Por Juan Pablo Sallaberry Agosto 29, 2013

© Rodrigo Díaz

Los estudios arrojaron que si bien ME-O se relaciona con atributos como “pionero” e “independiente”, le juega en contra el haber estado mucho tiempo fuera del radar para los chilenos.


Marco Enríquez-Ominami se ha vuelto un rostro familiar en los patios de La Moneda. Es el candidato presidencial que más veces se ha reunido con autoridades de gobierno en las últimas semanas. El ministro del Interior, Andrés Chadwick, lo recibió en dos oportunidades -el 12 de julio para tratar la reforma binominal, y el 5 de agosto para abordar la situación de Tocopilla-, y este martes el titular de Hacienda, Felipe Larraín, conversó con él durante 90 minutos sobre sus propuestas programáticas. A la salida, el abanderado del Partido Progresista (PRO) valoró los índices macroeconómicos del país, en contraste con el comando de Michelle Bachelet, quien ha cuestionado la gestión del gobierno en esa área. “Somos adversarios en un conjunto de visiones, pero no nos vamos a pelear con los datos”, dijo ME-O. 

Las autoridades no se tardaron nada en conceder las audiencias. Era una fotografía que convenía a ambas partes. Al gobierno para exhibir diversidad y dar visibilidad al candidato que puede arrebatar votos a Bachelet, y a Enríquez-Ominami para reforzar su más reciente estrategia de campaña: intentar mostrarse como un hombre de Estado, alejado de los conflictos y propositivo. Según resume un miembro de su comando “a diferencia del 2009, que era una aventura personal de Marco, ahora estamos preparados para gobernar, y eso es lo que queremos demostrar”.

La primera fase de su campaña fue tortuosa. La irrupción de nuevos candidatos independientes y la inclinación de Bachelet a una agenda de izquierda dejaron sin espacio político al candidato que se robó el protagonismo en las elecciones de 2009. Los miembros del comando recuerdan con desazón que hasta julio eran incapaces de convocar a la prensa y dar difusión a las ideas y a las actividades diarias de Enríquez-Ominami, porque toda la cobertura se la llevaban las primarias y luego la novedad de la campaña de Evelyn Matthei. 

El problema de cómo generar interés y redefinir la candidatura fue debatido en varias reuniones del comité estratégico del comando que integran Cristián Warner, Patricia Morales, Camilo Lagos, Cristián Galaz y Daniel Flores.  “Estábamos en un túnel complejo. Marco estaba fuera de todas las discusiones del país y no interesaba ni el candidato ni sus medidas”, dice uno de ellos.  

Al contrario de la elección anterior, esta vez hay mayores dificultades de financiamiento, sólo 25 personas integran el comando, y ya no está quien fuera el mecenas de la candidatura, el empresario Max Marambio. Aun así, definieron encargar a una empresa externa una serie de encuestas y focus groups para rediseñar la campaña. El estudio arrojó que si bien Marco Enríquez-Ominami se relaciona con atributos como “pionero”, “de convicciones”, “seguro de hacer cambios”, “independiente” y “rupturista”, le juega en contra el haber estado mucho tiempo fuera del radar para los chilenos -“nadie sabe qué hizo y dónde estuvo después del 2009”- y que es “muy abstracto en sus ideas”, debido a un “exceso de intelectualización”.

De los estudios se definió que, además de centrarse en las propuestas y no en la confrontación, Enríquez-Ominami debía instalar la idea de que él representa el verdadero cambio, mientras que Bachelet es más de lo mismo y los sectores liberales y “tecnócratas” de su equipo le impedirán hacer las reformas que promete.  Por ello, aunque el candidato procura no mencionar a la ex presidenta en sus discursos -ya que sólo le genera costos enfrentarla directamente-, en sus intervenciones ha criticado en más de una ocasión al integrante de la comisión económica de la Nueva Mayoría, el ex ministro DC René Cortázar.

