Por Matías Córdova Enero 30, 2014

“Te vas a tener que venir a vivir a Santiago”. El llamado que le hizo Michelle Bachelet a Aurora Williams un día antes de la conformación del gabinete complicó a la ingeniera comercial. En una conversación de varios minutos le explicó que en Antofagasta tiene una familia numerosa conformada por su padre de 92 años, su hija, su nieto, su hermana y su esposo: Homero Bonilla, quien trabaja allá e integra la logia masónica local. Finalmente, decidió aceptar el cargo de ministra de Minería, pero venirse sola a la capital. En los últimos días ha estado buscando un departamento para arrendar a partir de la segunda semana de febrero e interiorizándose en los temas de minería, área que no es su especialidad. El miércoles tuvo una reunión privada e informal con gente de Codelco para comenzar a estrechar lazos.

Titulada de la Universidad del Norte y con un MBA en Gestión y Formación de Empresas en IEDE Business School Chile, aunque el currículum entregado por el equipo de Bachelet señala que es independiente, lo cierto es que milita activamente en el Partido Radical desde fines de los 80, colaborando con campañas políticas. El presidente de la colectividad, José Antonio Gómez -senador por Antofagasta que asumirá como ministro de Justicia-, la promovió para que integre el gobierno y su nombre sonó para intendenta.

Bachelet conocía su trabajo: fue seremi de Obras Públicas en la II Región durante su primer gobierno, puesto desde el cual le tocó el desafío de enfrentar el terremoto de Tocopilla en 2007. Aunque la gestión de la Intendencia local fue mal evaluada -obligando a Santiago a enviar como delegada presidencial e interventora a Javiera Blanco (próxima ministra del Trabajo), se destacó la labor de Aurora Williams por su eficiencia para abrir los accesos a la ciudad. Al término del gobierno, presentó por escrito su renuncia a la nueva administración, por considerar que la secretaría ministerial es un cargo de confianza política. No obstante, trabaja coordinadamente con la alcaldesa de Antofagasta Karen Rojo, del oficialismo, como miembro del directorio de la Corporación Municipal de Desarrollo Social. 

Hasta la fecha de desempeñaba como gerenta de administración y finanzas de ATI, Terminal Puerto Antofagasta, siendo una de las contadas mujeres que tienen cargos gerenciales en la actividad portuaria. Desde ese puesto le tocó relacionarse habitualmente con la empresa minera, única industria que utiliza dicho puerto para exportaciones.

Su nombre se hizo reconocido en la región, donde la semana pasada celebraron su designación como un triunfo del regionalismo. No por nada, al presentarla Bachelet mencionó dos veces que era de Antofagasta. Según el diputado radical por Calama Marcos Espinosa, Aurora Williams, “es muy estudiosa y combina  habilidades técnicas y políticas, como lo demostró en temas complejos como los problemas de nudo vial de Calama”.

Aunque su nombramiento genera incertidumbre en el sector minero, donde no conocen sus capacidades, en el PRSD señalan que ella dará una sorpresa y que tiene un perfil similar al de la diputada electa DC Yasna Provoste, un liderazgo regional y meritocrático.


“¡Qué dijo este imbécil de Escalona ahora!” tuiteó el 7 de enero la nueva ministra de Cultura, Claudia Barattini. Días antes había escrito: “Obama es más de izquierda que Escalona”. Su fotografía en la red social es la imagen del logo Marca AC a favor de una asamblea constituyente. Sin embargo, el 24 de enero, el mismo día que fue nombrada ministra del Consejo de la Cultura y las Artes, decidió cerrar su cuenta en Twitter.

