Por Sebastián Rivas Abril 10, 2014

© José Miguel Méndez

"He dado las instrucciones por escrito a las tres empresas (Banchile, MCC y Julius Baer) que administran las inversiones de mis sociedades, que deberán comportarse como si se tratase de un fideicomiso ciego (…). También les he pedido que no inviertan en ninguna empresa del sector energético, ni en ninguna empresa ligada al grupo Matte"

"Como miembro del gabinete, no tengo ninguna duda de que a mí me habría hecho la vida bastante más fácil que en Chile hubiese existido una ley de fideicomiso ciego"

Para Máximo Pacheco Matte, Pushkin y Chejov son más que dos escritores de la Rusia clásica. Son los nombres de las dos sociedades de inversiones que el ministro de Energía declaró hace unos días ante la Contraloría General de la República, cumpliendo con la obligación de presentar su declaración de patrimonio e intereses. Entre ambas, más otras inversiones bancarias y otros bienes, su declaración da cuenta de cerca de US$20 millones de patrimonio personal. Un monto acumulado principalmente durante las dos décadas en que trabajó fuera de Chile y donde llegó a ser senior vicepresidente de International Paper, la firma papelera más importante del mundo.

Aunque la declaración siguió el mismo cauce formal que las de sus colegas, incluido un chequeo previo a cargo de la Segpres, su presentación incluyó un elemento adicional. Tres contratos en que ordena a las firmas que manejan sus recursos que operen usando el principio del “fideicomiso ciego”, pero con una restricción: que no inviertan ningún peso en una lista de más de cincuenta empresas del sector energético, así como otras firmas que pertenezcan a la familia Matte, con la que tiene un parentesco lejano.

A inicios de semana, Qué Pasa obtuvo una copia de la declaración y contactó a Pacheco. En esta entrevista, explica en detalle su patrimonio y se muestra a favor de que exista una ley de fideicomiso ciego que plantee con claridad las exigencias para los funcionarios públicos. Además, hace un crudo diagnóstico de la reacción del sector privado ante el terremoto del Norte, y adelanta sus primeras definiciones en cuanto a la Agenda de Energía que lanzará en mayo.

-¿Por qué decidió hacer la declaración de esta forma?
-Me parece que es muy importante que maneje esto con total transparencia para evitar cualquier tipo de suspicacias en un país donde hay muchísima desconfianza. Siento la responsabilidad de abrir esta información como una forma también de que, al dar cuenta de mi patrimonio, quede claro que puedo ejercer mi cargo con total libertad y sin ningún tipo de conflicto de interés.

-¿Ahora se les exige un estándar distinto a las autoridades públicas?
-Absolutamente. Mi objetivo es que esto se maneje al estilo del fideicomiso ciego, que es la figura legal que se establece en países como Estados Unidos, y que en Chile no existe. He dado las instrucciones por escrito a las tres empresas (Banchile, MCC y Julius Baer) que administran las inversiones de mis sociedades, que deberán comportarse como si se tratase de un fideicomiso ciego, es decir, con entera prescindencia de mi participación en la toma de decisiones. También les he pedido que no inviertan en ninguna empresa del sector energético, ni en ninguna empresa ligada al grupo Matte, ni en forma directa ni indirecta. Solicité que no se realicen inversiones directas en todas las empresas chilenas del carbón, gas, petróleo y derivados, geotérmica, solar y toda fuente de energía, hidrocarburos, y relacionadas al sector.

-En los tres contratos que usted adjunta aparece que su esposa va a ser la representante legal.  Ella tiene derecho a saber la información de las inversiones. ¿Cómo va a evitar que eso se preste para interpretaciones?
-Bueno, quien quiera interpretar esto de mala fe puede hacerlo. En todo caso, las instrucciones las hemos dado ambos en nombre de la sociedad, por lo tanto, ella tampoco tendrá acceso. He trabajado 40 años, soy una persona que ha tenido ingresos muy superiores a los que necesita para vivir, por lo tanto, he constituido sociedades de inversión, que son las que la ley permite crear para administrar las inversiones. En Inversiones Pushkin, que es 44,8% mío, 44,8% de mi señora, y el saldo, en partes iguales, de mis cuatro hijas, tenemos bienes raíces e inversiones financieras.