Así, pese a las señales que da en sus reuniones con el gobierno, ME-O mantiene a firme su decisión de correr a la izquierda de Bachelet -esta semana, por ejemplo, se reunió con los sindicatos de Codelco y prometió derogar el código minero y revisar las concesiones indefinidas-. Su nueva estrategia apunta a marcar diferencias, planteando que mientras la ex mandataria representa una “izquierda conservadora”, y el candidato del Partido Humanista Marcel Claude una “izquierda revolucionaria”, él está en un punto medio y es una “izquierda sustentable”. Esto es, según su definición, una voluntad real de impulsar reformas a áreas clave, como educación, salud y previsión, pero sin desestabilizar al país. “Proclamamos cambios, no revoluciones”, afirma. 

 

APOSTANDO TODAS LAS FICHAS

En el comando del candidato del PRO afirman que ésta no es la recta final de la campaña, sino que la contienda recién empezó y al fin el abanderado comenzará a repuntar. Por eso se guardaron todas las cartas para esta etapa: presentaron sus propuestas programáticas, iniciaron un fuerte despliegue de medios -que ha incluido visitas con buen rating a matinales y programas políticos y una portada en la última revista Cosas-, prepararon la publicación de un nuevo libro, pero sobre todo concretaron la salida a terreno de la esposa del candidato, Karen Doggenweiler, quien dejó TVN a fines de julio. La animadora, de fuerte llegada en los sectores populares, ha encabezado una gira paralela a la del candidato por el país. La semana pasada, mientras él estaba en Curicó, ella en Copiapó, y el fin de semana ella estuvo en una feria en Maipú, luego en Puente Alto y en un puerta a puerta en Lo Prado. El jueves recorrería los cerros de Valparaíso. 

“Los medios por fin comenzaron a llegar a nuestras actividades”, celebran en el comando. Este mes también se desplegó la campaña publicitaria con gigantografías en las principales capitales, avisos radiales y el nuevo eslogan “Si tú quieres, Chile Cambia”, mensaje ideado por un equipo de publicistas que encabeza el brasileño Duda Mendonça, quien tiene en su currículum la campaña política del ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva. El concepto fue testeado en focus groups donde se detectó que las personas quieren participar y estar en el centro de los cambios y no que venga alguien externo a imponérselos.

Pero los estudios de opinión arrojaron otro factor, al cual se están afirmando con firmeza los miembros del comando. Hoy la gente no cree que ME-O tenga posibilidades reales de pasar a una segunda vuelta, pero los entrevistados se entusiasman cuando se les pone el escenario de esa posibilidad y una contienda entre Bachelet y Enríquez. “Sería un hecho histórico que la derecha no pase a segunda vuelta, y que pase ME-O, garantizaría que se cumplan los cambios prometidos por Bachelet”, explican en el comando. Por eso, ni aunque las más optimistas encuestas que maneja el comando señalan que él pasará a segunda vuelta, el mandato interno es repetir que es competitivo y llegará a esa instancia.

Él intenta que lo consideren entre los postulantes de  la “primera división” junto a Bachelet y Matthei, ya que su mayor riesgo es diluirse entre los candidatos menores. El comando ha analizado en detalle los casos de Franco Parisi y Marcel Claude. Mientras consideran que el primero no es competencia directa ya que le roba votos a la derecha, del segundo afirman que se ha estancado en una izquierda muy antisistémica, que sólo generaría adhesión en sectores jóvenes y universitarios y no en el votante de Marco Enríquez. En algún momento el comando analizó enfrentar a Claude, pero el propio candidato lo desechó. 

El mayor dilema de la candidatura es mostrarse errático y no convencer a la gente de que tiene algo nuevo que decir. Por eso la apuesta es total. Así lo definió este miércoles el propio ME-O, ante la pregunta de los periodistas sobre a quiénes quiere convocar: “Al pueblo concertacionista resignado, pero también a los decepcionados de Piñera y también a los que están a favor de los movimientos sociales, pero quieren un candidato realmente competitivo”, señaló.

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