Aunque es independiente tiene fuertes lazos políticos. Participó en la formación de Revolución Democrática (RD) y apoyó la candidatura de Giorgio Jackson al Congreso. Mantiene una estrecha amistad con la actriz Javiera Parada, la hija de la asesora de confianza de Michelle Bachelet, Estela Ortiz, y en el mundo de la cultura se estima que a través de ese vínculo llegó a la cartera. Siendo agregada cultural en Italia durante el primer gobierno de Bachelet, se le reconoce el logro de conseguir que por primera vez Chile tuviera un pabellón propio en la Bienal de Venecia. En esa instancia trabajó estrechamente con Parada, quien coordinaba el área de artes visuales de la dirección cultural de Cancillería. Luego, el 2010 volvieron a trabajar juntas en la Fundación Teatro a Mil, Parada como jefa de producción y Barattini como directora de asuntos internacionales. En el mundo cultural dicen que si Carmen Romero es el cerebro de Santiago a Mil, Claudia Barattini es una de sus principales gestoras y pasa buena parte del año consiguiendo traer los mejores espectáculos. No obstante, por lo mismo, uno de sus desafíos al mando de la cartera será demostrar que no tiene conflictos de intereses con la fundación.

Aunque el currículum entregado por el equipo de Bachelet la describe como “cantante y actriz”, lo que fue repetido por todos los medios, lo cierto es que esos no son sus oficios. Sí los de su madre, Marta Contreras, y de su padre, Juan Barattini, figuras reconocidas de las artes escénicas. Con ellos debió partir al exilio en 1974, cuando tenía 14 años. En Polonia cursó estudios de ballet clásico, luego vivió en Italia para regresar a Chile en los 80, donde fue cercana al Partido Comunista.

Soltera, sin hijos,  liberal en lo valórico y calificada como ejecutiva y trabajadora, de carácter fuerte -“a la italiana”- se relaciona con círculos feministas como María Pía Matta y Perla Wilson de Radio Tierra y de la corporación La Morada, de la cual fue directora entre 1998 y 1999.

En el ambiente de la cultura destacan su labor para posicionar el teatro chileno en el exterior -por ejemplo en la internacionalización de las obras del dramaturgo Guillermo Calderón-, pero agregan que deberá legitimarse en el medio. A diferencia de lo que ocurre en el teatro y las artes visuales, no es muy conocida en el mundo de la literatura. Su mayor desafío será sacar adelante el proyecto para crear un Ministerio de Cultura.


La primera aparición que Claudia Pascual registra en la prensa fue en 1997 cuando, siendo una veinteañera dirigenta de las Juventudes Comunistas, fue a la Comandancia en Jefe del Ejército a regalarle un “pasaje a España” a Augusto Pinochet, en momentos que recién se abría el juicio en su contra. La humorada le significó ser detenida junto a otros seis manifestantes. El 2001 volvió a ser arrestada, esta vez por tomarse junto a Gladys Marín la sede del PC, la cual fue desalojada.

El lunes, terminada la reunión de la comisión política del PC, sus dirigentes dejaron a un lado el debate, para brindar y celebrar el nombramiento de Pascual como ministra del Servicio Nacional de la Mujer. El primer ministerio que tiene el partido en 41 años, coincidentemente la misma edad de la dirigenta. Es considerada una representante de la línea dura del partido, cercana a Guillermo Teillier, y que ha mostrado su habilidad como miembro del comité central y encargada nacional de mujeres. Fue jefa de campaña de Camila Vallejo y la enviaron como delegada a trabajar en el comando de Bachelet en el área de género. Logró gran sintonía con la presidenta electa, ambas se conocían desde hace años en la comuna de La Florida. Cercana a la alcaldesa Carolina Tohá, fue concejala en dos períodos de la Municipalidad de Santiago, donde se caracterizó por su dureza como fiscalizadora de la gestión del edil UDI Pablo Zalaquett.

Cercana a Marco Barraza, director del ICAL y futuro subsecretario de Previsión Social, está casada desde 2013 con el también PC Javier Albornoz. Es hija del investigador de CENDA Martín Pascual.


