Por Ana María Sanhueza Abril 30, 2014

© Pablo Sanhueza

Contreras representó como abogado a la empresa Río Zaza de Max Marambio en Cuba hasta 2012, cuando ese país impugnó sus negocios.  Después de eso, siguió trabajando con Marambio, pero sólo en sus inversiones en Chile. “Yo a Cuba le debía todo y mi afecto no ha cambiado en nada”, aclara.

Fue un cambio de mando. El pasado 23 de abril, el rector de la Universidad Arcis, René Leal, informó a los estudiantes, durante la inauguración del año académico, que el director de la Escuela de Derecho, el abogado comunista Eduardo Contreras, dejaba el cargo para asumir como embajador del gobierno de Michelle Bachelet en Uruguay. Minutos después, hizo un anuncio que provocó la ovación del público: lo reemplazará el ex juez Juan Guzmán Tapia, el mismo magistrado que en 2001 procesó a Augusto Pinochet por los crímenes de la Caravana de la Muerte.

Curiosamente, años atrás, el 12 enero de 1998, las vidas de Contreras y Guzmán se habían cruzado por otro motivo y cuando ambos estaban de lados opuestos: mientras el abogado presentó la primera querella contra Pinochet por la desaparición de Jorge Muñoz (marido de la ex secretaria general del Partido Comunista Gladys Marín), el magistrado, quien fue nombrado para investigar el caso, era reconocido en los tribunales como un hombre más bien de derecha.

Pero con el tiempo, y a medida que Guzmán comenzó a interiorizarse de cómo fueron los homicidios y desapariciones, fue cambiando su postura. El propio Contreras fue testigo y, en una ocasión, mientras el juez leía los expedientes con los testimonios de los familiares de las víctimas, entró a su despacho en la Corte de Apelaciones de Santiago y sorprendió al magistrado con “los ojos húmedos de lágrimas”, según relató el abogado en el libro El desaforado. Crónica del juicio a Pinochet en Chile, que escribió en 2003.

Catorce años más tarde, ambos confluyeron en un perfil similar y el ex magistrado, elegido en una asamblea,  se convertiría en su sucesor natural en Arcis, una universidad reconocidamente de izquierda y que hasta enero pasado, y durante 30 años, estuvo vinculada al Partido Comunista.

 

EL EXILIO EN CUBA
Hoy, Eduardo Contreras está a punto de dejar su casa en Ñuñoa para viajar a Montevideo junto a su esposa, Rebeca Vergara. Lo hará el próximo 5 de mayo, luego de que el gobierno lo nombrara representante de Chile en Uruguay. Es el primer comunista en ocupar una embajada después de 40 años. Los últimos diplomáticos del partido fueron Luis Enrique Délano, en Suecia (padre del escritor Poli Délano); Julio Alegría, en Bulgaria; Carlos Contreras Labarca, en la ex República Democrática Alemana (RDA) y el poeta Pablo Neruda, en Francia.

Sus vínculos con Uruguay datan de su exilio en México durante el régimen de Pinochet. Allá llegó después de pasar por Panamá y Cuba. Conoció a varios uruguayos que se encontraban en la misma situación que él y que eran parte del Frente Amplio, la coalición a la que pertenece el Presidente José Mujica. Entre ellos estaba el cantante Alfredo Zitarrosa.

“Todo el mundo cultural uruguayo estaba en México”, dice Contreras, quien hasta hoy mantiene lazos con varios parlamentarios de la izquierda de ese país.

Durante la UP fue regidor y luego alcalde de Chillán, su ciudad natal. En septiembre de 1973 tenía 33 años y era diputado por Chillán. El Golpe lo sorprendió en Santiago, camino a La Moneda: tuvo que esconderse en  un lugar que el PC le tenía asignado. Mientras su casa en Chillán -donde estaban su esposa y su hijo- fue allanada: los militares destruyeron sus libros, su piano y hasta su título de abogado de la Universidad de Chile.

Poco después, su guardaespaldas Leopoldo López, un ex vicecampeón de boxeo, sería asesinado y uno de sus mejores amigos también: el alcalde  de Chillán, el socialista Ricardo Lagos Reyes, junto a su esposa, Alba Ojeda, embarazada de ocho meses, y su hijo de 19 años, el estudiante universitario Carlos Eduardo Lagos Salinas.