-En 2010, una de las mayores críticas que se hicieron a las declaraciones fue que eran incompletas y que las sociedades eran imposibles de rastrear. ¿Puede asegurar que cualquier persona va a poder entender su declaración y saber qué es lo que tiene?
-Creo que sí, porque mi declaración consta de todos mis bienes. Tengo un automóvil, tengo 230 millones de pesos en acciones del Banco de Chile, tengo participación en Inversiones Pushkin, donde me he preocupado de que se llene el casillero, que no es obligatorio llenar por ley, constando cuál es el patrimonio de la sociedad (posee el 44,8% de 7.754 millones de pesos, que equivale a $3.475 millones). Además, tengo inversiones financieras personales que están detalladas hasta el último centavo (4.632 millones de pesos en Merrill Lynch y $ 99,9 millones en EuroAmerica). Y, finalmente, ahí hay una sociedad que es Inversiones Chejov, que es hija de inversiones Pushkin en un 99,9%, que tiene un patrimonio de 10 millones de dólares y donde yo poseo una acción. Ésas son todas las sociedades que tengo: ambas creadas y constituidas en Chile, con domicilio en Chile y que tributan en Chile.

-¿Está en condiciones de asegurar que no va a aparecer ninguna otra sociedad en Chile o en el extranjero, como pasó con ex ministros o con el ex candidato  Laurence Golborne en el período anterior?
-Le repito; las únicas dos sociedades que tengo son las que están declaradas, y no tengo ninguna sociedad en el extranjero. Estas sociedades de inversión son estrictamente para hacer lo que tienen que hacer. A mí me molesta mucho cuando voy a los restaurantes, estoy un día domingo con mi familia y cuando pido la cuenta, el mozo me pregunta: “¿Boleta o factura?”. Y yo le digo: “¿Por qué me pregunta eso, si estoy con mi familia?”, y es obvio que no es un almuerzo de negocios que se deba facturar. Y no hay respuesta. No tengo gastos de ningún tipo asociados a esa sociedad. No hay más que los ingresos que se generan por inversiones que responden a lo que yo he ahorrado en estos 40 años.

-¿Tenía alguna sociedad en el extranjero que liquidó antes de volver a Chile?
-Yo administré parte de las inversiones cuando estaba fuera de Chile, a través de fondos y en derechos que tenía como ex ejecutivo de IP, los cuales estaban en el extranjero. Pero junto con tomar el avión, conmigo entraron todos esos dineros.

-¿No le preocupa que pueda haber críticas a su riqueza, así como en el gobierno anterior se cuestionó a figuras como Gabriel Ruiz-Tagle, Alfredo Moreno o el propio Sebastián Piñera?
-En democracia todo el mundo tiene derecho a opinar. Habrá gente que opina que esto es mucho, habrá gente que opina que esto es poco, habrá gente que opine de distinta manera, porque no lo puedo evitar. Lo que más me importa es que se valore el esfuerzo de transparencia que estoy haciendo para evitar cualquier interpretación equivocada sobre las decisiones que tendré que tomar. Esta declaración me hace sentir completamente libre en mis decisiones como ministro.

-¿Es posible que en sus sociedades usted tenga inversiones previas en el área energética?
-Todas las inversiones que tenía en esas áreas ya fueron vendidas antes de asumir.

-Usted está en el 1% más rico de la población, que es el grupo que se utiliza de ejemplo cuando se habla de la desigualdad. Desde esa perspectiva, ¿cómo ve usted la reforma tributaria? Porque claramente con ella va a pagar más impuestos…
-Las razones por las cuales se ha planteado la reforma tributaria son muy claras: apunta en la dirección de financiar programas sociales, como son la educación y la salud, para mejorar la calidad de vida de la gente y, por lo tanto, mejorar también la calidad de nuestro capital humano. Y, por otro lado, creo que es claro que apunta a exigirles un poco más a los que más tienen. Me siento completamente interpretado por la reforma tributaria.