Fue en las reuniones del comité político del comando de Bachelet que Víctor Hugo Osorio fue ganando cercanía con el entorno de la presidenta electa. Por su rol como timonel de la Izquierda Ciudadana, el periodista de 48 años fue cimentando el camino para ser incluido en la conformación del primer gabinete. Osorio trabajó de forma clandestina como líder de los secundarios de la Izquierda Cristiana durante la dictadura. Su carrera profesional, sin embargo, ha estado dedicada a los medios de comunicación: Osorio ha trabajado como periodista y editor en el diario La Nación, en la agencia UPI y en el desaparecido diario El Metropolitano. Fue ahí donde protagonizó un polémico episodio a fines de los 90 cuando redactó un artículo titulado “Las estrellas olvidadas del golpe”, el cual no fue publicado por decisión de algunos ejecutivos del medio, que lo consideraron ofensivo a Pinochet. En lugar de su crónica, el diario llevó un afiche de la película “Ojos  bien cerrados”. El episodio significó la renuncia de un grupo de editores del medio.

Osorio publicó varios libros políticos, entre ellos Los hijos de Pinochet y El viaje secreto de Hugo Chávez a Chile, donde narra la visita del ex presidente venezolano al país en  1994, luego de su fallido golpe de Estado. Sus nexos con mandatarios de la región van más allá. Osorio es considerado cercano al presidente Ollanta Humala, quien lo invitó a la ceremonia en la que asumió el poder.

En la ex Izquierda Cristiana bromean con la sobrerepresentación que tienen en el gabinete: además de Osorio, pertenecieron en el pasado a esas filas Álvaro Elizalde, Fernanda Villegas, Nicolás Eyzaguirre y Carlos Furche.   


En sus tiempos universitarios a Andrés Gómez -Lobo sus compañeros lo llamaban “el Gringo”. Por ese entonces, su padre, el filósofo Alfonso Gómez-Lobo hacía clases en la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos, y de eso se valieron los compañeros de su hijo para bautizarlo con ese apodo. Según sus cercanos, el nuevo ministro de Transportes y Telecomunicaciones no era el “clásico alumno de la UC”. De hecho, integraba el Taller de Economía, una especie de “club de disidentes”, formado por un grupo de estudiantes que periódicamente se reunían para aprender y debatir sobre historia de la economía. Para eso se iban turnando las casas e invitaban a profesores de la Universidad de Chile -el plantel rival- que les aportaban un contexto distinto al que les enseñaban en las salas. Entre sus cercanos de esa época están el ejecutivo del Banco Central Beltrán de Ramón, el cineasta Andrés Wood y el economista Guillermo Larraín. Tras sus años en la UC, Gómez-Lobo partió a Londres y por un año a Toulouse, donde cursó estudios de máster y doctorado. De antes venía su interés por la microeconomía y por la música clásica, y en particular por Bach.

A su regreso a Chile se incorporó como profesor a la Facultad de Economía de la U. de Chile, donde coincidió con otros nombres cercanos al bacheletismo, como Alejandro Micco (futuro subsecretario de Hacienda). Por su trabajo como jefe de asesores de Transportes durante el periodo de René Cortázar y como director de Metro, fue convocado a trabajar en el comando de Bachelet, precisamente como coordinador de la comisión de transportes y telecomunicaciones del comando.


Sorpresa causó la designación de Natalia Riffo en el Ministerio del Deporte por su nulo vínculo con el sector. Riffo, nacida en Concepción, llegó al gabinete respaldada por la directiva del MAS. Es cercana al senador Alejandro Navarro, aunque no milita en el partido y toda su vida ha sido independiente. Navarro, quien la conoce desde la universidad, comenta que “ella es muy aplicada y brillante y hace bien las cosas cuando no trabaja en temas que sean de su dominio”. Según el parlamentario, en la universidad Riffo fue cercana a la Juventud Rebelde del MIR y luchadora por el retorno a la democracia.

