yo no voy a entrar en ese debate, es parte de lo que se va a discutir y no es el ámbito, ni es la caricatura desde donde queremos asumir el debate.

-Es un concepto importante cuando se habla de aborto.
-Estás en un ámbito que todavía no se está discutiendo. Hay debates científicos, hay profesionales de la salud que han estudiado esto y que vamos a convocar para este debate.

-Entonces, no tiene una posición al respecto.
-Si tienes en el programa de gobierno que vas a despenalizar la interrupción del embarazo en tres causales, está claro que  tienes una opinión y esa opinión es hacerte cargo de una situación que ocurre hoy en nuestro país, que la quieres generar como política pública. Si se llegara a  despenalizar, a nadie le estás imponiendo que lo haga, sólo le estás dando la alternativa para quien lo quiera. Hoy el aborto no es legal, hoy ninguna interrupción es legal, ¿y Chile tiene índice igual cero en el aborto? No.

-¿Cree que los doctores tienen derecho a la objeción de conciencia?
-Me parece que ése es un ámbito que tiene que estar en el debate. Si esto efectivamente se  logra despenalizar, finalmente tiene que haber un espacio en donde esto se garantice; en los recintos públicos obviamente no podría haber objeción de conciencia porque como Estado no te puedes restar.

-¿Y qué va a pasar con las clínicas que no quieran hacerlo, como sería el caso de las ligadas a la UC, según lo dijo su rector, Ignacio Sánchez?
-Eso es algo que hay que discutir. Estás preguntando de ámbitos que el día de hoy no se han abordado porque el anuncio se hizo el 21 de mayo, estamos a 26: cinco días desde el llamado al debate. Nosotros no tenemos el proyecto.

-¿No estaba preparada para ese anuncio, entonces?
-Cómo no iba a estar preparada, si fui parte del programa de gobierno y de la comisión programática.

Michelle Bachelet, un día después de realizada esta entrevista, salió a aclarar que el gobierno no presentará un proyecto de ley propio en esta materia sino que patrocinará alguna de las mociones parlamentarias que ya existen, sin decir cuál.

En lo concreto, la primera obra de esta ministra fue el envío del proyecto de ley que crea el Ministerio de la Mujer y la equidad de género, que ya pasó su primer trámite parlamentario. “Tenemos una agenda de género que es sumamente nutrida. Esta nueva institucionalidad nos permitirá contar con más atribuciones, recursos y funciones para abordar los derechos de las mujeres, la igualdad y luchar en forma férrea contra la violencia hacia las mujeres. No queremos más femicidios, pero no queremos tampoco sólo políticas que aborden el tratamiento de la violencia, sino que también la prevención”, dice. El tema de la mujer ha estado presente siempre en la carrera política de Claudia Pascual, que fue encargada nacional de mujeres del PC.

-¿Qué ha aprendido de la mujer chilena? 
-De las mujeres chilenas; son varias y diversas-aclara-. He aprendido que tienen mucho empuje, mucho valor, mucha fuerza, que somos mujeres que nos enfrentamos a distintas desigualdades, a distintas discriminaciones  y que tratamos de superarlas, pero que individualmente no las logramos superar. Lo que hace la fuerza aquí es el colectivo.

-¿Qué discriminaciones?
-De partida no eres igual a un hombre, por mucho que la ley diga que somos todos iguales ante la ley. En el mundo del trabajo, no nos incorporamos en las mismas condiciones, y eso no es sólo porque a igual función no hay igual salario, sino que tiene que ver con que, cuando te incorporas al mundo del trabajo, al que le toca quedarse con las labores de la casa es casi exclusivamente a las mujeres. No hay una corresponsabilidad entre hombres y mujeres.

-¿Debiera haberla?
-Absolutamente. ¿Por qué la responsabilidad del cuidado de los hijos y las hijas va a ser sólo de las mujeres? ¿Por qué el cuidado de los familiares enfermos va a ser sólo de las mujeres?

-¿Y eso se establece por ley?
-Por ley y por patrones culturales, también. Hay que generar conciencia de que esto no es algo genético dado, no es algo que se explica  por sí mismo, es algo que tiene que ver con convenciones en donde se hizo una distribución desigual y distinta de cuáles eran las funciones de los hombres y las mujeres. Al hombre se le dio todo lo que tuvo que ver con el espacio remunerado fuera del hogar, y a las mujeres no y, por lo tanto, toda la incorporación de la mujer ha sido con bastante más discriminación que cuando un hombre sale a trabajar.

-¿Podría un hombre reemplazar a la mujer en el tema del apego con su guagua?
-¿Y por qué no? ¿Por qué un padre no puede tener apego con su hijo o hija recién nacida? No estoy diciendo que no haya apego de las mujeres, pero ¿por qué no hay del otro? Es incorporarlos a la labor de la crianza y al apego a los padres.

-¿Por obligación?
-Hay muchas cosas que lamentablemente no siempre salen por opción. Prueba de ello es nuestro criterio de cuotas de género que va a ir en la ley electoral. Se esperó que llegara solito, no llegó solito, hubo que avanzar y por eso hay proyecto.

-¿Las cuotas no son en sí una discriminación?
-No es una  discriminación. Es un criterio que parte del reconocimiento de que tenemos una subrepresentación a pesar de que somos la mitad del país y por lo tanto lo que vienes a corregir es eso. Es durante cuatro elecciones desde la de 2017 al 2029.

-¿En ese tiempo esperan un cambio cultural?
-Se propone que al cabo de esas cuatro elecciones se evalúe si efectivamente es necesario mantener el criterio o ya ha habido un cambio que permita tener una representación mayor y mejor. Para que más mujeres se puedan incorporar, porque por la vía de los partidos políticos hasta ahora no han llegado más.

-La política es esencialmente machista.
-El país es machista. El machismo no es patrimonio de los hombres, es una cultura que la sustentan hombres y mujeres. Todos los que vivimos en este país somos educados en una cultura que es machista, con roles sumamente estereotipados y tradicionales.

-¿La política y el trabajo parlamentario son compatibles con la maternidad? Se lo pregunto porque recuerdo a Evelyn Matthei quejándose de su absoluta ausencia en las etapas importantes de sus hijos.
-Si es compatible con la paternidad ¿cómo no lo va a ser con la maternidad? ¿Qué los hace mejores a los hombres que los habilite para estar ahí y a las mujeres no?

-Usted es feminista…
-Yo me defino como promotora y defensora de los derechos de las mujeres, si eso es ser feminista, por supuesto, ningún problema.

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