-¿Y qué le parece la eliminación del FUT, que es uno de los puntos más controversiales?
-Tal cual lo he dicho, yo apoyo la reforma tributaria en la formulación que tiene.

-¿Sus sociedades han ocupado alguna vez el FUT como mecanismo?
-Lo que he hecho con estas sociedades es que las he usado como una alcancía. Ahí yo he invertido mis ahorros y pagado todos los impuestos que corresponden.

-Algunos empresarios han reaccionado con inquietud ante la reforma tributaria. Antes usted jugó un rol de puente con el mundo empresarial. ¿Qué les diría? 
-Ésta es una discusión que forma parte del juego democrático, forma parte de los juegos de intereses… Al final, lo más importante es que para que al empresariado le vaya bien, le tiene que ir bien a Chile. Esta reforma tributaria apunta en buena dirección para que seamos un país más cohesionado, donde logremos reducir las brechas de desigualdad y mejoremos la calidad del capital humano. Por lo tanto, me parece que los intereses de largo plazo están bien alineados.

-¿Por qué no impulsa usted al interior del gobierno que se realice una ley de fideicomiso?
-La verdad es que no es mi responsabilidad dentro de mi ministerio, pero como miembro del gabinete, no tengo ninguna duda de que a mí me habría hecho la vida bastante más fácil que en Chile hubiese existido una ley de fideicomiso ciego. Porque, al final, todas estas preguntas que ustedes hacen, que son preguntas muy legítimas, son más fáciles de responder cuando hay una ley y no queda al buen criterio que uno pueda tener en estas materias.

TERREMOTO: “NO TODAS LAS EMPRESAS SE DESPLEGARON”

La semana pasada, Pacheco enfrentó su primera emergencia. Fue uno de los ministros que viajaron al Norte Grande tras los terremotos que azotaron Arica e Iquique. Y aunque afirma que en general se logró reponer todos los servicios a tiempo, plantea un discurso crítico a la reacción de algunas empresas del sector, que no salieron rápidamente a terreno a resolver los problemas.

-¿Las empresas respondieron bien después del terremoto?
-Me pareció bastante rápida la respuesta de las empresas privadas en relación a la generación. Sabíamos que el tema no estaba ahí. Y en la transmisión rápidamente nos dimos cuenta, a través de los informes de la empresa privada, que no había daño en las torres de alta tensión de transmisión. El problema que fue más difícil de estudiar, de analizar, fue el tema de la distribución.

-Uno de los puntos débiles fueron los cortes de luz…
-La verdad es que las distribuidoras, que son privadas, tenían información de los clientes a quienes se les había restituido la energía a lo largo de los días. Pero, al poco andar, nos dimos cuenta de que la información que ellos nos entregaban era considerando como “clientes” la línea del cable que hay frente a la casa, no la casa. Para mí, obviamente la electricidad restituida era al jefe de hogar, la dueña de casa que tiene la posibilidad de apretar el interruptor, de encender la luz, de tener su refrigerador funcionando.

-¿Se sintió engañado con esa información?
-Yo no soy del sector, y le confieso que me llamó la atención ver que los clientes no eran las personas que estaban dentro de los hogares.

-¿Los privados estuvieron a la altura?
-Yo sacaría un par de lecciones. Primero, tenemos empresas que son de nivel nacional, pero que operan a nivel regional, y creo que es muy importante que nosotros avancemos, en las empresas privadas, hacia una mayor descentralización. Por ejemplo, constaté que la forma de movilizar los recursos para una emergencia como ésta no era a través de un gerente regional, sino que había que llamar a Santiago. Y también que aprendamos a estar más cerca de lo que yo llamo los ciudadanos. Otros los llamarán clientes o consumidores, pero le confieso que me chocó ver que, nosotros como gobierno desplegamos rápidamente nuestra presencia en terreno y no todas las empresas -porque en esto no puedo generalizar- lo hicieron. Lo que debemos ver es cómo hacemos que las empresas se acerquen más a los consumidores.