En el movimiento izquierdista, Riffo es recordada por participar en instancias culturales; en algunos casos incluso actuó en representaciones teatrales en poblaciones de la región y en actos en la universidad. A fines de los 90 y comienzos del 2000, Riffo fue locutora en Radio Bío Bío y en Radio Punto 7, en programas grabados de música.

En su cuenta de Twitter (@nataliariffo), la próxima ministra del Deporte ha realizado retuiteos a causas como “No al rodeo: Lo peor del 18”.

Riffo, quien cursó un magíster en Criminología en la Universidad Central, trabajó en la Intendencia de Santiago en 2008 y 2009 -como directora del Programa de Áreas Vulnerables- y participó entre 2011 y 2013 -en pleno gobierno de Sebastián Piñera- en un  iniciativa gubernamental: el programa de seguridad ciudadana Barrio Crítico.


El viernes 24, María Fernanda Villegas estaba preocupada de solucionar un problema con su celular. No recibía llamadas, pero una de ellas sí entró: era la presidenta electa Michelle Bachelet, quien la estaba contactando para que se sumara a su gabinete. Al principio la propuesta la sorprendió, pero luego asumió que se trataba de un paso natural después de varios meses trabajando en el comando. De hecho, Villegas es considerada por muchos como parte de ese círculo de colaboradores cercanos que rodea a Bachelet y que esa fue la razón que la llevó al gabinete. 

Hace un año, Villegas ya había recibido otro llamado importante: el de Rodrigo Peñailillo, a quien había conocido cuando ambos trabajan en el segundo piso de La Moneda. El futuro ministro del Interior fue quien la convocó para participar del comando de la candidata. Ahí Villegas trabajó con dedicación exclusiva, quedando a cargo del área de redes y ciudadanía. Fue precisamente la buena evaluación que tuvo por su desempeño en ese rol lo que la catapultó al gabinete.

Quienes la conocen destacan su habilidad para llegar a las organizaciones sociales y la sociedad civil en general, vínculos que ella misma se ha preocupado de cultivar desde sus tiempos universitarios, cuando estudiaba teología en la Universidad Católica de Valparaíso. En ese entonces Villegas, quien era militante de la Izquierda Cristiana, participó activamente en las protestas. Con la llegada de la democracia, decidió integrarse al Partido Socialista, al igual que otros como Luis Maira, Sergio Aguiló, Jaime Naranjo y el recientemente designado subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy. Militante hasta el día de hoy, sus cercanos aseguran que tiene redes transversales al interior del PS, sin embargo también comentan que no participa en el día a día del partido.

Donde tiene experiencia es en el sector público. El año 2006, Villegas se incorporó al Fosis, para luego convertirse en jefa de gabinete de Clarisa Hardy, en el Ministerio de Planificación. Funcionarios que trabajaron con ella en ese entonces la describen como una persona discreta y de bajo perfil, aunque eficaz, con opiniones sólidas y un gran compromiso social.

Más decisivo fue su siguiente paso: en 2008, Villegas llegó a La Moneda para trabajar como asesora de la Presidencia. Los tres años que estuvo ahí fueron claves para ir ganando paulatinamente la confianza de la presidenta electa. Si bien ambas no interactuaban a diario, la entonces mandataria le encomendó formar la Red Protege, con la idea de facilitar a las personas el acceso a los programas de protección social. Esta tarea le valió reconocimiento por la rigurosidad de su trabajo.

Otra de las labores que marcaron su paso por La Moneda fue la recuperación del salón blanco del Palacio de Gobierno, donde murió el ex presidente Salvador Allende. Villegas entonces lideró un equipo de 25 expertos que trabajaron en el lugar, el mismo que fue reinaugurado por Bachelet el 11 de septiembre de 2008. La ex presidenta agradeció especialmente a Villegas este trabajo y tuvo un gesto al invitarla a la exhibición que se hizo de éste a los presidentes de Unasur.

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