Por Augusto Álvarez Rodrich, analista político peruano Enero 23, 2014

El proceso ante La Haya ha quedado aislado del juego político, en un contexto de acusaciones a los ex presidentes Alan García y Alejandro Toledo.

Uno de los aspectos que más me llaman la atención del proceso seguido por el Perú para resolver el diferendo limítrofe marítimo con Chile, mirándolo desde la perspectiva de un peruano preocupado por la debilidad institucional de su país, lo cual afecta la posibilidad de establecer políticas de Estado que reúnan esa dimensión, es la habilidad que se ha tenido en este caso para conducirse de un modo que resulta, sin duda, singular.

Este hecho ha implicado un aislamiento del proceso ante La Haya respecto del juego político cotidiano, el cual enfrenta en el país una turbulencia muy alta que se ha incrementado durante la presidencia de Ollanta Humala en un contexto de acusaciones parlamentarias a los ex presidentes Alan García y Alejandro Toledo, a lo cual debe agregarse la condena de veinticinco años de prisión que está cumpliendo Alberto Fujimori, quien solicitó un indulto presidencial que fue negado.

La turbulencia es, por tanto, alta, a pesar de lo cual el proceso ante La Haya ha tenido un blindaje a prueba de todo, incluso y, principalmente, de los políticos.

¿Qué factores permitieron que el caso ante La Haya sea un ejemplo que ojalá pudiera servir como lección para otros rubros del quehacer nacional?

1. Claridad de objetivos y de prioridades. El objetivo era la concreción de la legítima pretensión peruana sobre un espacio marítimo dominado por Chile, el cual fue establecido como prioridad de la política exterior peruana y al cual se condicionó el resto de áreas de la misma, con un claro sentido de prioridades.

2. Diagnóstico realista. El problema y su solución fueron siempre planteados con realismo.

3. Perspectiva de largo plazo. El esfuerzo empezó en los ochenta, en el primer gobierno de Alan García, y se retomó durante la presidencia de Alejandro Toledo. Posteriormente, durante la segunda administración de García, y cuando fue obvio que no era posible resolver el diferendo limítrofe mediante negociación directa con Chile, se planteó la demanda ante la Corte de La Haya, dentro de un proceso que después fue respaldado por el presidente Ollanta Humala a través de la ratificación del equipo designado por el gobierno previo.

4. Nuclear el esfuerzo en una entidad del gobierno que tenga solidez y prestigio. Torre Tagle fue, naturalmente, el espacio para el desarrollo de esta política de Estado durante varias décadas, aportando experiencia y capacidad.

5. Equipo técnico y con liderazgo. Un rasgo crucial de lo ocurrido en el proceso en La Haya ha sido la designación de un equipo con sólida capacidad técnica, su mantenimiento en el tiempo y el liderazgo que éste ha sabido ejercer.

6. Mando centralizado. En todo momento fue claro quiénes tomaban las decisiones y eran los responsables del proceso ante La Haya.

7. Prioridad de lo técnico frente a lo político. La definición e implementación de la estrategia se guió por prioridades técnicas sin ceder a tentación de ponerla al servicio de fines políticos del momento.

8. Construcción de respaldo político. Esto se logró sobre la base de despolitizar el tema, quitándole la sensación de propiedad por parte de una agrupación política específica.

9. Diálogo con todos. Fue fundamental el diálogo con todos los sectores políticos -principalmente con la oposición- y, también, con todas las partes de algún modo relevantes: empresa, fuerza armada y policial, iglesia, academia, etc. Al respecto, fue importante la relación con la prensa para informarla oportunamente del proceso, dentro de lo que era posible revelar.

10. Las inversiones. La relación empresarial peruano-chilena caminó por cuerdas separadas, al margen de la coyuntura política. En varios momentos, incluso, fue el puente cuando los gobiernos se distanciaban. Así, en Chile se acaba de informar que empresas de ese país han invertido en el Perú alrededor de US$ 8 mil millones desde el año 2008, cuando se inició el diferendo ante La Haya. Compañías peruanas hicieron lo propio en Chile durante el mismo periodo, aunque en monto menor. En este sentido, fue correcta la visión de que el acercamiento empresarial entre Perú y Chile acabaría produciendo un acercamiento político, lo cual se constata en estos días en que ambos países viven el momento más cercano de la relación bilateral, a pesar de la controversia que se definirá este lunes.

La visión predominante en el país, especialmente en la política, pero también en la ciudadanía, es que este esfuerzo de casi tres décadas que culmina este lunes permita un resultado que sea favorable para el Perú, pero donde, al margen del fallo inapelable que finalmente se anuncie, lo más importante será la tranquilidad y la satisfacción de haber hecho el mejor esfuerzo posible para que una corte neutral y de prestigio tome una decisión que cerrará el último litigio referido a nuestras fronteras, y que debe permitir apuntalar mejor una relación futura con Chile que sea mutuamente conveniente y que, ojalá, llegue a tener el nivel de acercamiento que hoy tiene el Perú con Ecuador, país con el que se ha logrado construir una vinculación sólida a pesar de los diferentes enfoques que hoy priman en cada nación.

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