-Imagino que ese diagnóstico que plantea no se aplica sólo a la energía.
-Esta cuestión es parte del aprendizaje que estamos haciendo en Chile de cómo tratar mejor a nuestros consumidores y a nuestras comunidades. Hay un tremendo esfuerzo que hacer por parte de la empresa privada. Obviamente este diagnóstico se aplica a servicios básicos y también a todas las empresas que están haciendo grandes proyectos. A mí me parece central que esta cuestión no la enfrentemos solamente con la crítica de que aquí todo se ha judicializado o que todo está en la calle. Yo creo que una parte de la responsabilidad también es de las empresas. Los ciudadanos y los consumidores están cada día más exigentes y eso es un tremendo desafío.

LA CUENTA REGRESIVA

Máximo Pacheco anticipa que el plazo para lanzar la Agenda de Energía, una de las prioridades de los primeros 100 días de gobierno, será aun más breve: “La presidenta ha señalado que su interés es que esto se haga durante el mes de mayo”, plantea. Además, avanza en la idea que el Estado podría actuar como ejecutor o asociarse con privados en proyectos del área.

-¿Se quiere hacer los anuncios para el 21 de mayo?
-No, pero durante el mes de mayo. Hemos hecho un trabajo muy serio, sistemático y profundo de discusión con los distintos actores. Y para mí ha sido extraordinariamente educativo ver que no hay mucho diagnóstico más que hacer. Aquí lo principal es, como me dice la gente en la calle: “¡Pero hágalo, ministro! ¡Háganlo!”. A mí me molesta cuando alguna gente me ha criticado porque aparezco como politizando el tema de la energía. ¿Por qué no hemos conseguido avanzar en esta área? No es por falta de diagnóstico, ni por falta de conocimiento técnico de lo que hay que hacer: no hemos logrado avanzar en esta área, en mi opinión, principalmente porque nosotros necesitamos validar socialmente nuestras decisiones. Nosotros necesitamos construir ciertos consensos, terminar con tanto veto que aquí hay para hacer las cosas y, por sobre todo, hacer una discusión de Estado. El bien común existe, y lo representa el Estado.

-Usted iba a participar en un foro de la Sofofa por la situación en Energía, “El shock eléctrico”, pero no pudo asistir por el terremoto en el Norte. ¿Qué iba a decir?
-Pensaba decir lo siguiente: el título “El shock eléctrico” tiene que descartar el electroshock, porque tratamientos de electroshock tienen consecuencias secundarias que son muy, muy poco deseables. Y tenemos que ponernos de acuerdo en que el Estado no puede seguir siendo un espectador que está sentado en la tribuna bajo marquesina, observando cómo los privados juegan este partido. Ese Estado se terminó, ya no sirve, tocamos fondo con ese rol.

-Cuando usted habla de que el Estado se meta a la cancha, ¿se analiza como alternativa que el Estado pueda también ejecutar de manera propia o con privados algunos proyectos?
-No sería ninguna sorpresa, porque yo soy presidente de ENAP, y cuando hubo que construir los terminales de GNL, ENAP participó en el de Quintero, y Codelco participó en el de Mejillones. Quiero decirle que no está en la agenda, no está en el programa de gobierno ni está entre las cosas que vamos a hacer el crear una empresa nacional de energía, pero donde haya que participar por razones de bien común, o para dar ciertas orientaciones o direcciones, creo que es algo que es perfectamente conversable, y en esto no hay una religión ni hay una prohibición.

-¿Pero cree que la institucionalidad actual da como para que el Estado pueda participar en proyectos como energía eólica, solar u otros?
-Absolutamente. En esto vamos a ser totalmente pragmáticos.

-En enero de 2013, usted pidió “cuidar las formas” en el debate político y avanzar en propuestas consensuadas con la ciudadanía. Pero hace unas semanas, el senador Jaime Quintana planteó la idea de la “retroexcavadora”. En Energía, ¿va a haber consensos o retroexcavadora?
-Yo creo, aspiro y espero que la discusión en el Parlamento, con las comunidades y con los distintos actores sea una discusión de país. Tenemos una muy buena chance de hacer de esta área una donde realmente trabajemos con consensos.

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