Luego de pasar 90 días clandestino, en enero de 1974 Contreras se refugió en la Embajada de Panamá, lo que permitió salir del país. En octubre viajó a Cuba, donde en 1975 jugó un rol clave que hasta hoy lo mantiene vinculado sentimental y políticamente a la isla: fue parte de la treintena de abogados que asesoraron al Ministerio de Justicia de La Habana en el proyecto de Constitución que reemplazaría a la Carta Fundamental de 1940 después de la revolución que lideró Fidel Castro. “Ese proceso fue muy interesante, porque el gobierno hizo un proyecto que se discutió durante un año en todas partes de Cuba. Fue muy participativo, porque la gente enviaba sus propuestas escritas a mano, y nosotros, como abogados, sacábamos los papelitos de los sacos, los leíamos y le buscábamos un sentido jurídico”, recuerda Contreras.

Además de estudiar un posgrado de Teoría del Estado en La Habana, en Cuba trabajó como periodista en el boletín Comité Chilenos en La Habana, que se publicó entre 1975 y 1988, junto a Marta Harnecker y a Mario Gómez López, entre otros. Pese a su cercanía con el régimen cubano, sólo estuvo una vez cerca de Fidel Castro: fue en 1978 durante una visita a Cuba del líder del PC Luis Corvalán, cuando fue recibido con honores en La Habana.

De Cuba se fue a México, donde fue subdirector de Casa Chile, que agrupaba a los más de 100 exiliados chilenos que vivían en ese país. Estuvo hasta 1988, cuando pudo regresar a Chile: trabajó en el estudio jurídico de la abogada PC Graciela Álvarez, y hasta la muerte de Volodia Teitelboim, en 2008, fue su abogado personal.

Contreras regresó a  Chile en 1988. En 1991 empezó a trabajar como abogado del ex miembro del GAP y del MIR Max Marambio, a quien representó en sus empresas en el exterior, especialmente en Río Zaza, en Cuba. Esas asesorías terminaron en 2012, después de que Cuba, ahora con Raúl Castro en el poder, impugnara sus negocios con la isla.

Por su historia, la fidelidad de Contreras con el gobierno cubano fue mayor. Entonces, entró en un conflicto: “Yo a Cuba le debía todo y mi afecto por Cuba no ha cambiado en nada”. Pese a eso, la relación con Marambio sigue intacta. De hecho, siguió siendo su abogado, pero sólo de sus negocios en Chile.

BACHELET Y LA DC
En mayo del 2013, cuando el PC debatía su apoyo a Bachelet, Contreras, miembro del Comité Central, propuso que su respaldo no sólo debería ser tras conocer el programa de la candidata, sino que los comunistas también tenían que participar de éste. Así, meses más tarde, mientras la actual ministra del Sernam Claudia Pascual entró a la comisión de la mujer, el abogado hizo lo propio en la comisión de Constitución.

En paralelo, Contreras se convirtió, por un hecho fortuito, en uno de los articuladores de la nueva relación entre el PC y la Democracia Cristiana. Fue a través del caso de la muerte de Pablo Neruda, donde es querellante, que el año pasado se le acercó Eugenio Ortega, esposo de la ex senadora Carmen Frei, y quien murió en septiembre de 2013, debido a que encontró similitudes entre el proceso judicial del poeta y el del ex Presidente Eduardo Frei: ambos fueron atendidos por los mismos médicos en la Clínica Santa María.

De ese intercambio de información judicial de los casos Frei y Neruda, surgió un diálogo político con otros personeros de la DC que terminó en la redacción de un documento conjunto en el que ambos partidos coincidieron en que comparten valores similares.

El texto fue leído en la Fiesta de los Abrazos por Alberto Undurraga, hoy ministro del MOP y quien ha sido vinculado a Los Príncipes, uno de los grupos de la DC que más se resistían al acuerdo con los comunistas.

De hecho, esos vínculos han ido estrechándose y una de las despedidas que Contreras tuvo tras su nombramiento en Uruguay, fue organizada por un grupo de abogados DC, además de Marcel Young, ex embajador de Chile en Haití.

Hoy, mientras prepara sus maletas a Montevideo, ha estado ocupado en delegar las más de 1.200 causas pendientes de derechos humanos.  En una de las querellas que interpuso por el caso de su amigo, el alcalde de Chillán Ricardo Lagos Reyes, aparece mencionado el general (R) Guillermo Toro Dávila: Contreras acaba de enterarse de que el uniformado también fue embajador de Chile en Uruguay.

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